Cuando unos hechos que sucedieron durante la conquista romana de Hispania son narrados en el periodo andalusí, irremediablemente su historia acabará llegando hasta nuestros días envuelta en un halo de leyenda. Este es el caso del cuento la Fuente del Elefante.
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Castrejón de Capote
Higuera la Real, Badajoz
Se escucharon las tubas mientras resonaban gladios contra los escudos. Desde el ocaso, las caligae romanas marcharon en columna allá donde los estandartes señalaban su nuevo objetivo: un asentamiento céltico en la rica y verde Baeturia.
Sisapo
La Bienvenida. Almodóvar del Campo, Ciudad Real
Desde las primeras luces del alba varias de las esclavas se habían dedicado a preparar algunos ungüentos y cremas con los que maquillarían esa misma mañana a la domina. Era un día importante para Roma, se celebraba el regreso de Augusto tras su viaje a tierras de la Galia e Hispania. Por fin ambas provincias habían quedado completamente pacificadas.
Iponuba
Cerro del Minguillar. Baena, Córdoba
Mediados del siglo II d.C., un liberto llamado Cornelio Saturnino, antiguo y fiel esclavo de la familia Cornelia, inquieto supervisa la instalación de un dintel en las proximidades de la plaza pública de Iponoba. Orgulloso contempla como en la epigrafía se hace mención a su reciente ascenso augustal. Sabe que con la importante donación satisfecha y su recién nombramiento a la magistratura de la ciudad, sus hijos y nietos tendrán el camino despejado para ocupar, en el futuro, un cargo en el Corsus Honorum Municipal. Por este motivo quiere asegurarse que la piedra con su dedicatoria quede bien visible y, a poder ser, perfectamente legible para el resto de ciudadanos.
Yo soñé con Viriato
Yacimiento Arqueológico Laderas de Morana. Lucena, Córdoba
En dos ocasiones salí a su encuentro y por dos veces regresé con las manos vacías. Sabía que estaba allí, escondido entre rocas y agreste vegetación, pero no lograba dar con él. Confieso que durante un tiempo llegué a sentirme como el mismo Serviliano en su incansable persecución sobre el insurrecto Viriato por tierras hispanas, pues nunca lograba alcanzar mi objetivo. Aún peor, se había convertido en una verdadera obsesión; una idea que, por mucho que intentara, no podía quitármela de la cabeza.
Esta es la historia de esta persecución y de unos restos arqueológicos que los historiadores del lugar han querido identificar con la antigua Erisana, oppidum nombrado por Apiano en su obra Historia Romana: Sobre Iberia.