No había pasado más que un breve lapso de tiempo cuando vi aparecer a Caecilius doblando la esquina exterior del pórtico. Caminaba con los hombros caídos y el semblante serio, con la mirada perdida en el rico y cuidado pavimento que pisaba. Parecía desalentado, tal vez abatido; nada que ver con ese optimismo mostrado ante las puertas de la domus. Me llamó mucho la atención que aún portara bajo el brazo aquel objeto envuelto en paño con el que había salido de su vivienda, pero ni rastro de las muestras de cerámica que le había hecho entrega.
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El acceso al Forum Provinciae
Fue entrar a la domus mi amigo y fundirnos en un efusivo abrazo. En un principio Caecilius se sorprendió el verme desayunando en la cocina, pero rápidamente recuperó su compostura habitual. Esa mañana se había vestido de manera impecable, con toga de lino blanca y pliegues cuidadosamente ordenados. Era evidente que se había preparado meticulosamente con el objeto de causar buena impresión a alguien.
La Casa de los Mármoles
Si he seguido correctamente todas las indicaciones, esta debe ser la zona donde se encuentra la domus de Caecilius Avitas. Antes de intentar dar con ella buscando entre sus calles, debería resguardar al animal para que pueda descansar de tan largo y pesado viaje. Por suerte, aquí cerca, adosado a la muralla junto al paseo de ronda, hay habilitado un establo donde podría comer y saciar su sed sin problema alguno.
La casa de Hippolytus en Complutum (continuación)
Las obras del segundo frigidarium se encontraban bastante avanzadas, tal vez por ese motivo se debieran las prisas en su pavimentación. Para las paredes de esta piscina se había escogido una elegante pintura mural, recreando en su cubierta una representación con motivo del triunfo de Venus. Para sus zócalos, los responsables en la rehabilitación de la villa habían optado por una decoración que emulaba losas marmoleadas en tonos ocres, algo que le otorgaba cierra solemnidad al espacio.
La casa de Hippolytus en Complutum
Una visita a la collegia iuvenum
Si eres joven, atleta y vigoroso, puede que te guste el artículo que hoy publicamos. Si también tu familia forma parte de la clase senatorial o ecuestre, te recomendamos que le eches un vistazo, aunque sea de pasada. Pero si, además de todo ello, estás interesado en la actividad política y municipal de tu ciudad o aspiras a la elección de algún cargo público, sencillamente no te lo puedes perder.
Los orígenes de Cartima
Cuando inicié la búsqueda de documentación relacionada con la antigua ciudad de Cartima, y en un intento de recabar toda la información posible, al primer lugar donde decidí acudir fue a las fuentes clásicas. Sólo en la obra de Tito Livio titulada Ab Urbe condita (Capítulo XL, 47, 1-4) se hace referencia a ella en el pasaje que narra la campaña militar de Tiberio Sempronio Graco (año 180 a.C.) durante la primera guerra celtíbera en tierras hispanas (pulsa aquí para conocerlo). Dicho texto recoge la siguiente mención: “… Después de tomar rehenes y poner una guarnición en la ciudad (Munda, a la que atacaría por sorpresa aprovechando la oscuridad de la noche), siguió su marcha asaltando los oppidum y quemando los cultivos, hasta llegar a otra ciudad de excepcional fuerza a la que los celtíberos llamaban Cértima…”.
Permítanme que hoy no les muestre nada
El Plan B
Los Aljibes de la Vieja Catedral
Una de las cosas que he aprendido en los últimos años, cuando salgo a fotografiar monumentos y restos de nuestro pasado, es que siempre debemos de contar con un plan ‘B’ anotado en la agenda, una alternativa a la que podamos recurrir en los casos que consideremos urgentes y de primera necesidad.
En el presente artículo me gustaría ilustraros cómo pueden llegar a ser de útiles estas segundas opciones, tomando como ejemplo mi última visita a Cartagena.
Un personal de bandera
Domus romana. Hotel Hospes Palacio del Bailío, Córdoba
Era sábado y tenía preparada una ruta para algunos de los puntos de interés de Córdoba ciudad. Siendo este el día de la semana elegido, también era perfecto conocedor que muchos de sus lugares se encontrarían cerrados al público.
En la agenda tenía bien marcado, digamos que en mayúsculas, uno de ellos en concreto. Pero dudaba de las posibilidades de poderlo visitar en tal día. Eso sí, nada perdía por probar. Así, después de recorrer el centro histórico y con mochila al hombro, me dispuse a marchar hacia el Hotel Hospes Palacio del Bailío. Había leído que tras su construcción aparecieron los restos de una domus romana y los clientes que en él se hospedan, tienen la posibilidad de contemplarlos.