La Cueva de Nerja

Nerja, Málaga.

11 de enero de 1959. Cinco jóvenes de la pequeña localidad malagueña de Maro se adentran en los parajes conocidos como ‘la Mina del Cementerio’. En el transcurso de su recorrido advierten un profundo orificio por donde se filtra una fuerte corriente de aire; por su abertura huyen volando una nutrida bandada de murciélagos. No sin pocas dudas y temores, deciden penetrar finalmente en él y recorrer el oscuro y estrecho pasadizo que se abre ante sus pies. El 19 de abril de ese mismo año se daría a conocer a la opinión pública las Cuevas de las Maravillas, un extraordinario hallazgo de carácter geológico localizado a escasos kilómetros del pueblo costero de Nerja. Desde entonces, estas espectaculares cavidades naturales se han erigido como uno de los principales yacimientos arqueológicos prehistóricos del sur peninsular.

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Los baños romanos de Fortuna

Fortuna, Murcia

A los pies de lo que hoy se conoce como la Sierra del Baño, inmersos en pleno proceso de romanización durante el siglo I d.C., se monumentalizará un nacimiento natural de aguas siguiendo los cánones de tipo oriental-helenístico. Sería este un balneario que, desde antaño y motivado por sus propiedades especiales, siempre fue aprovechado por la población nativa del lugar.

Desde el punto de vista edilicio, podríamos estar hablando de un balneario romano como tantos otros que se erigieron en pleno periodo de la colonización romana; desde la perspectiva salutífera de sus aguas, podría tratarse de otras termas naturales del sureste peninsular – caso de Alhama o Mazarrón, por poner varios ejemplos -, ricas en propiedades curativas. Pero la cuestión que realmente tendríamos que plantearnos sería la siguiente: si en el término municipal de la actual Fortuna no se ha detectado presencia alguna de poblamiento romano que obligara a embellecer y sacralizar este nacimiento de aguas curativas, ¿qué pudo empujar a ello teniendo en cuenta que las ciudades más cercanas se encontraban a medio centenar de millas de distancia?

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Begastri (continuación)

<< Viene del artículo Begastri, una ciudad episcopal

No tardarían en llegar las guerras civiles entre monarcas y facciones aristócratas en el reino visigodo; nobles siempre codiciosos por usurpar el trono del Regnum Visigothorum. Atanagildo, careciendo de las tropas necesarias para intentar destronar a Agila I, decide buscar apoyo en el Imperio Romano de Oriente. Justiniano I, quien reinaba por aquel entonces, no desaprovechó la oportunidad de intervenir en Hispania y continuar avanzando en su ambicioso proyecto Renovatio Imperii Romanorum, es decir, la reunificación de todos aquellos territorios que en su día estuvieron bajo el poder del viejo Imperio Romano.

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Qart Hadast

La ciudad púnica de Cartagena

Invierno del año 209 a.C. Conquistada la ciudad, quiso celebrar un sacrificio en honor a su padre y tío caídos en aquellas inhóspitas y lejanas tierras; el oficio se prolongaría durante tres días. También festejará un triunfo con sus hombres donde no faltaron arengas y elogios de todo tipo, así como el reparto del cuantioso botín y la distribución de los prisioneros capturados tras el asalto. Publio Cornelio Escipión, general de la República romana, quien pasará a los anales de la Historia como ‘el Africano’, había hecho suya la importante plaza de Qart Hadast ante la sorpresa de sus enemigos. Era esta la capital púnica en territorio íbero, puerto de contacto más cercano entre la Península y Cartago.

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Begastri, una ciudad episcopal

Cabezo Roenas. Cehegín, Murcia

«Abd al-Aziz, hijo de Muza, hijo de Noseir a Teodomiro, hijo de Gabdus , en virtud de la cual queda convenido, y se le jura y promete por Dios y su Profeta (a quien Dios bendiga y salve) que tanto a él, como a cualquiera de los suyos, se les dejará en el mismo estado en que se hallen respecto del dominio libre de sus bienes; no serán muertos, ni reducidos a esclavitud, ni separados de sus hijos, ni de sus mujeres; se les permitirá el culto de su religión, y no serán incendiadas sus iglesias, ni privadas de su propiedad libre, en tanto que observe y cumpla fielmente lo que pactamos con él, a saber: que entregará por capitulación las siete ciudades, Auriola, Villena, Alicante, Muía, Begastro, Ello y Lorca; que no se dará hospitalidad a los que huyan de nosotros, ni a los que nos sean hostiles, ni se molestará a los que nos sean fieles adictos, ni nos ocultarán las noticias que tuvieren respecto de nuestros enemigos; que él y los suyos pagarán cada año un dinar, cuatro almudes de trigo, cuatro almudes de cebada, cuatro azumbres de vinagre, dos azumbres de miel y dos azumbres de aceite, y la mitad de esto los siervos. Fueron testigos. Otman, hijo de Abuabda, el Corcixí; Habib, hijo de Abuobaida, el Fihrí; Abdala, hijo de Meicera, el Falimí; y Abucain, el Hadalí; fué escrito en el mes de Racheb del año 94 de la hégira«

Pacto de Teodomiro. Abril de 713.

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Miedos

La caída de Sagunto. Capítulo I

Mi nombre es Urcebas y no, no soy un valeroso guerrero edetano. De hecho, y hasta hace poco, apenas había portado armas de guerra. Sí un viejo puñal de antenas y un cayado con los que afrontar en solitario los caminos inseguros, pero, tal vez, la trágica situación que nos ha tocado vivir me haya conducido a ello. Soy…, bueno, era un simple mercader, un comerciante dedicado a los negocios con los productos del interior y las rutas comerciales establecidas en el puerto de Arse. Aunque, si os soy sincero, en estos momentos ignoro el sentido de mi vida; tampoco importa. En realidad, antes de que se esconda el sol sabré aquello en lo que finalmente acabaré convirtiéndome: en otro cuerpo inerte más como todos esos cadáveres que se agolpan y pudren sobre los escombros de los muros derruidos.

SOLDADOS ENFRENTADOS

Relieve esculpido con dos soldados enfrentados. Formaría parte de un conjunto de relieves narrativos. Siglo I a.C. al cambio de era. Procedencia desconocida. Museo Arqueológico de Sagunto.

Nunca debí permanecer a resguardo de estas murallas, pero los dioses han sido caprichosos con mi destino y con el de todos los habitantes de esta ciudad. Así lo he aceptado mientras espero, fatigado y hambriento, el triste final que nos depara a los que aún logramos mantenernos en pie.

Ya se vuelven a escuchar los golpes secos y contundentes sobre los sillares de las maltrechas defensas, ya nada les impedirá pasar.

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Santuario ibérico Cueva de la Lobera

Castellar, Jaén

Impasibles sobre sus monturas, los equites otean el horizonte controlando el trasiego de gentes que, diariamente, transitan por estos viejos caminos. Son mercaderes venidos de tierras lejanas cargados con otras culturas y costumbres. También los hay oriundos de la propia Oretania que, sobre sus acémilas, llegan hasta la capital de la región en busca de nuevas oportunidades. Nos encontramos ante una de las demarcaciones definidas como frontera natural dentro del territorio de Cástulo durante los siglos IV y II a.C., periodo de tiempo en el que se mantiene en uso el importante santuario íbero que, a continuación, pasamos a describir.

EXPLANADA

Explanada justo a los pies del santuario íbero. Castellar, Jaén.

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Los orígenes de Cartima

Cuando inicié la búsqueda de documentación relacionada con la antigua ciudad de Cartima, y en un intento de recabar toda la información posible, al primer lugar donde decidí acudir fue a las fuentes clásicas. Sólo en la obra de Tito Livio titulada Ab Urbe condita (Capítulo XL, 47, 1-4) se hace referencia a ella en el pasaje que narra la campaña militar de Tiberio Sempronio Graco (año 180 a.C.) durante la primera guerra celtíbera en tierras hispanas (pulsa aquí para conocerlo). Dicho texto recoge la siguiente mención: “… Después de tomar rehenes y poner una guarnición en la ciudad (Munda, a la que atacaría por sorpresa aprovechando la oscuridad de la noche), siguió su marcha asaltando los oppidum y quemando los cultivos, hasta llegar a otra ciudad de excepcional fuerza a la que los celtíberos llamaban Cértima…”.

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El Plan B

Los Aljibes de la Vieja Catedral

Una de las cosas que he aprendido en los últimos años, cuando salgo a fotografiar monumentos y restos de nuestro pasado, es que siempre debemos de contar con un plan ‘B’ anotado en la agenda, una alternativa a la que podamos recurrir en los casos que consideremos urgentes y de primera necesidad.

En el presente artículo me gustaría ilustraros cómo pueden llegar a ser de útiles estas segundas opciones, tomando como ejemplo mi última visita a Cartagena.

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Hablar con la gente siempre es de provecho

Cuando crees haber terminado, no has hecho más que empezar

Son numerosas las ocasiones en las que crees que vas a dejar zanjado un determinado proyecto y por ello te sientes satisfecho. Todo está preparado: la documentación, los horarios, la ruta y coordenadas, etc. Pero cuando por fin te desplazas a ese punto de interés y hablas con la gente dedicada al yacimiento o centro de interpretación, descubres que, sencillamente, estabas muy equivocado. Sin pretenderlo, acabas sumergido en un nuevo objetivo y todo vuelve a empezar de cero.

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