Una de templarios

Iglesia de San Miguel de Breamo. Pontedeume, A Coruña.

Año de 1187. Guido de Lusignan, rey en esos momentos de Jerusalén, al mando de los contingentes templarios y hospitalarios sufre una gran derrota en Qurun-hattun ante el nutrido ejército de Salah ad-Din, Saladino. El máximo responsable de los cruzados en el reino de Cristo será capturado en las áridas tierras de los Cuerno de Hattin y hecho prisionero por los musulmanes junto con otros tantos nobles. Para su liberación, se verá obligado a ceder la ciudad de Asqalum. Desgraciadamente, no todo queda ahí. Al poco tiempo, los estandartes de la media luna ondearán sobre las torres de la emblemática Jerusalén.

En ese mismo año se construye San Miguel de Breamo. Ante la incertidumbre que se vive en la cristiandad y el temor que se tratara del inicio de la caída templaria, San Miguel es erigida, de forma secreta, sobre un antiguo santuario pagano; se construye no como templo para la advocación cristiana, sino como el testamento de la propia orden.

Esta es la leyenda de los Guardianes del Testamento Templario.

01 - IGLESIA DE SAN MIGUEL DE BREAMO

Iglesia de San Miguel de Breamo. Pontedeume, A Coruña.

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Basílica paleocristiana de Vega del Mar

San Pedro de Alcántara, Marbella

Se sintió en las provincias granadinas y en otras del Imperio un violento terremoto. Las olas del Mediterráneo hirvieron como en la más deshecha borrasca. A muchas varas de distancia de Malaca, de Exi (Sexi), de Abdera, quedaron en seco las playas que siempre habían estado bañadas por las aguas: los pescados, faltos de su natural elemento, eran cogidos a mano sobre la arena sin redes ni anzuelos. Absorto los habitantes, vieron la profundidad de los abismos, que colmados de agua estaban quizás desde el principio del mundo. Al cabo de algunas horas retrocedió el mar con ímpetu furioso; los buques, que habían encallado en la arena, fueron lanzados con irresistible empuje dentro de tierra, y estrellados algunos contra los edificios de las ciudades cercanas. Las aguas inundaron los pueblos de la ribera, ahogando a multitud de familias.” (Miguel Lafuente Alcántara. Historia de Granada: comprendiendo la de sus cuatro provincias Almería, Jaén, Granada y Málaga desde remotos tiempos hasta nuestros días. 1843)

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Edeta (continuación)

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Edeta quedó definida, finalmente, como un gran centro de poder, además de ser la residencia de la dinastía real y toda su aristocracia dependiente. Se le asignará el papel de único ámbito autorizado donde practicar el intercambio comercial, cometido a través del cual las élites se asegurarán controlar el poder económico. De esta forma se mantendrá la hegemonía con respecto al resto de asentamientos, entendidos a estos últimos como simple servidumbre territorial.

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Edeta

Tossal de Sant Miquel. Llíria, Valencia

Durante el Bronce Final (siglos VIII – VII a.C.), el territorio que terminará controlando la ciudad íbera de Edeta no era más que una amplia extensión de tierras prácticamente deshabitadas; unos parajes donde el asentamiento de la futura capital edetana, con amplio registro de vida continuada desde el II milenio, centralizará las escasas importaciones, resultado de los contactos comerciales esporádicos, que hasta el lugar llegaban. El asentamiento humano se situará en una posición elevada y defendido por unas primeras murallas. Sus viviendas se alzarán sobre planta rectangular y zócalos empedrados, fabricados con los mismos materiales heredados de los modelos precedentes.

CIMA DEL CERRO

Cima del Cerro Tossal de Sant Miquel. Llíria, Valencia.

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