Begastri (continuación)

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No tardarían en llegar las guerras civiles entre monarcas y facciones aristócratas en el reino visigodo; nobles siempre codiciosos por usurpar el trono del Regnum Visigothorum. Atanagildo, careciendo de las tropas necesarias para intentar destronar a Agila I, decide buscar apoyo en el Imperio Romano de Oriente. Justiniano I, quien reinaba por aquel entonces, no desaprovechó la oportunidad de intervenir en Hispania y continuar avanzando en su ambicioso proyecto Renovatio Imperii Romanorum, es decir, la reunificación de todos aquellos territorios que en su día estuvieron bajo el poder del viejo Imperio Romano.

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Basílica paleocristiana de Vega del Mar

San Pedro de Alcántara, Marbella

Se sintió en las provincias granadinas y en otras del Imperio un violento terremoto. Las olas del Mediterráneo hirvieron como en la más deshecha borrasca. A muchas varas de distancia de Malaca, de Exi (Sexi), de Abdera, quedaron en seco las playas que siempre habían estado bañadas por las aguas: los pescados, faltos de su natural elemento, eran cogidos a mano sobre la arena sin redes ni anzuelos. Absorto los habitantes, vieron la profundidad de los abismos, que colmados de agua estaban quizás desde el principio del mundo. Al cabo de algunas horas retrocedió el mar con ímpetu furioso; los buques, que habían encallado en la arena, fueron lanzados con irresistible empuje dentro de tierra, y estrellados algunos contra los edificios de las ciudades cercanas. Las aguas inundaron los pueblos de la ribera, ahogando a multitud de familias.” (Miguel Lafuente Alcántara. Historia de Granada: comprendiendo la de sus cuatro provincias Almería, Jaén, Granada y Málaga desde remotos tiempos hasta nuestros días. 1843)

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