Campamento romano de Ciadella. Sobrado dos Monxes, A Coruña
A lo largo de los dos primeros siglos del Imperio, contingentes de soldados galos, germanos e hispanos fueron reclutados para suplir las bajas que, dentro de las filas romanas, se iban generando. Bien como unidades de apoyo a las legiones, bien operando de forma autónoma, estos cuerpos de auxiliares actuaron en territorios cuyas fronteras parecían cada vez más inabarcables.
Tal y como os podéis encontrar en cualquier libro o web especializada que trate sobre la composición del ejército romano, las cohors equitatas o cohortes de caballería fueron unidades auxiliares compuestas por hombres no romanos bajo las órdenes del ejército imperial. A diferencia de las que serían las cohors peditata, estuvieron compuestas por infantería y caballería ligera, unidades de gran movilidad pensadas, principalmente, para combatir como bloque combinado. Verdaderamente, fueron el complemento perfecto de las legiones romanas.
Un primer ejemplo de estas unidades auxiliares lo podemos encontrar durante la Guerra de las Galias, cuando Julio César tomó buena cuenta de ellas. O cuando el mismo general romano hizo uso de las mismas en su intento por conquistar del bastión pompeyano de Corduba en los prolegómenos de la Batalla de Munda (pulsa aquí para leer este episodio)
Inicialmente, una unidad del tipo equitata estuvo compuesta por seis centurias de infantería, ochenta hombres por centuria bajo el mando de un centurión, y por cuatro centurias de caballería ligera a las órdenes de sus respectivos decuriones. Esto hacía un total de seiscientos efectivos tomados de las distintas provincias romanizadas y a las órdenes de un praefectus cohortis del ordo equester. Durante el gobierno del emperador Domiciano, esta estructura básica sufrirá modificaciones en su composición.
En lo que respecta a la Cohors I Celtiberorum, se le conoce una única recluta en origen, la cual tendría lugar en la provincia hispana de la Tarraconensis. Los celtíberos, guerreros bien conocidos por el ejército romano, se confirmaron como conjunto de pueblos de gran valor y altas capacidades de sufrimiento, eficaces con sus armas, pero, sobre todo, excelentes maestros en la cría y doma de sus caballos. Precisamente fue el control sobre estas artes, adaptadas al mundo de la guerra, lo que buscaron desde un principio los nuevos conquistadores. Su objetivo, mitigar esas enormes carencias que contaban las legiones a la hora de combatir en escenarios que no fueran enfrentamientos a campo descubierto y bajo el despliegue de su ejército.
La ausencia del epíteto Flavio en su título, la naturaleza del numeral asignado y el hecho que su territorio fuera conquistado previo a las campañas del emperador Augusto, hace suponer que la cohorte celtíbera fuera reclutada en periodo julio-claudio o, incluso, en fechas inminentes al 69 d.C.: el año de los cuatro emperadores.
Cuando Galba, ocupando el cargo de gobernador de la Hispania Citerior, tomó la decisión de alzarse contra el emperador Nerón, mantenía su centro de operaciones desplazado en Clunia. En palabras de Plinio, esta ciudad estaba considerada como la Celtiberiae finis, es decir, la ciudad fronteriza de una región que el propio Estrabón no dudó en definir como la ocupada por los pueblos celtíberos más aguerridos de esta parte del territorio hispano: los arévacos.
Cabe recordar que, en la primavera del año 68, recibidas notificaciones sobre la orden de Nerón para asesinarlo, Galba procedió al reclutamiento masivo de hispanos con los que formar la Legio VII Galbina, además de algunas unidades auxiliares que habrían de acompañarla. En este sentido, se tiene conocimiento de dos cohortes de vascones y, muy probablemente, el Ala Sulpicia. Por otro lado, también es probable que el propio Otón, gobernador en el exilio de la provincia de Lusitania por mandato de Nerón y en calidad de cuestor, también reclutase tropas a favor de Galba o en el suyo propio.
Como hemos comentado, los auxiliares no eran ciudadanos romanos; sólo obtenían este derecho tras cumplir los veinticinco años de servicio. En el momento de crear la unidad, se incluía en su título lo que vendría a ser una distinción étnica o regional que, por su puesto, hacía referencia al origen de su composición. Ya sobre el terreno, también dependiendo de las posibilidades, las tropas solían reclutarse a partir de los núcleos de población más cercanos a la base de cada legión o, en su defecto, de las comunidades próximas asentadas en la misma provincia. Esta forma de proceder daba lugar a que, en el momento de su fundación, una cohorte o ala estuviese compuesta mayoritariamente por miembros de la misma región. Cosa bien distinta era que, con el paso del tiempo y cubriendo las bajas que se iban sucediendo, motivado por los continuos desplazamientos, los cuerpos de auxiliares acabasen englobando soldados de diferentes pueblos, regiones y provincias. Eso sí, siempre bajo el título origen de la cohorte o ala.
Sea como fuere, la cohorte I Celtíbera, previo al período Flavio, hubo de ser rápidamente destinada fuera de la provincia. Tal vez a Germania, como más adelante propondremos.
No se vuelve a tener conocimiento de su presencia en Hispania hasta ya alcanzado el siglo II d.C. Se ha constatado un diploma concedido a la unidad auxiliar celtibérica por un hecho de armas que debió producirse en la Mauretania Tingitana superado el año 88 d.C. La cohorte debió permanecer en la región africana hasta finales de época trajanea, fechas en las que se vuelve a acreditar un nuevo diploma mauretano. A partir del año 123, siendo Adriano el nuevo emperador, la unidad es trasladada a Brigantium, quedando vinculada a la Legio VII Gemina que operaba en la Tarraconensis.
Tras su estancia en Mauritania, el campamento romano de Ciadella se constituirá como base permanente de la unidad auxiliar hasta finales del siglo III d.C. Situado entre Brigantium y Lucus Augusti, el recinto militar fue construido, entre finales del siglo I e inicios del siglo II d.C., por la Legio VII asentada en la actual ciudad de León. El conjunto ocupaba una superficie de unas 2.4 hectáreas y será levantado en piedra desde sus inicios; técnica que abandona las construcciones militares de madera y que en Hispania parece haber comenzado a extenderse, precisamente, desde la llegada a la Península de esta legión (inicios de la dinastía Flavia). Los ejemplos más tempranos de este tipo de construcciones los podemos contemplar en la fortaleza de la Legio VII en León y el fuerte militar de Aqua Querquennae.
La segunda etapa edilicia de Ciadella coincidirá con la llegada de la Cohors I Celtiberorum, momento en el que se emprenderán algunas reformas, construyendo y consolidando otras obras. El motivo de su traslado no fue otro que la vigilancia de las explotaciones mineras conectadas por la Vía Nova. Desde su base operativa se desplazaban destacamentos de caballería (uexillatio) a las regiones mineras astures como Las Médulas, próximas a Asturica Augusta, y a las explotaciones del norte de la Lusitania. La caballería de las cohortes eran de especial utilidad en aquellas regiones donde fue preciso vigilar y escoltar las producciones auríferas. Roma, recelosa por el tesoro público, impuso una férrea supervisión y un control militar estricto sobre las explotaciones mineras de todo el Imperio, refuerzo que se verá acrecentado en época del emperador Marco Aurelio.
A finales del siglo III d.C., la cohorte abandona definitivamente el campamento militar de Ciadella, trasladándose la unidad desde Brigantia hasta Iuliobriga; esta es la última noticia que tenemos de ella. Entramos en periodo tetrárquico y la reorganización de todos los efectivos militares dentro del Imperio Romano, por lo que a partir de estas fechas se desconoce su siguiente destino, así como la desaparición efectiva como cuerpo militar.
Quisiera confesaros que, cuando leía la documentación que pude recopilar sobre la Cohors I Celtiberorum, no pude evitar que se me vinieran a la cabeza las distintas aventuras de Quinto Licinio Cato y Lucio Cornelio Macro narradas por el novelista Simon Scarrow en su serie Águila: Roma Vincit, Las Garras del Águila, Cuervos Sangrientos, Hermanos de Sangre, Britania e, incluso, la desarrollada en tierras de la Tarraconensis: Invictus, como cuando trata sobre las minas astures.
La siguiente información os va a encantar. A partir de los estudios que se han llevado a cabo, lo que verdaderamente ha venido trayendo de cabeza a la comunidad científica ha sido el intento de despejar la duda de cuál pudo ser el devenir de la cohorte desde su marcha, tras el reclutamiento en la Tarraconense, hasta el primer diploma mauretano. Como han demostrado las evidencias, desde inicios del siglo II hasta finales del siglo III d.C., se ha constatado su presencia en la provincia de Britannia, estancia en las islas que precisamente se solapa con los hallazgos de su permanencia en Hispania. Desglosemos esta afirmación:
Partiendo del principio que la movilidad era una de las características más destacadas del ejército romano, se desconoce por completo cuál pudo ser el momento exacto de su llegada a Britannia. Relegados siempre a un segundo plano, los cuerpos auxiliares se desplazaban a lo alto y ancho del Imperio para actuar como apoyo de las legiones o como unidades autónomas. Durante los dos primeros siglos de nuestra Era, el ejército Imperial destinado en las islas obligatoriamente tuvo que precisar tropas de refresco provenientes del continente; aportes de galos, germanos e hispanos que compensasen las bajas que se iban produciendo dentro sus filas. Por este motivo, no es extraño que la Cohors I Celtiberorum, al igual que sucediera con otras unidades hispanas, hubiese estado brevemente en Germania antes de ser enviada a su nuevo destino.
Aunque no se conoce el momento exacto de la llegada de la Cohors I Celtiberorum a la isla, la primera evidencia de su permanencia en Britannia está datada en el año 105 d.C., apenas cuatro años antes del ya indicado diploma mauretano.
Dos menciones más aparecen en época de Adriano. Una en el año 122 d.C. en relación a las revueltas britanas desarrolladas entre los años 119 y 122 (durante estos acontecimientos, un destacamento de la Legio VII Gemina también se desplazará a la isla) La otra mención es en el año 127, que coincide con el periodo constructivo del muro de Adriano (entre el 122 y el 132 d.C.)
Otras menciones que constatan la presencia de la unidad en Britannia serán: año 132, años 145-6 (campañas de Lolio Urbico al norte de la isla y construcción del muro de Antonio); y año 158 con las incursión caledonia al sur de la muralla.
Según esta cronología, se piensa que la cohorte de origen hispano pudo ocupar en Britannia el campamento romano de Caewers II durante los siglos II y III d.C. Llegados a este punto es de obligado cumplimiento planteamos las siguientes cuestiones:
¿Existió una única cohorte que, continuamente, fuera desplazada de una región a otra? La realidad de una unidad auxiliar fue siempre su continuo estado de movimiento. Ahora bien, intentar abarcar Britannia, Mauretania e Hispania es, cuanto menos, inviable.
Entonces, ¿se trataron de dos unidades independientes con el mismo título y numeral? Todo apunta a que sí, aunque ambas partiesen del mismo troncal, es decir, del reclutamiento realizado en la Celtiberia. El momento de su segregación es la gran incógnita a resolver. No se sabe si se produjo antes del envío de tropas a Britannia o, ya acantonada en la isla, parte de ella se divide para destinarla a Mauretania.
Dentro del ejército romano debieron existir procesos de fusión entre unidades debilitadas por los conflictos bélicos e, inversamente, divisiones por motivos tácticos. Por lo tanto, la duplicidad en un nombre tuvo que ser una realidad bastante común en el ejército romano, hecho que no provocaría confusión alguna dentro del aparato militar romano. Sobre la historia de esta unidad auxiliar hispana debemos sacar dos conclusiones claras: la primera, que la cohorte operativa en Hispania, con base en Ciadella, es destinada desde el norte de África. La segunda, que ambas desempeñarán misiones bien distintas: la britana afianzando el norte del muro y la hispana, controlando las explotaciones mineras. En definitiva, la Cohors I Celtiberorum, con un mismo título y un mismo numeral, cumplirá dos cometidos bien diferenciados e independientes a partir del reinado de Adriano.
Bibliografía:
- Legiones de Roma (Stephen Dando-Collins)
- El ejército romano (Adrian Goldsworthy)
- Cartelería del yacimiento.
- Tras los pasos de la Cohors I Celtiberorum: Evidencias Arqueológicas (Jose Manuel Costa García)
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De nuevo precioso artículo, gracias a la I Cohorte de los Celtíberos y la tessera de Castromao que expone un pacto de Gneo Antonius Aquilus Novaugustanus, prefecto de la primera Cohorte de los Celtíberos, nos induce a pensar que pudiera ser hijo de Lucio Antonio Aquilo, que aparece en una inscripción de Barbadillo del Pez (Burgos), lo que permitiría situar el municipio de Nova Augusta, conocido tanto por los testimonios epigráficos como por las fuentes literarias, en una área, cuyo centro urbano estaría en la actual localidad burgalesa de Lara de los Infantes.
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Al día de hoy sólo he podido dar con el ara de Fortuna que se expone en el museo de A Coruña. Ya que me haces ese apunte y como tal vez regrese a Galicia este verano, la buscaré. Gracias por tu info.
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