“Luego salió [el califa] el sábado – diez de junio [de 1195] – y mandó pasar revista; cabalgó todo el ejército con pertrechos completos y atavía espléndido y cuando acabaron de montar a caballo y se terminó la organización de jinetes y peones; cabalgó al-Mansur y fue con los secretarios y visires y los parientes e hijos; los revistió en sus puestos, fila por fila y cábila por cábila, y les agradeció su cuidado y preparación con las más hermosas gracias. Se sacaron los sueldos y donativos – barakat – y se movilizaron los contingentes habituales y todos los soldados inscritos.”. (Libro de la increíble historia de los reyes de al-Andalus y Marruecos. Autor: Ibn Idhari)
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Fuente Álamo: El balneum
Como ya comentábamos en su artículo anterior, en un pequeño bosque situado a las afueras del núcleo poblacional, a intermediación entre los oppidum de Ipagrum (actual Aguilar de la Frontera) y Ostippo (Estepa. Para leer el artículo relacionado con el asentamiento turdetano de Astapa, pulsa aquí), los veteranos de las legiones recién licenciadas levantaron un balneario público con ayuda de las comunidades indígenas. Un balneum dedicado al ocio y culto a las aguas donde los nuevos colonos, así como los comerciantes y viajeros que empezaron a transitar por estas tierras, pudieron disfrutar del placer que les brindaban estos baños mientras descansaban, comían, practicaban deporte o formalizaban acuerdos mercantiles.
Aprovechando la calidad de las aguas que corrían por un inmenso arroyo, sin olvidar las excelentes estructuras que los antiguos pobladores ya tenían levantadas a modo de tapiales, se construyó el balneum o balneario de Fuente Álamo.