Cuenta una leyenda abulense que en el año de 1.112, Alfonso I el Batallador, belicoso monarca del reino de Aragón, plantaba sus tropas ante las murallas de la ciudad de Ávila. Su exigencia, que el Niño Rey le fuera entregado.
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Begastri, una ciudad episcopal
Cabezo Roenas. Cehegín, Murcia
«Abd al-Aziz, hijo de Muza, hijo de Noseir a Teodomiro, hijo de Gabdus , en virtud de la cual queda convenido, y se le jura y promete por Dios y su Profeta (a quien Dios bendiga y salve) que tanto a él, como a cualquiera de los suyos, se les dejará en el mismo estado en que se hallen respecto del dominio libre de sus bienes; no serán muertos, ni reducidos a esclavitud, ni separados de sus hijos, ni de sus mujeres; se les permitirá el culto de su religión, y no serán incendiadas sus iglesias, ni privadas de su propiedad libre, en tanto que observe y cumpla fielmente lo que pactamos con él, a saber: que entregará por capitulación las siete ciudades, Auriola, Villena, Alicante, Muía, Begastro, Ello y Lorca; que no se dará hospitalidad a los que huyan de nosotros, ni a los que nos sean hostiles, ni se molestará a los que nos sean fieles adictos, ni nos ocultarán las noticias que tuvieren respecto de nuestros enemigos; que él y los suyos pagarán cada año un dinar, cuatro almudes de trigo, cuatro almudes de cebada, cuatro azumbres de vinagre, dos azumbres de miel y dos azumbres de aceite, y la mitad de esto los siervos. Fueron testigos. Otman, hijo de Abuabda, el Corcixí; Habib, hijo de Abuobaida, el Fihrí; Abdala, hijo de Meicera, el Falimí; y Abucain, el Hadalí; fué escrito en el mes de Racheb del año 94 de la hégira«
Pacto de Teodomiro. Abril de 713.
La extravagante tumba de un panadero
Que cruel es la ignorancia cuando así lo pretende, momentos en los que uno tiene ante sus ojos una joya, un verdadero tesoro, y es incapaz de percibirlo. Claro, que si el elemento en cuestión da pie a confusas interpretaciones, nada se puede hacer para evitarlo. A decir verdad, esto lo llamo yo ‘consuelo de tontos’.
Yacimiento Arqueológico Cerro de la Cruz
En la anterior publicación titulada Duro Castigo en la Bastetania, narramos, con cierto estilo novelado, cómo pudo ser una acción punitiva ejecutada por las legiones de la República romana en territorio íbero del Sur peninsular. Nuestro propósito no fue, ni mucho menos, ensalzar a nuestros amigos seguidores de la cultura romana y con ello menospreciar a los que se consideran amantes de la íbera. Todo lo contrario, quisimos mostrar la dureza en los periodos de la colonización romana apartándonos de la imagen idílica que nos transmiten de la guerra las pinturas barrocas y neoclásica, empañando con su belleza la crudeza de la realidad.
En la presente explicaremos el yacimiento de El Cerro de la Cruz, así como los resultados de los estudios llevados a cabo hasta la fecha y ya publicados. Con su exposición buscaremos una mayor comprensión de lo que pudo ser este poblado de época íbera y los habitantes que en él vivieron.
Duro castigo en la Bastetania
El poblado íbero del Cerro de la Cruz. Almedinilla
– No hizo falta esperar a la caída de la noche; no fue necesario buscar el amparo que brindaba la oscuridad. Sabíamos perfectamente que dentro del oppidum apenas encontraríamos resistencia y cumplimos con nuestras órdenes.