Existen pasajes de nuestro pasado que lograron alterar el ritmo de la Historia y, tal vez, sea este uno de ellos. Seguro que lo conoces… o puede que no.
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La tragedia de Hipólito y Fedra
Sarcófago en la Torre del Pretorio, Tarragona.
La historia que hoy paso a contaros trata de amores y rencores, envidias, venganzas y muertes que, junto a las figuras de reyes, héroes y dioses de la mitología griega, hacen de esta tragedia un relato inconmensurable.
Basilippo
Torre del Cincho. El Arahal, Sevilla
Solitaria, pero desafiante; desolada, aunque orgullosa. Erguida y despuntando sobre el horizonte de la campiña sevillana, la vieja torre funeraria se resiste al paso de los siglos. Hace mucho que el límite de su necrópolis había dejado de marcar, hace mucho que la antigua ciudad de Basilippo habían dejado de citar.
La torre móvil
La caída de Sagunto. Capítulo VIII
Tras el último intento frustrado por irrumpir en la ciudad y ya recuperado de la herida de su pierna, Aníbal decidió que, llegados a estas alturas del asedio, lo mejor era dar descanso a sus hombres. Únicamente se preocupó por vigilar los manteletes y arietes empleados en el anterior ataque con algunos destacamentos, ahora repartidos por las laderas del cerro. También se les había visto hacer acopio de ingentes cantidades de madera, las cuales transportaban desde los bosques más alejados que Balcaldur, previo al cerco, no había tenido tiempo suficiente de destruir.
El derrumbe de las defensas
La caída de Sagunto. Capítulo VII
Durante algún tiempo, mientras sanaba la pierna del Bárquida, disfrutamos de cierta tranquilidad en las defensas. El bloqueo permanecía, eso es cierto, impidiendo con su cerco que nadie pudiera entrar o salir de la ciudad. Pero también es cierto que se produjo una especie de tregua no pactada, un leve respiro necesario a la población que permitió la continuidad en las obras de fortificación interna con todos los brazos disponibles.
Se inicia el asalto
La caída de Sagunto. Capítulo VI
Sereno e impasible, desde el adarve de las murallas Balcáldur observaba los movimientos de tropa que realizaban los cartagineses ante su inminente ataque. En retaguardia, al amparo de los manteletes y las vineas, los arietes traídos expresamente desde Qart Hadast se mantenían a la espera de una infantería hispana encargada de portar las escalas con las que llevarían a cabo el asalto. O por lo menos eso era lo que se podía intuir desde la distancia y con una vista desgastada por el paso de los años.
Una larga espera
La caída de Sagunto. Capítulo IV
De forma tranquila y apacible transcurrió el final de temporada en Sagunto. Las naves apenas fondeaban en su portus desde que se declarara el cierre de las aguas. Sólo alguna que otra embarcación, de carácter menor y procedentes del área de influencia púnica, se atrevía a arribar en nuestras costas. Estos navíos, utilizados para cabotaje, arriesgaban la mercancía que fletaban al navegar por el océano encrespado, pero siempre lo hacían cargados de armas y defensas. La guerra parecía próxima e inminente y, desgraciadamente, resultaba todo un suculento negocio muy a tener en cuenta.
Medidas preventivas
La caída de Sagunto. Capítulo III
Las intenciones de Aníbal no están para nada claras. Puede que el general cartaginés tan sólo esté jugando con nosotros, utilizándonos ante su eterna enemiga Roma, aunque sea a costa de nuestras vidas. Si esto fuera así, creo que se trataría de un juego un tanto cruel, ¿no crees?
POSTRIP para Caesaraugusta
Qué y cómo podemos disfrutar del patrimonio de la Zaragoza romana. A continuación desarrollamos su Postrip© o publicación de ruta.
Mi recomendación para realizar la ruta de Caesaraugusta sería la siguiente:
El Puntal dels Llops
Olocau, Valencia
Principios del siglo II a.C., las sombras del ejército de la República emergen por los antiguos caminos fronterizos que se diluyen entre la densa arboleda de la Sierra. Lo hacen al amparo de la oscuridad, con paso firme y seguro. A sus espaldas aún resuenan los desplomes de las paredes de adobe sobre la tierra batida y el crepitar de unas techumbres envueltas en llamas. Un nuevo fortín edetano ha quedado destruido; el puesto de control para la vigilancia del territorio íbero ha sido asaltado, saqueado y abandonado. En esta noche, una manada de lobos ahoga sus desconsolados aullidos bajo la intensa luz de la luna llena.