Cancho Roano, edificio sacro y mercantil

Zalamea de la Serena, Badajoz

Motivado por los problemas que se vivieron en el Mediterráneo Oriental entre los siglos VII-VI a.C., dentro del comercio peninsular se producirá la caída en el valor de los metales. Esta situación dará lugar a una acusada disminución en el ritmo de la metalurgia y la economía y el desarrollo tartésico, tan dependientes de esta actividad, se verá gravemente afectado. El cambio en el status quo orientalizante conllevará una crisis con los fenicios de Gadir e, irremediablemente, la ruptura de relaciones.

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Castrejón de Capote

Higuera la Real, Badajoz

Se escucharon las tubas mientras resonaban gladios contra los escudos. Desde el ocaso, las caligae romanas marcharon en columna allá donde los estandartes señalaban su nuevo objetivo: un asentamiento céltico en la rica y verde Baeturia.

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Se construye un dolmen

Dolmen de Lácara. La Nava de Santiago, Badajoz

Hacía ya algún tiempo que decidieron abandonar sus antiguos refugios, unas cuevas que se ubicaban bajo el abrigo montañoso. La comunidad se había trasladado a los fértiles valles de este inmejorable paraje. Atrás quedaban las ancestrales cámaras subterráneas junto a las viviendas de pieles y juncos secos improvisadas debido al aumento de sus miembros. Por contra, disfrutarían de los beneficios incomparables que proporcionan unas tierras ricas para el cultivo y cosecha, así como para la cría de animales y el pastoreo.

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La leyenda de Medellín

Castillo de Medellín. Badajoz

A la muerte de este primer Conde (Rodrigo Portocarrero) le sucedió su hijo primogénito y heredero don Juan, a quien su madre disputó los derechos al condado encerrándole para su seguridad en una habitación secreta y casi subterránea de la planta baja del cubo o torreón que ocupa la parte central de la muralla que mira al Guadiana.

Nada menos que cinco años, según datos de la tradición, estuvo el desgraciado don Juan encerrado en aquella reducida prisión sin más luz que la muy escasa que entraba por la aspillera que aún existe, ni más ventilación y aire que el que de aquel pequeño espacio dentro del cual tenía que satisfacer todas sus corporales necesidades y sin ver ni hablar a nadie más que al criado que, de vez en cuando, bajase – también colgado – a limpiar la habitación.

Entablada las negociaciones parece que don Juan exigió que rompiera el muro como hoy está y aún se conserva la rotura, tratando de probar, por ésta su inocencia, al salir por sus pies y no colgando como entró.”.

CASTILLO DE MEDELLIN

Castillo de Medellín. Badajoz.

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La colonia tartésica de Conisturgis

Sobre la fundación de Tartessos nos llega el mito de Habis en el que se nos relata:

Gárgoris, su viejísimo rey, fue el primero en introducir la costumbre de recolectar miel. Como le hubiese nacido un nieto por estupro de su hija, por vergüenza quiso hacer morir al pequeño de varias formas, aunque la Fortuna le protegió de todos los peligros para que lograra el reino. En primer lugar, como hubiese ordenado que fuera abandonado, cuando unos días después envió a buscar el cuerpo del expósito, lo encontró alimentado por la leche de diversos animales salvajes. Después, tras ser llevado a casa, ordenó que fuera arrojado a un paso angosto que solía cruzar el ganado; decisión cruel, pues prefirió que su nieto fuese pisoteado a que sufriera una muerte simple. Como allí tampoco fuera dañado ni le faltara alimento, lo arrojó primeramente a perros hambrientos, por no comer durante muchos días, y después también a jabalíes. Y así, como no sólo no le dañasen que incluso era alimentado por las ubres de algunas fieras, por último ordenó que fuera arrojado al Océano. Entonces, se manifestó claramente un numen divino que le sostuvo sobre las olas y los mares enfurecidos, los cuales entrechocaban como si navegara sobre un navío, y no flotando sobre el mar, hasta ser depositado sano y salvo en la orilla. No mucho tiempo después apareció una cierva que ofreció sus ubres al pequeño. Finalmente, a partir de entonces, el muchacho adquirió del trato de la nodriza una agilidad extraordinaria y durante mucho recorrió montes y bosques entre manadas de ciervo con velocidad no inferior a ellos. Por fin, cazado a lazo, fue entregado al rey como regalo. Entonces reconoció al nieto por la semejanza de rasgos y las señales corporales que de niño le habían marcado a fuego. Admirado desde entonces por tantas desgracias y peligros, fue designado rey sucesor del reino…”. Justino (XLIV, 4)

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Los vigilantes del territorio (continuación)

Yacimiento Arq. de Hijovejo (Quintana de la Serena, Badajoz)

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Una vez se accedía a la torre, la impresión que daba el interior del recinto era el de un espacio muy reducido. A la derecha del pasillo de entrada se encontraba la cámara principal adosada a la muralla Norte. Otras cuatro estancias anejas, estas de dimensiones más pequeñas, se añadieron frente a ella en la cara interna de la muralla Sur. Esta disposición da una ligera idea del escaso número de hombres que guarnecía la fortificación.

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Los vigilantes del territorio

Yacimiento Arq. de Hijovejo (Quintana de la Serena, Badajoz)

Primer cuarto del siglo I a.C. Sería en un terreno llano, sobre enormes bloques graníticos sin apenas transformar, donde se levantaría el bastión militar con el que se controlará el paso continuado de tropas romanas y población indígena que por los antiguos caminos naturales de este territorio transitaban.

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