Fue entrar a la domus mi amigo y fundirnos en un efusivo abrazo. En un principio Caecilius se sorprendió el verme desayunando en la cocina, pero rápidamente recuperó su compostura habitual. Esa mañana se había vestido de manera impecable, con toga de lino blanca y pliegues cuidadosamente ordenados. Era evidente que se había preparado meticulosamente con el objeto de causar buena impresión a alguien.
Archivo de la etiqueta: zona
La Casa de los Mármoles
Si he seguido correctamente todas las indicaciones, esta debe ser la zona donde se encuentra la domus de Caecilius Avitas. Antes de intentar dar con ella buscando entre sus calles, debería resguardar al animal para que pueda descansar de tan largo y pesado viaje. Por suerte, aquí cerca, adosado a la muralla junto al paseo de ronda, hay habilitado un establo donde podría comer y saciar su sed sin problema alguno.
El trazado viario
Empieza a hacerse tarde. No puedo perder un instante más si quiero llegar a la hora prevista para el encuentro con Caecilius Avitas.
Según las indicaciones que me proporcionó el día nuestra última reunión en Corduba, su domus debe quedar muy próxima a esta zona residencial, en el área de insulae distribuidas a lo largo de la calzada. Parece que se trata de la misma viae que tomé al cruzar la puerta del puente, pero en dirección norte. En realidad, corresponde al primer cardus minimus que atraviesa la urbe y que circunda su muralla por la cara interior.
Acceso a la ciudad monumental
El viajero que llegaba por primera vez a estas fértiles tierras de la Baetica; el mercader con intenciones de ofrecer sus exóticas mercancías a los ciudadanos más notables; o, simplemente, el emigrante atraído por las favorables condiciones económicas y amplias miras de promoción social que ofrecía Singilia Barba, admirarían la majestuosidad de la ciudad mientras se iban acercando a ella a través del trazado que dibujaba su calzada. Atrás quedaban los grandes valles y sus extensiones de cultivo, así como las imponentes villae destinadas a la producción continuada de vino, aceite y cereales. Seguramente que, antes de partir, a estos viajeros y mercaderes de la Hispania del siglo II d.C. les hablarían de la riqueza de sus campos, aunque en su imaginación apenas pudieron acercarse a lo que llegaban a contemplar con sus propios ojos.