Aníbal llega a Sagunto

La caída de Sagunto. Capítulo V

Espoleando sus pequeñas y ágiles monturas – sin bridas, ni bocados, ni tampoco sillas; tan sólo el uso de una vara y una cuerda alrededor del cuello -, un cuerpo bien nutrido de caballería ligera númida avanzó hasta alcanzar las proximidades del oppidum. A sus espaldas dejaban una densa polvareda que terminaba fundiéndose con las altas columnas de humo de unos campos envueltos en llamas.

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Huyendo de las tradiciones, me topé con la leyenda

Castro Lupario. Brión, Santiago de Compostela.

En el cruce donde se encuentran los caminos de la historia, la fantasía y la tradición, la única ruta posible a seguir será aquella que narra su leyenda.

Legion Novena Hispana

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