De paradero desconocido, fue vista por última vez en unos baños árabes de Sevilla durante el siglo XIV cuando la trasladaron desde Itálica. Se sabe que era de piedra y causaba gran revuelo su presencia, pues cautivaba con su mirada lánguida a todo aquel que la contemplaba.
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El Auriga de Delfos
Museo Arqueológico de Delfos. Grecia.
Cuatro caballos tiran de la cuadriga conducida por el auriga. Varios jóvenes lo flanquean, sosteniendo entre sus manos las riendas de los robustos animales situados a los extremos. La carrera había concluido y el joven victorioso, luciendo la diadema de plata que lo encumbraba como campeón, desfila entre los aplausos de los espectadores que ese día se daban cita en el estadio de Delfos.
El acceso al Forum Provinciae
Fue entrar a la domus mi amigo y fundirnos en un efusivo abrazo. En un principio Caecilius se sorprendió el verme desayunando en la cocina, pero rápidamente recuperó su compostura habitual. Esa mañana se había vestido de manera impecable, con toga de lino blanca y pliegues cuidadosamente ordenados. Era evidente que se había preparado meticulosamente con el objeto de causar buena impresión a alguien.
Hagamos una parada en el Teatro Marcelo
En esta ocasión marchamos hacia la Colina Capitolina, zona de impresionantes museos. Lo hacemos recorriendo las faldas del monte Palatino flanqueado aún por los terrenos donde, en la Antigua Roma, se asentaba el Circo Massimo. Hemos alcanzado las proximidades del río Tíber, lo que sería parte del Campus Martius. Pero… ¿por qué tanta prisa? ¿Qué tal si hacemos una pequeña parada en este lugar y nos deleitamos un poco con el Teatro Marcelo?
Cuestiones en torno al foro italicense
Hoy día los restos del antiguo foro de Itálica duermen sepultados bajo el que es considerado como el casco antiguo de Santiponce, Sevilla. Algo se conoce de aquella plaza pública levantada en la ‘Vetus Urbs’ republicana, pero, siendo honestos, más bien poco. En el presente artículo realizaremos un pequeño esbozo de lo que pudo ser el majestuoso foro italicense a través de las distintas piezas que actualmente podemos admirar en el Museo Arqueológico de Sevilla.
Castrejón de Capote
Higuera la Real, Badajoz
Se escucharon las tubas mientras resonaban gladios contra los escudos. Desde el ocaso, las caligae romanas marcharon en columna allá donde los estandartes señalaban su nuevo objetivo: un asentamiento céltico en la rica y verde Baeturia.
Tras las huellas fenicias de Malaka
Por mucho que remonte la memoria a un pasado ya lejano, sólo logro recordar aquellos accesos hacia las playas de muchos pueblos costeros de mi provincia. Calles estrechas, pavimentadas con guijarros y conchas de mar que hacían las delicias de mi niñez en las idas y venidas hasta sus aguas. El olor a marisma y a su brisa fresca es el único recuerdo que consigo rescatar cuando cierro los ojos y, frente al horizonte, pienso en la colonia fenicia de Malaka. Tal vez sólo esté sintiendo nostalgia de un pasado no vivido, aunque estoy seguro que lo he soñado.
La Illeta dels Banyets
El Campello, Alicante
Resulta innegable que se trata de un pequeño espacio donde se ha confirmado la existencia de distintas civilizaciones a lo largo de más de cinco mil años. Pero, lo más llamativo de todo, es que estamos ante una de las puertas utilizadas por las diferentes culturas mediterráneas que acabaron influenciando en la vida y costumbre de aquellos que poblaban la antigua Iberia.
Santa Eulalia de Bóveda
Bóveda de Mera, Lugo
A tan sólo veinte millas al oeste de Lucus Augusti, muy próximo de la vía romana que unía la antigua ciudad con el campamento militar de la unidad auxiliar Cohors I Celtiberorum del ejército imperial, se levantará un edificio que, a día de hoy, continúa generando gran controversia relacionada con su datación, por no mencionar la funcionalidad del mismo y la decoración empleada en el interior. Nos estamos refiriendo a Santa Eulalia de Bóveda.
La caída de Sagunto
La caída de Sagunto. Capítulo X
Las calles permanecen desiertas, los hogares vacíos y los puestos de guardia desatendidos. Nadie vigila en las murallas porque todos, de viva voz, quieren escuchar las necesitadas condiciones de paz que trae el mercader de manos del general cartaginés. Todos se arremolinan alrededor de la vivienda donde se está celebrando la asamblea pública, puede que sea esta la última. Allí se encuentra congregada lo que queda de la población de Arse. Todos excepto yo que, sentado en un banco, continúo afilando mi falcata pausadamente. Tal vez porque ya no espero nada de nadie y presienta que muy pronto volveré a utilizarla, aunque sea por última vez. Va siendo hora de ir concluyendo esta triste y amarga historia. En estos momentos sólo deseo que tanto sufrimiento vivido no caiga en el olvido y sirva para algo en generaciones venideras.