Cerro de las Cabezas. Valdepeñas, Ciudad Real
<< Viene de publicación anterior
Cuando completé satisfactoriamente el recorrido propuesto, antes de marchar hacia mi nuevo destino, quise dar las gracias a los responsables que en el Centro de Interpretación se encontraban y felicitarles por el enorme trabajo realizado. Durante un encuentro muy agradable y placentero me trasladaron que en esos momentos estaban trabajando en la acrópolis y que esperaban enseñarla en próximas fechas. Fue allí donde uno de ellos, en una conversación sin mayor trascendencia, volvió a sembrar mi curiosidad sobre este yacimiento.
Como si no tuviese mayor importancia, esta persona me comentó: “lo destacable que tiene este yacimiento, con respecto a otros, es que la ciudad íbera fue abandonada en el siglo III a.C. y no repoblada, lo que implica que su estructura y composición quedó inalterada.”.
¿Abandonada?, ¿por qué motivo quedaría abandonada? – Pensaba a gran velocidad sin permitirme escuchar nada más – ¿Qué fue lo que obligaría a sus habitantes a esta ciudad contando con esas enormes defensas? ¿Y sin rastro de destrucción como en otros oppida que he visitado? Aún me encontraba digiriendo esa información cuando, entre dato y dato, también me comentó: “… y en el exterior de la Muralla Sur se encontraron dos cuerpos que, posiblemente, fueron ejecutados y exhibidos públicamente. Ambos se hallan bajo estudio en el Museo Municipal [de Valdepeñas]… Lo más interesante de estos cuerpos es que aparecieron rodeados por seis cornamentas de ciervo de gran tamaño, como si hubiesen practicado algún tipo de ritual íbero con ellos… “.
¿Una ciudad abandonada?, ¿dos cuerpos ajusticiados?, ¿rituales íberos? Pero, ¿qué me estaba contando este hombre?, no daba crédito a lo que escuchaba. Pues bien, en lugar de salir satisfecho de mi visita a Cerro de las Cabezas, me puse al volante cargando con estas dos nuevas cuestiones que no lograba sacar de mi mente.
Nada más llegar a casa, después de realizar una pequeña ruta por la provincia de Ciudad Real, quise ponerme en contacto con algunos amigos y trasladarles mis dudas. También aproveché para preguntarles si tenían noticia sobre estos dos grandes secretos que encierra el yacimiento. Para mi sorpresa, nadie sabía nada, todos lo desconocíamos. Lo único que logré esa noche, y a la mañana siguiente, fue trasladar mis dudas y despertar la curiosidad al resto que, a partir de entonces, iniciamos una intensa búsqueda de información con objeto de aclarar algo.
A estas alturas tengo que adelantaros que nada. Todo son hipótesis y conjeturas, pero nada de resultados definitivos. Este es el verdadero motivo por el que me he decidido a escribir un artículo sobre el Cerro de las Cabezas. Una publicación que, a modo de mensaje en una botella, logre encontrar a alguien quien nos proporcione una explicación lo más coherente posible. ¿Por qué fue abandonada? y ¿cuáles pudieron ser los motivos para ejecutar a esos dos hombres y exhibirlos públicamente de esa manera?
Si queréis, mientras llega o no llega alguna nueva noticia que de luz y esclarezca ambas cuestiones, paso a detallaros la información recopilada hasta el momento y daros una primera valoración que para nosotros es la más lógica. Empecemos por los cuerpos.
En el artículo titulado “El estudio de los dos esqueletos hallados en el Cerro de las Cabezas habla de muertes cruentas”, publicado en el diario digital Actualidad Valdepeñas el 30 de julio de 2014 y en relación a la comparecencia pública realizada por el Concejal de Cultura, se adelantan los siguientes datos concluyentes obtenidos a partir del estudio de los dos cuerpos y que, a modo de resumen, sintetizan perfectamente la cuestión: “Sufrieron muertes cruentas…; se trata de dos varones de entre 30 y 50 años…; los restos datan del siglo III a.C…; Sobre los cuerpos aparecieron seis grandes cornamentas de ciervo, algo relacionado con los ritos de la cultura ibérica (hipótesis)…; ambos individuos eran de complexión fuerte en las piernas y débiles en los brazos, lo que hace pensar que eran pastores o estuvieran acostumbrados a largas caminatas (¿posible comerciantes o mercaderes?)…; sus dentaduras mostraban un desgaste excesivo, por lo que es posible que realizaran trabajos abrasivos como [el tratamiento de] pieles, es decir, que utilizaran la boca como si fuera una tercera mano…; uno de ellos mostraba un golpe en la cabeza, que es posible que se lo hiciera hasta cuatro semanas antes de la muerte (¿fecha de la captura?), y un corte profundo en la pierna, que podría haber sido la causa de la muerte. El otro individuo fue decapitado y la cabeza fue arrojada junto al cuerpo. Tanto el corte en la pierna, como el de la cabeza del segundo, es posible que estuvieran realizados con una especie de falcata (hipótesis)…; ambos cuerpos no fueron enterrados, sino que fueron depositados junto a la muralla sur y sobre ellos se echó tierra…; ambos individuos sufrieron muertes traumáticas y se bajara como posible causa (hipótesis) que estuvieran relacionados con un castigo porque fueran ladrones o porque pertenecieran a otros pueblos con los que los íberos estaban en guerra (¿cartagineses?). Otra posibilidad es que fueran depósito votivo y su muerte fuera una especie de ofrecimiento por la ampliación de la muralla (en el último tercio del siglo III a.C. se construyeron nuevos paramentos sobre la línea de muralla anterior)…”.
El mismo diario, con fecha 11 de julio de 2016, publica que: “… tras realizarse la prueba del Carbono 14 a los cuerpos… tuvieron una muerte cruel, son del año 244 a.C., con un margen de error de más menos 40 años…”.
Tenemos, pues, los cuerpos de dos hombres adultos, de entre 30 y 50 años (en un principio se adelantó que se trataban de jóvenes), ladrones o enemigos del poblado, que fueron castigados y exhibidos entorno al 244 a.C (más menos 40 años de error). Sobre las dos hipótesis planteadas en torno a su ejecución, aquella que establece la posibilidad de que se tratara de un depósito votivo enmarcado en un contexto ritual íbero, todos pensamos que es la más inverosímil.
En la cultura íbera se practicaba la cremación. Esto es, una vez quemados los cuerpos, parte de sus cenizas junto a los restos óseos resultantes de la incineración, eran recogidos en urnas y depositados en las necrópolis. Debido a ello, no se han encontrado restos de cuerpos que sugieran planteamientos rituales que puedan equipararse a este caso.
Es más lógico pensar que se trataran de ladrones o enemigos del poblado. En este sentido, y por la coincidencia del periodo en el que fueron ejecutados, las fuentes clásicas narran como el general cartaginés Amílcar Barca dirigió la expedición cartaginesa en Iberia en el año 237 a.C. y fue muerto en el año 228 a.C. durante una escaramuza contra rebeldes oretanos comandados por el régulo de los Orissos llamado Orisón.
Si esto fuese así, ¿qué significado pudieran tener las seis astas de ciervo si no es para un ritual? ¿O finalmente lo hubo a costa de los enemigos del pueblo íbero? A esta respuesta, y a la espera de que se vaya esclareciendo dicho episodio, se me ocurre responderla con otra pregunta: ¿Y si los dos ejecutados fueron sólo simples ladrones que, dedicados al curtido de las pieles, hubiesen decidido adentrarse en los bosques propiedad de la élite y cazar unos cuantos ciervos? Puede que este fuera el simple motivo de su ejecución y exposición pública, es decir, sus cuerpos rodeados con las cornamentas de las presas serviría para hacer entender al resto de la población, a modo de aviso, lo que le podría suceder si decidieran caer en la misma tentación.
Sobre la causa del abandono de la ciudad, también existen grandes discrepancias entre los diferentes autores. En la información oficial publicada por los responsables de las excavaciones y estudios de Cerro de las Cabezas se plantea la hipótesis de un “abandono propiciado en torno a finales del siglo III – principios del siglo II a.C.” relacionado con la presencia cartaginesa en suelo íbero en el contexto de la Segunda Guerra Púnica.
Parece ser que a esta hipótesis se ha llegado al vincular el abandono de la ciudad con el pasaje que describe el historiador griego Diodoro de Sicilia cuando es muerto Amílcar, durante los enfrentamientos contra el ejército de Orisón, y su sucesor, Asdrúbal, ordena destruir doce ciudades en esta zona de la Meseta. Según los autores que defiende dicha teoría, tal decisión pudo ser el momento más crítico vivido en Cerro de las Cabezas, lo que pudo conllevar su abandono.
Tal vez estemos ante un caso parecido de mala interpretación o exageración, según se mire, de las fuentes antiguas que han llegado hasta nosotros. Como aquel que narra la de Tiberio Sempronio Graco, durante el transcurso de la Primer Guerra Celtíbera, cuando sometió a 103 ciudades de esa región (pulsa aquí para conocer este capítulo de la Historia). Además, para tratarse de un periodo tan convulso como parece ser, las murallas de la ciudad se mantuvieron en pie.
Ojalá dispusiéramos de un yacimiento que recogiera estos momentos precisos de nuestra historia. Pero en contra a esta teoría, otros autores apuntan a que, tras la conquista romana, el oppidum continuó su vida, aunque con una población más reducida. Esta situación se produce en otros poblados de la misma región como son los casos de Laminium, Mentesa Oretana, Libisosa o Sisapo. Es más, se reafirman que no existan evidencias de arrasamiento y abandono repentino de sus habitantes. ¿Entonces?
¿Y si el punto de inflexión lo establecemos tras la conquista de Cástulo por Publio Cornelio Escipión, sobre el año 206 a.C., y no con la colonización cartaginesa? A partir de esas fechas, Roma arrebata a Cartago las codiciadas minas con las que los púnicos financian su guerra. Es ahora cuando el senado romano controla las explotaciones mineras, cuestión que debió resentir nuestra ciudad tan dependiente del mineral oretano para el comercio. Recordemos que esta era su actividad principal.
Sin contar con minas propias y las disponibles controladas por los romanos en esta zona de la Bética, el motor económico de la ciudad se desplomaría irremediablemente.
Primero tenemos la derrota en Baecula del ejército combinado de cartagineses e hispanos. Luego la caída de dos ciudades tan importantes como Iliturgis y Castulo. Por último llegaron las acciones de represión ejecutadas por el cónsul Catón en el año 195 a.C. A partir de estas últimas fechas es cuando Roma empieza a organizar administrativamente el territorio de Hispania y una de las primeras medidas adoptadas fue la de Catón al ordenar a la población íbera a demoler sus murallas y a bajar a terreno llano. En consecuencia, este tipo de desplazamientos poblacionales desde los oppida íberos a espacios bajos no es nada nuevo.
Otros antecedentes de la región oretana como Giribaile o Puente Tablas en la zona meridional reflejan el mismo abandono durante el intervalo de fechas indicado. Quizás esta fuera la situación que sufriera el oppidum de Cerro de las Cabezas, una población reducida que se vio obligada a trasladarse, pacífica o de forma bélica, a la Vega del Jabalón que se extiende a los pies del Cerro (yacimiento Puente de San Miguel), abandonando así su antigua ciudad.
Sea como fuere, aún queda mucho por excavar y estudiar. Esperemos que en un futuro se pueda dar luz a estas dos cuestiones que explican, de alguna forma, cuál fue el pasado de la actual Valdepeñas. Hasta entonces, quisiera agradecer de todo corazón a los responsables del Conjunto Arqueológico de Cerro de las Cabezas por el fantástico trabajo realizado y por lo impresionante de sus instalaciones. Os puedo garantizar que vale la pena visitar este precioso enclave histórico.
Un saludo a todos.
<< Si quieres conocer el inicio de esta historia
Bibliografía:
- Cerro de las Cabezas (Valdepeñas). Libro-Guía del Conjunto Arqueológico (Grupo de Investigación del Cerro de las Cabezas GICC)
- Cartelería del yacimiento.
- El Cerro de las Cabezas (Valdepeñas, Ciudad Real). Una ciudad ibérica para un Parque Arqueológico (Julián Vélez Rivas, J. Javier Pérez Avilés)
- El yacimiento protohistórico del Cerro de las Cabezas (Julián Vélez Rivas, J. Javier Pérez Avilés)
- Arqueología del culto ibérica en la Oretania Septentrional (Luis Benítez de Lugo Enrich)
- Orientaciones astronómicas en el oppidum oretano del Cerro de las Cabezas (Valdepeñas, Ciudad Real) (César Esteban, Luis Benítez de Lugo Enrich)
Todos los derechos reservados. Aviso Legal. RGPD 2018.
No creo que el declive económico fuera la causa del abandono de la ciudad. Si así fuera, este abandono habría sido más paulatino. En mi opinión, la II Guerra Púnica fue la causa, bien por amenaza romana, bien cartaginesa.
Excelente como siempre, Javier
Me gustaMe gusta