Huyendo de las tradiciones, me topé con la leyenda

Castro Lupario. Brión, Santiago de Compostela.

En el cruce donde se encuentran los caminos de la historia, la fantasía y la tradición, la única ruta posible a seguir será aquella que narra su leyenda.

Legion Novena Hispana

Se celebraba la romería de San Arandel en Bastavales (parroquia del Concello de Brión, Santiago de Compostela). Allí los vecinos se reunían para festejar, entre juegos populares con los niños y cuantiosas sardinadas, un gran día de tradición en el lugar. Eran sus fechas, eran sus festejos.

CAMINO DE JABALIES2

Sendero hacia Castro Lupario. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

Desgraciadamente, y no es que esté en desacuerdo, no soy persona muy dada a los grandes encuentros sociales y mucho menos aquellos relacionados con las tradiciones populares; más bien soy un individuo que tiende a huir de ellos cada vez que puede. Para mi desgracia, esa tarde me impedían toda posibilidad de escapatoria, es decir, me prohibían, expresamente, ir a los montes gallegos en busca de nuevas piedras, algo que, confieso, me apasiona. Ya era el segundo día consecutivo en el que me quedaba en tierra, cautivo e incomprendido.

Para colmo de males, también éramos los primeros en llegar al lugar de encuentro. Esta situación sólo me hacía pensar en el el tiempo que nos restaba hasta regresar a casa. Deciros que, en esos momentos, mi cara era un verdadero poema, o por lo menos así lo intuyó mi tío que, buscando a su mujer, comentó: “Llévatelo a buscar piedras por algún sitio”. “Pero, ¿a dónde?”, le preguntó mi tía. “A dónde sea”, le contestó con rotundidad. “Arriba en el monte, por el camino de jabalíes. Llévatelo al Castro Lupario que tu sabes encontrarlo.”.

¿Castro Lupario?, ¿camino de jabalíes? ¿A qué se estarían refiriendo los dos?

Bueno, para explicaros un poco de qué va todo esto, se me hace imprescindible narraros previamente una historia; mejor dicho, una leyenda. Deduzco que mucho de vosotros la conoceréis bien, pero, para aquellos que nunca les llegó a sus oídos, a continuación paso a relataros la Leyenda de la Traslación del Apóstol Santiago:

ATANASIO Y TEODORO

Atanasio y Teodoro acompañando al apóstol Santiago en la fachada de la Puerta Santa de la Catedral de Santiago de Compostela.

«Corría el año 42 d.C. Tras practicar sus enseñanzas evangélicas en tierras hispanas, Santiago volvía a Jerusalén. Allí lo esperaba Herodes Agripa I quien, teniendo noticias de su regreso, lo mandó apresar. En esta misma ciudad el discípulo de Jesucristo sería torturado y, finalmente, decapitado.

Durante el trascurso de la noche, sus adeptos lograron apoderarse del cuerpo sin vida del maestro y, llevándoselo consigo, lograron conducirlo hasta el puerto de Haffa. Allí lo embarcarían en una nave que partiría a tierras de la Gallaecia con un cargamento de bloques de piedra. A lo largo de toda la travesía los restos del santo permanecieron custodiados por dos de sus discípulos: Atanasio y Teodoro

La embarcación cruzó el Mediterráneo hasta alcanzar las costas gallegas. Se encontraba navegando a la altura de Bouzas cuando sus tripulantes fueron testigos del festejo que se celebraba en honor a las nupcias entre el príncipe Lobecio Privano (hijo de la Reina Lupa y de Lobo Lobecio) y Caya Valeria (hija de Caya Lobia y Puctonio Marcelo)

CAMINO DE JABALIES

Adentrándonos en el interior de la arbolada en dirección al emplazamiento del Castro Lupario. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

En esos precisos instantes, el príncipe Lobecio participaba en una especie de justa que formaba parte de la fiesta, pero la desdicha se apoderó de los allí presentes. En un fatal infortunio, durante el transcurso del combate, el príncipe cayó al mar y empezó a hundirse irremediablemente sin que nadie pudiera hacer algo para evitarlo.

Fue bajo esta amarga desgracia cuando el Apóstol Santiago interviniera por primera vez. Quiso la Divina Providencia que el joven no se hundiera, facilitando con su acción que el cuerpo del príncipe permaneciera flotando finalmente sobre las aguas.

Arrimada la noche, la nave mercante se adentró en la ría de Noia hasta atracar en el puerto de Iría Flavia. En este espacio portuario, y haciendo uso de un miliario romano, amarraron la embarcación.

PEDRON

Milario romano. Actualmente se encuentra bajo el altar mayor de la Iglesia de Santiago en Padrón, y es conocido popularmente con el nombre de “Pedrón”, del que deriva el topónimo de Padrón. Santiago de Compostela.

Atanasio y Teodoro necesitaban buscar refugio para dar sepultura a su maestro. Mientras decidían el destino, depositaron el cuerpo sobre la superficie de una inmensa piedra. Para sorpresa de los asistentes, y de manera inesperada, la roca fue cediendo y amoldándose a la forma del difunto hasta convertirse en una especie de féretro. Cargando con el sarcófago santo resolvieron visitar a la Reina Lupa, Atia Moeta, en sus dominios del Castro Lupario. A ella le solicitarían un lugar idóneo donde dar descanso eterno al apóstol.

– Nuestro Señor Jesucristo te envía el cuerpo del apóstol Santiago, porque quiere que acojas muerto y con benevolencia al que no quisiste escuchar cuando estaba vivo.

CRUZ DA COSTA DA MORTE

Cruz da Costa da Morte. Fisterra, A Coruña.

Tras escuchar las palabras pronunciadas por los dos extranjeros, la reina no tardó en acusarlos de soberbia. Pero muy cortésmente, y ocultando sus verdaderas intenciones, les convidó a que se dirigieran hacia Dugium (Duio-Fisterra), tierras donde habitaba el sumo sacerdote de Ara Solis llamado Regulus. Ante él debían presentarse y hacerle llegar sus demandas.

La gran dama alegaba que Regulus se encontraba en mejores condiciones para dar respuestas a tales peticiones. Lo que desconocían los discípulos era que este sacerdote fuese, realmente, un enemigo acérrimo del cristianismo. Cuando Teodoro y Atanasio se presentaron ante él y expusieron sus deseos, el sacerdote ordenó prenderlos y encarcelarlos.

En el transcurso de la noche, y permaneciendo presos los dos discípulos, aparecieron unas extrañas luces en el interior de la celda. Estos cuerpos celestes, en movimiento constante sobre el reducido espacio, acabaron dibujando una especie de puerta sobre uno de los muros. Los reos utilizaron el mágico vado para conseguir huir.

A la mañana siguiente, cuando Regulo se enteró de la fuga de los presos, ordenó iniciar una persecución en pos de su captura. Los fugitivos ya habían conseguido atravesar el río Támara (Tambre). Sucedió entonces que, al disponerse a cruzar los soldados el puente, este se derrumbó matando a muchos de ellos,  imposibilitando al resto de supervivientes la persecución.

ACTUAL PUENTE SOBRE EL RIO TAMBRE

Puente sobre el Río Tambre a su paso por Sigüeiro y formando parte de la ruta Camino Inglés del Camino de Santiago. A Coruña.

Una vez a salvo, Teodoro y Atanasio decidieron volver a visitar a la Reina Lupa para demandarle, en esta ocasión, una carreta y un par de bueyes con los que trasladar el sarcófago santo hacia una sepultura. Pero, de nuevo, Atia Moeta quiso engañarlos. Gustosamente, la reina accedió a sus peticiones y les hizo entrega de un carruaje y de una pareja de bueyes.

Resultó, entonces, que tales bestias eran, realmente, dos toros salvajes. Lo que sucedió a continuación fue que, milagrosamente, los dos animales quedaron amansados con el simple uso de rezos y plegarias acompañadas bajo el signo de la cruz.

Atia Moeta no podía dar crédito a lo que veía; los extranjeros se libraban una y otra vez de los peligros a los que ella les exponía. Además, fueron sus propios soldados los que le confesaron que la salvación de su hijo se debía a la obra e intermediación del Santo Apóstol, para el cual los dos hombres andaban buscando sepultura.

DETALLE DE LA CRIPTA DEL PORTICO

Detalle de la Cripta del Pórtico o Catedral Vieja. Siglo XII. Catedral de Santiago.

Incrédula ante tales afirmaciones, la monarca solicitó convertirse al cristianismo y ofrecer su propio palacio como mausoleo a Santiago. En cambio, los discípulos denegaron la ofrenda, prefiriendo, en su lugar, que fuera la Divina Providencia quien decidiera el lugar idóneo para su correcto enterramiento.

Sin guía profano ni terrenal, los bueyes transportaron el cuerpo del difunto en su último viaje. En un momento determinado del camino las bestias se detuvieron y con sus pezuñas empezaron a escarbar la tierra. De allí brotó un caño de agua, lugar donde en un futuro se levantaría una fuente para la devoción del Santo.

Prosiguieron la marcha hasta alcanzar el bosque de Liberdunum (Libredón), lugar en el cual la Reina Lupa había iniciado, tiempo atrás, la construcción de una obra dedicada a ella y a su nieta Viria Moeta. Fue aquí, bajo el resguardo de los árboles, donde se daría sepultura al Apóstol Santiago definitivamente.

SARCOFAGOS ANTROPOMORFOS EN IRIA FLAVIA

Sarcófagos antropomorfos en Iglesia Santa María la Mayor de Iria Flavia. Santiago de Compostela.

ALFONSO II EL CASTO

Estatua de Alfonso II El Casto en Santiago de Compostela.

No sería hasta el año 813 cuando un ermitaño llamado Paio alertara al obispo de Iria Flavia que sobre el bosque de Liberdunum resplandecía una extraña y potente estrella. Se trataba del Campus Stellae (hoy llamado Compostela) y bajo la maleza, cubierto por la vegetación y la arbolada, habían encontrado un altar con tres monumentos funerarios. Uno de ellos albergaba en su interior los restos óseos de un cuerpo decapitado y a su lado un letrero donde rezaba: “Aquí yace Santiago, hijo del Zebedeo y de Salomé”.

Rápidamente el cuerpo fue interpretado como los restos del Apóstol Santiago y, junto a él, los de Teodoro y Atanasio. De tal descubrimiento fue informado don Alfonso II, llamado también El Casto, quien, tras visitar el lugar, nombró al apóstol como patrón de su reino y ordenó erigir allí mismo una iglesia en su honor. Pronto se extendería por toda Europa la noticia de la existencia del sepulcro santo y empezarían las consiguientes peregrinaciones. Pero todo esto forma parte de otra historia o, mejor dicho, de otra leyenda.«.

Dada a conocer esta preciosa leyenda del Apóstol Santiago, sigamos con lo que, realmente, nos atañe, es decir, el meollo del artículo. Tal y como comentaba al principio, nos pusimos en marcha mi tía, mi mujer (quien no se lo quería perder) y yo, abandonando el área campestre reservada para la celebración de San Arandel; también decir que a la zona recreativa no paraban de llegar vecinos de las aldeas cercanas, tanto por carretera, como por sus viejos caminos.

PONTE DOS MOUROS O DE FRANCOS

Ponte dos Mouros o de Francos. Aldea de Beca. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

Si alguna vez tenéis la oportunidad de pasear por estos preciosos parajes del Concello de Brión, comprobaréis que el pasado ha dejado aquí su impronta, a modo de testigo y beneficio de las generaciones venideras. No muy lejos de la romería, topamos con el Puente de los Mouros (también denominado de Paradela o de los Francos) La estructura es de fábrica romana, la cual permite cruzar uno de los afluentes del río Tinto muy próximo a nuestro destino. Según pude averiguar con posterioridad, el puente se situaba en una de las vías secundarias dirección a Per Loca Marítima y era muy transitada en el periodo romano por carruajes cargados de mercancías con las que se comerciaban. Transcurrido el tiempo, ya en época medieval, el puente sería utilizado por los peregrinos en su viaje al sepulcro del Apóstol.

A LA BUSQUEDA DEL CASTRO LUPARIO

A la búsqueda del Castro Lupario situado dentro de la masa forestal.

Cuando os alejéis del puente romano y rebaséis las últimas viviendas residenciales de las aldeas de Beca y Xinzo, lo que encontraréis ante vuestros ojos será una gran masa forestal, tupida y cerrada, en el que el uso de vehículos es completamente imposible. En mitad de este precioso bosque se encuentran las ruinas del Castro Lupario y para acceder a él deberéis enfrentaros a viejas sendas o, como dicen los lugareños, a los caminos de jabalíes.

ANTIGUA CALZADA DIRECCION AL CASTRO

Antigua calzada romana en dirección al Castro Lupario. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

Es cierto que en buena parte de los tramos del camino apenas se filtra la luz solar y sobre la tierra se intuye la huella del paso de estos animales, pero también debo indicar que, personalmente, no tuve ocasión de contemplar ninguno de ellos.

Recorriendo las faldas del monte, siempre con la sensación de estar ascendiendo hacia una loma y desorientados por la gran cantidad de árboles, por fin llegamos a los restos del Castro Lupario.

Muy deteriorados por cierto, aún se pueden distinguir los restos de algunas de las viviendas del antiguo asentamiento y de la muralla que la circundaría. En el caso de la estructura muraria, su  apreciación es mucho más clara y evidente.

RESTOS DE VIVIENDAS CORRESPONDIENTES AL CASTRO LUPARIO

Restos constructivos en Castro Lupario. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

Si algún día salís en su busca, lo primero que os llamará la atención será todo aquel musgo que cubre los bloques de piedra del yacimiento. Debido a la falta de luz y a la abundancia de humedad en el interior, el entorno se disfraza con una densa capa verde muy característico de la zona. Por otro lado, y a los pies de la meseta donde se sitúa el castro, son visibles los restos pétreos de las viejas construcciones cubriendo la totalidad de la ladera.

RESTOS DE LA MURALLA DEL CASTRO2

Muralla del Castro Lupario. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

Para acabar este artículo, me gustaría formularos la siguiente reflexión: ¿Es este el Castro Lupario al que se refiere la leyenda de la traslación de Santiago Apóstol?. Si no fuese así, ¿son sus restos parte de algún viejo asentamiento castreño en el extenso territorio que gobernaría la Reina Lupa? ¿Existió, realmente, la Reina Lupa? ¿Y Atia Moeta?

RESTOS CONSTRUCTIVOS CORRESPONDIENTES AL CASTRO LUPARIO

Restos constructivos pertenecientes al Castro Lupario. Bastavales, Brión, Santiago de Compostela.

Sinceramente, yo lo desconozco. Eso sí, lo que aquí pongo de manifiesto es que, esa tarde de San Arandel, huyendo de las tradiciones populares, me topé con estos magníficos restos arqueológicos. ¿Realidad o simplemente ficción? Lo cierto es que el único camino que pude seguir hasta llegar a él era la senda de esta preciosa leyenda.

Saludos.

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