Aníbal llega a Sagunto

La caída de Sagunto. Capítulo V

Espoleando sus pequeñas y ágiles monturas – sin bridas, ni bocados, ni tampoco sillas; tan sólo el uso de una vara y una cuerda alrededor del cuello -, un cuerpo bien nutrido de caballería ligera númida avanzó hasta alcanzar las proximidades del oppidum. A sus espaldas dejaban una densa polvareda que terminaba fundiéndose con las altas columnas de humo de unos campos envueltos en llamas.

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Una larga espera

La caída de Sagunto. Capítulo IV

De forma tranquila y apacible transcurrió el final de temporada en Sagunto. Las naves apenas fondeaban en su portus desde que se declarara el cierre de las aguas. Sólo alguna que otra embarcación, de carácter menor y procedentes del área de influencia púnica, se atrevía a arribar en nuestras costas. Estos navíos, utilizados para cabotaje, arriesgaban la mercancía que fletaban al navegar por el océano encrespado, pero siempre lo hacían cargados de armas y defensas. La guerra parecía próxima e inminente y, desgraciadamente, resultaba todo un suculento negocio muy a tener en cuenta.

CEPO ANCLA

Cepo de ancla con inscripción. Siglo I d.C. Grau Vell. Hallazgo subacuático. Museo Arqueológico de Sagunto.

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Medidas preventivas

La caída de Sagunto. Capítulo III

Las intenciones de Aníbal no están para nada claras. Puede que el general cartaginés tan sólo esté jugando con nosotros, utilizándonos ante su eterna enemiga Roma, aunque sea a costa de nuestras vidas. Si esto fuera así, creo que se trataría de un juego un tanto cruel, ¿no crees?

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La delegación saguntina

La caída de Sagunto. Capítulo II

El consejo de Arse volvió a reunirse para evaluar las repercusiones que habían dado lugar con motivo de los últimos ataques cartagineses. En la asamblea celebrada esa mañana se dieron cita miembros de dicho órgano, junto con la aristocracia de la ciudad y representantes de los emporianos con intereses en la región, además de otra gente influyente; el semblante de sus rostros denotaba cuál era el grado de preocupación que se vivía en esos momentos. Se debía debatir con urgencia qué medidas iban a adoptarse para el supuesto que, en la próxima campaña o con posterioridad, Aníbal decidiera atacar sus murallas.

Vía del Pòrtic. Decumanus minor pavimentado con grandes losas de caliza gris, junto con entramado hidráulico de la ciudad romana. Plaça Antiga Moreria, 9. Sagunto.

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Miedos

La caída de Sagunto. Capítulo I

Mi nombre es Urcebas y no, no soy un valeroso guerrero edetano. De hecho, y hasta hace poco, apenas había portado armas de guerra. Sí un viejo puñal de antenas y un cayado con los que afrontar en solitario los caminos inseguros, pero, tal vez, la trágica situación que nos ha tocado vivir me haya conducido a ello. Soy…, bueno, era un simple mercader, un comerciante dedicado a los negocios con los productos del interior y las rutas comerciales establecidas en el puerto de Arse. Aunque, si os soy sincero, en estos momentos ignoro el sentido de mi vida; tampoco importa. En realidad, antes de que se esconda el sol sabré aquello en lo que finalmente acabaré convirtiéndome: en otro cuerpo inerte más como todos esos cadáveres que se agolpan y pudren sobre los escombros de los muros derruidos.

SOLDADOS ENFRENTADOS

Relieve esculpido con dos soldados enfrentados. Formaría parte de un conjunto de relieves narrativos. Siglo I a.C. al cambio de era. Procedencia desconocida. Museo Arqueológico de Sagunto.

Nunca debí permanecer a resguardo de estas murallas, pero los dioses han sido caprichosos con mi destino y con el de todos los habitantes de esta ciudad. Así lo he aceptado mientras espero, fatigado y hambriento, el triste final que nos depara a los que aún logramos mantenernos en pie.

Ya se vuelven a escuchar los golpes secos y contundentes sobre los sillares de las maltrechas defensas, ya nada les impedirá pasar.

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Edeta (continuación)

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Edeta quedó definida, finalmente, como un gran centro de poder, además de ser la residencia de la dinastía real y toda su aristocracia dependiente. Se le asignará el papel de único ámbito autorizado donde practicar el intercambio comercial, cometido a través del cual las élites se asegurarán controlar el poder económico. De esta forma se mantendrá la hegemonía con respecto al resto de asentamientos, entendidos a estos últimos como simple servidumbre territorial.

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Edeta

Tossal de Sant Miquel. Llíria, Valencia

Durante el Bronce Final (siglos VIII – VII a.C.), el territorio que terminará controlando la ciudad íbera de Edeta no era más que una amplia extensión de tierras prácticamente deshabitadas; unos parajes donde el asentamiento de la futura capital edetana, con amplio registro de vida continuada desde el II milenio, centralizará las escasas importaciones, resultado de los contactos comerciales esporádicos, que hasta el lugar llegaban. El asentamiento humano se situará en una posición elevada y defendido por unas primeras murallas. Sus viviendas se alzarán sobre planta rectangular y zócalos empedrados, fabricados con los mismos materiales heredados de los modelos precedentes.

CIMA DEL CERRO

Cima del Cerro Tossal de Sant Miquel. Llíria, Valencia.

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El Puntal dels Llops

Olocau, Valencia

Principios del siglo II a.C., las sombras del ejército de la República emergen por los antiguos caminos fronterizos que se diluyen entre la densa arboleda de la Sierra. Lo hacen al amparo de la oscuridad, con paso firme y seguro. A sus espaldas aún resuenan los desplomes de las paredes de adobe sobre la tierra batida y el crepitar de unas techumbres envueltas en llamas. Un nuevo fortín edetano ha quedado destruido; el puesto de control para la vigilancia del territorio íbero ha sido asaltado, saqueado y abandonado. En esta noche, una manada de lobos ahoga sus desconsolados aullidos bajo la intensa luz de la luna llena.

01 - YACIMIENTO

Vista de la calle del asentamiento, al fondo la torre de vigilancia. Yacimiento Arqueológico el Puntal dels Llops. Olocau, Valencia.

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El general Marco Cornelio Nigrino

Una crónica imperial de Edeta-Lauro. Llíria, Valencia

Cónsul, tribuno militar de la legio XIV Gemina, pretor con los emperadores Vespasiano y Tito, legado augusto de la legio VIII Augusta, propretor de la Provincia Aquitania, legado propretor de la provincia de Moesia. Recibió por la guerra en la Dacia dos coronas murales, dos coronas vallares, dos coronas navales, dos coronas aureas, ocho astas puras y ocho estandartes. Alcanzó el Legado del augusto propretor en la provincia de Siria y, finalmente…, fue olvidado, borrado de la Historia y del recuerdo; la damnatio memoriae había cumplido su cometido. El único error, su incuestionable fidelidad a la familia Flavia.

INSCRIPCION HONORIFICA

Inscripción honorífica: «A Marco Cornelio Nigrino Curiacio Materno, hijo de Marco, de la tribu Galeria, cónsul…; Tribuno militar de la legión XIV Gémina, elegido entre los pretores (?) por el emperador Cesar Vespasiano Augusto y por el emperador Cesar Tito, hijo del Augusto; por ellos mismos designado para redactar los libros del censo; Legado del Augusto de la legión VIII Augusta; Legado del Augusto en funciones de pretor en Moesia, condecorado en la guerra Dácica con dos coronas murales, dos coronas vallares, dos coronas navales, dos coronas aúreas, dos hastas puras y ocho estandartes; Legado del Augusto como pretor de la provincia de Siria.» Museo Arqueológico de Llíria, Valencia.

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