Fue entrar a la domus mi amigo y fundirnos en un efusivo abrazo. En un principio Caecilius se sorprendió el verme desayunando en la cocina, pero rápidamente recuperó su compostura habitual. Esa mañana se había vestido de manera impecable, con toga de lino blanca y pliegues cuidadosamente ordenados. Era evidente que se había preparado meticulosamente con el objeto de causar buena impresión a alguien.
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Oratorio visigodo de Valdecanales
Rus, Jaén.
En la provincia de Jaén, siguiendo la ruta del viejo camino que marchaba hacia la antigua capital del reino visigodo, Toletum, se localiza un oratorio rupestre correspondiente a este mismo periodo de nuestra historia. Tal vez mozárabe, pudo servir de refugio espiritual para atender las necesidades de fe de aquellos pobladores que habitaron estas tierras del interior. Este impresionante patrimonio cultural, hoy maltrecho por el paso de los siglos y el desinterés público, continua manteniendo en secreto el enigma de cuál pudo ser el origen de sus fundadores y las verdaderas funciones para las primeras comunidades cristianas, a la vez que sigue sorprendiendo a todo viajero que tiene la curiosidad de conocerlo.
La Casa de los Mármoles
Si he seguido correctamente todas las indicaciones, esta debe ser la zona donde se encuentra la domus de Caecilius Avitas. Antes de intentar dar con ella buscando entre sus calles, debería resguardar al animal para que pueda descansar de tan largo y pesado viaje. Por suerte, aquí cerca, adosado a la muralla junto al paseo de ronda, hay habilitado un establo donde podría comer y saciar su sed sin problema alguno.
Se construye un dolmen
Dolmen de Lácara. La Nava de Santiago, Badajoz
Hacía ya algún tiempo que decidieron abandonar sus antiguos refugios, unas cuevas que se ubicaban bajo el abrigo montañoso. La comunidad se había trasladado a los fértiles valles de este inmejorable paraje. Atrás quedaban las ancestrales cámaras subterráneas junto a las viviendas de pieles y juncos secos improvisadas debido al aumento de sus miembros. Por contra, disfrutarían de los beneficios incomparables que proporcionan unas tierras ricas para el cultivo y cosecha, así como para la cría de animales y el pastoreo.
El trazado viario
Empieza a hacerse tarde. No puedo perder un instante más si quiero llegar a la hora prevista para el encuentro con Caecilius Avitas.
Según las indicaciones que me proporcionó el día nuestra última reunión en Corduba, su domus debe quedar muy próxima a esta zona residencial, en el área de insulae distribuidas a lo largo de la calzada. Parece que se trata de la misma viae que tomé al cruzar la puerta del puente, pero en dirección norte. En realidad, corresponde al primer cardus minimus que atraviesa la urbe y que circunda su muralla por la cara interior.
La transformación musulmana de Augusta Emerita
«En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Bendición de Dios y Su protección para los que obedecen a Dios. Ordenó construir esta fortaleza y servirse de ella como refugio de los obedientes el emir Abd al-Rahman, hijo de al-Hakam –glorifíquele Dios–, por medio de su camil Abd Allah, hijo de Kulayb b. Talaba, y de Hayqar b. Mukabbis, su sirviente [y] Sahib al-bunyan, en la luna del postrer rabi del año doscientos veinte» [abril del año 835 d. C.]
Zona residencial junto a la puerta monumental
Fue atravesar la puerta monumental del flumen Anae y desbordarme el enorme bullicio que la propia Augusta Emerita generaba en su interior. El gran alboroto de sus calles provocó el despertar de mi letargo y tranquilidad del que venía disfrutando a lo largo de todo el viaje.
Ciudadanos, libertos, esclavos, viajeros, comerciantes y demás gentes de a pie transitaban las viae de la urbe a través de sus amplias aceras porticadas. Los que iban sobre monturas y carruajes, utilizaban cómodamente el ancho de las calzadas. Igualmente ocurría con aquellos que se desplazaban recostados en literas portadas por sus esclavos. La gente iba y venía de un lado para otro, cruzando las insulae y recorriendo las calles en distintas direcciones. Se trataba de uno de los puntos principales y mayor concurrencia de la colonia: el inicio del decumanus maximus.
La puerta del puente
Cuatro son las puertas principales por las que se accede a la ciudad de Augusta Emerita, situadas cada una de ellas en los extremos de sus dos arterias principales: decumanus y cardus maximus. En concreto, la puerta donde me encuentro se ubica justo al final de la travesía del puente, sobre una gran explanada y dando inicio a la gran calzada del decumanus maximus – vía que recorre la ciudad de Oeste a Este atravesando la zona pública de la colonia -. La puerta del puente es, sin lugar a dudas, el área de acceso a la urbe donde se concentra un mayor tránsito de personas y carruajes cargados con mercancías. Ello se debe a su privilegiada localización, próxima a los cruces viarios de algunas de las calzadas comerciales más importantes del territorio hispano.
Puente sobre el flumen Anae
Al fondo podía distinguir las enormes puertas levantadas en la explanada, una construcción flanqueada por dos inmensas torres que se adosan al lienzo de la muralla. Su posición es inmejorable como puesto de control sobre el flujo continuado de personas y carruajes que por este entorno pasan.
Los emeriti
Por fin avistaba Colonia Augusta Emerita después de recorrer las casi setenta leguas que la distan de Colonia Patricia. Desde la orilla opuesta a la ciudad, justo al otro lado del puente que atraviesa el curso del flumen Anae, alcanzaba a contemplar la urbe en todo su esplendor.