Hoy día los restos del antiguo foro de Itálica duermen sepultados bajo el que es considerado como el casco antiguo de Santiponce, Sevilla. Algo se conoce de aquella plaza pública levantada en la ‘Vetus Urbs’ republicana, pero, siendo honestos, más bien poco. En el presente artículo realizaremos un pequeño esbozo de lo que pudo ser el majestuoso foro italicense a través de las distintas piezas que actualmente podemos admirar en el Museo Arqueológico de Sevilla.

Gracias a la obra del historiador de origen griego Apiano, sabemos que la fundación de Escipión, llevada a cabo entre los años 206 – 205 a.C., se realizó sobre varias colinas en territorio turdetano, espacios donde hoy se asienta la zona antigua de Santiponce. Estos dos altozanos (Cerros de Los Palacios y de San Antonio), junto a sus correspondientes vaguadas, serán el lugar idóneo donde se establecerán sus veteranos y heridos tras la batalla de Ilipa, convirtiéndose pronto en punto logístico y administrativo de las operaciones romanas. Con el paso del tiempo, el campamento militar se transformó en una ciudad al puro estilo itálico, habitada por itálicos, latinos, romanos y turdetanos. Finalmente, sobre ella se definirá la trama urbanística de la primitiva ciudad hispanorromana.

En el Museo Arqueológico de Sevilla podemos encontrar una pieza que, pasando completamente desapercibida, en el campo científico dio mucho qué hablar. Fraccionada en tres partes, aunque actualmente sólo se dispone de una de ellas, la transcripción más completa de su texto fue anotado en los apuntes tras su descubrimiento, suscitando cierta controversia sobre el personaje citado.

Por un lado, según Hüber (1861) la transcripción del texto quedaría como: [L(ucius) Mumm]ius L(uci) f(ilius) imp(erator) [ded. Co]rintho capta [vico Ital]icensi.

Por otro, contamos  con la interpretación realizada por Canto (1985) que sería: [L(ucius) AIMI]LIVS L(uci) F(ilius) IMP(erator) [DED(it?) ZA]KINTHO CAPTA [CIVIT(ati) ITA]LICENSI.

¿Cuál fue, en definitiva, el motivo de esta controversia? Para Hüber, el personaje que se cita en el epígrafe correspondería a Lucio Mumio, conquistador de Corinto, quien entabló contactos con Itálica en torno al año 153 a. C., y le donó parte del botín capturado en la ciudad griega de Corinto. Sería, por tanto, el mismo pretor de la Ulterior que, según las fuentes antiguas, perderá sus insignias y estandartes al inicio de las Guerras Lusitanas, siendo relevado del cargo en el año 152 a.C. por Marco Atilio (pulsa aquí para leer este espisodio). Para Canto, la ´L´ del fragmento central pertenecería a Lucio Emilio Paulo Macedónico, general de los Escipiones, quien estuvo en la Hispania Ulterior hacia los años 191 y 188 a. C., y que habría regalado a Itálica los bienes capturados al rey Perseo durante la Tercera Guerra Macedónica, en el 168 a. C.

Sea como fuere, el epígrafe expuesto en el museo (incompleto, como decimos) parece ser una copia realizada sobre un original de época republicana, el cual se vincula a un proceso de ennoblecimiento de Itálica durante el s. II d.C. con objeto de ligar su pasado con los episodios más simbólicos de la historia antigua de Roma. Esta inscripción fue hallada en el supuesto Foro y, lo más importante, nos habla de los primeros momentos de la ciudad tras su fundación.

La nueva ciudad abarcaría los dos cerros antes mencionados, orientada de Oeste a Este y extendiéndose sobre una superficie rectangular. Pudo contar con cuatro puertas principales que definieron cada una de las calles centrales: Puerta del Sur dirección a Hispalis, Puerta del Norte hacia Augusta Emerita; Puerta Oriental hacia la Vega del Baetis; y Puerta Occidental desde donde partiría la calzada con dirección a Ituci. Gracias al hallazgo de un miliario se ha deducido una quinta puerta situada en la zona del teatro, vía que uniría la ciudad con Ilipa.

Se ha especulado con la posibilidad de que la Itálica, en periodo republicano, contara con estatuto jurídico de carácter Latino antes de su proclamación como municipium civium Romanorum, el cual sería otorgado, si así fuere, muy posiblemente por César y no por Augusto como se ha llegado a plantear. Al igual que sucediera en otras tantas ciudades, durante las primeras fechas de dominio romano, el foro de la primera ciudad albergaría una Basílica, la Curia y determinados templos para el oficio religioso de sus ciudadanos. Afortunadamente, sobre los edificios religiosos de esta zona pública disponemos de información algo más precisa.

Con anterioridad a la conversión de Municipio se fecha un edificio del que se tiene conocimiento gracias a una excavación practicada en un solar de Santiponce; en concreto, la que se llevó a cabo en la Avda. de Extremadura, número 56 y que se encontraría solo a 180 metros de las termas menores y 300 metros del teatro.

En estas intervenciones arqueológicas se halló un fragmento pavimentario del tipo opus signinum, cuyas dimensiones rondarían los nueve metros. Según los estudios realizados, fue elaborado en hormigón compuesto por cerámica triturada y, posteriormente, cementada con cal y arena. El aspecto superficial de este pavimento consiste en un enlucido rojo decorado con teselas de mármol blanco incrustadas en el mortero cuando aún se encontraba fresca la pieza.

Las teselas de este mosaico componen un diseño que representa una cenefa exterior, un sector rectangular amplio de esvástica en doble ‘T’ y un retículo con decoración romboidea donde se expone una cartela epigráfica, desgraciadamente incompleta, en el que aparece el siguiente texto:

M(arcus) TRAHIVS C(ai) F(ilius) PR(aefectus) AP[POLLINI TEMPLVM?] DE STIPE IDEMQ(ue) CAVL[AS D€ S(ua) P(ecunia) F(acienda)? C(uravit)?]

Su transcripción sería: “Marco Trayo, hijo de Cayo, prefecto, se encargó de que fuese construido un templo? para el dios Apolo por suscripción pública y unas cancelas a sus expensas.” (Fuente: CILA II, 578)

El denominado Fragmento de Pavimento con cartela epigráfica, que también podemos contemplar en el Museo Arqueológico de Sevilla, fue datado entre los años 25 y 1 a.C., es decir, a finales del periodo republicano. Tal vez, como apuntan algunos autores, debería fecharse entre los años 90-50 a.C., puesto que son los pretores aquellos que ostentan la magistratura superior en las Colonias de derecho latino y, en consecuencia, la magistratura de pretor sólo sería posible en este tipo de colonias republicanas.

Nuevamente, varias fueron las hipótesis que se elaboraron a raíz de este fabuloso hallazgo y su estudio pertinente. En primer lugar, que el pavimento formaba parte del primitivo foro de Itálica, y que en la plaza pública de la ‘Vetus Urbs’ se erigió un templo dedicado a Apolo, dios de la belleza, la armonía, el equilibrio y la razón, además de protector de las fuerzas malignas, así como otras atribuciones de tipo cultual. El edificio donde estuvo ubicado tendría una función oficial. Posiblemente formara parte de la Curia, a semejanza del construido en Roma, el cual se acompañaba de un templo dedicado también a Apolo. Sería el pretor italicense el que incluiría de su bolsillo las barandillas a las que hace mención el texto inscrito en el mosaico.

Se da la circunstancia que la pieza en cuestión fue localizada en las proximidades donde se descubrió la Oratio de Prettis Gladiatorum Minuendis, es decir, la ley sobre los juegos gladiatorios de la ciudad. En conclusión, tanto la Curia, precedido por el templo dedicado a Apolo, como este último edificio de función pública, quedarían situados en el extremo occidental de la plaza.

Por último, y muy interesante para conocer la historia de esta antigua ciudad hispanorromana, el nombre propio del prefecto que aparece citado sobre la superficie del pavimento, M(arcus) Traius, hace sospechar que, esta consagración a la que se refiere la pieza, fuera realizada por un antepasado del mismo Emperador Trajano. Se llega a esta conclusión, no sólo por la raíz del nombre, sino porque este personaje, en el momento de la monumentalización de la ciudad, ostentaba una posición y un poder económico claramente relevante.

De época Tibero-Claudia (14-54 d.C.) es otra pieza colosal que podemos encontrar en el arqueológico de Sevilla y que correspondería al Foro de Itálica. Se trata de una estatua masculina que presenta un manto enrollado en la cintura y recogido sobre el brazo izquierdo. Esta estatua se expondría en la plaza pública para que fuera admirada de frente,  pues su parte trasera quedó sin labrar.

El título del Municipium, al que hacíamos referencia, se conservará hasta el siglo II d.C., momento a partir del cual se le concede el de Colonia Aelia Augusta Itálica. Y será a partir de la llegada de Adriano al trono imperial romano cuando en la ciudad se inicie una fuerte expansión conocida como ‘Nova Urbs‘ (actual Parque Arqueológico de Itálica) que perdurará hasta el siglo IV d.C.

Muy posiblemente, un nuevo foro fue ordenado construir por el mismo Adriano. De unos cien metros de longitud y una altura calculada en torno a nueve metros, en el corazón de la nueva urbe se persiguió legitimar como esta ciudad, ahora en su máximo esplendor, había sido capaz de dar dos emperadores a Roma. En el centro de la explanada del nuevo foro se halló una losa de cimentación que, según los especialistas, podría tratarse de la base de un templo presuntamente levantado en honor a Trajano.

Con su exquisito gusto por la cultura helena, el nuevo emperador impregnará de nuevo estilo el Foro de Itálica, incorporando nuevas esculturas y motivos a la plaza pública de la ciudad que lo vio nacer. Con este cambio de tendencia, Adriano no persiguió tanto el culto al emperador, como se habría hecho hasta ahora, sino más bien conferirle una mayor ornamentalidad.

Así, por ejemplo, contamos con el torso de un atleta, adaptación del Anadoumenos de Mirón (s. V a.C.), que se coloca la cinta de triunfo en una cabeza ya desaparecida, pero que han perdurado restos en el hombro derecho y el pecho izquierdo.

De esta misma iconografía helenística pertenecen las representaciones del dios Mercurio (Hermes adolescente basado en un original de Policleto, s. V a.C.), con manto o clámide anudado sobre el hombro derecho mediante fíbula circular, y el torso del héroe griego Meleagro, vencedor del jabalí de Calidón e inspirado en la obra de Escopas (s. IV a.C.)

Con estas últimas referencias damos por finalizado nuestro propósito. Esperamos que, cuando visitéis el espectacular Museo Arqueológico de Sevilla, el contenido de este artículo os sirva para situar en mejor contexto algunas de las piezas que allí podréis encontrar.

Un saludo.

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Enlaces de interés

• Para que os podías hacer una idea de cómo podría ser el foro de Itálica, aquí os dejo su recreación infográfica tomada del blog Itálica Romana.

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