Velilla del Ebro. Zaragoza
Nos encontramos ante un claro ejemplo de cómo una de las ciudades más importantes de su territorio en época romana acaba desapareciendo en casi dos siglos de existencia. Su mayor error, entrar en la órbita de las guerras civiles acontecidas en el perido de la República.
Poco, por no decir casi nada, conocemos de este asentamiento antes de la llegada romana. La ciudad de Kelse, como así se menciona en la emisión monetaria del siglo I a.C. junto a su denominación latina Celse, parece que adquiriera cierta importancia en esta parte de la vieja Iberia hasta convertirse en cabeza de territorio a partir de finales del siglo II a.C. (situación muy parecida la encontraremos en Contrebia Belaisca). Esta conclusión se deduce de la propia acuñación en plata de sus monedas bilingües y de los acontecimientos desarrollados durante el enfrentamiento entre las facciones pompeyanas y cesarianas fruto de las Segundas Guerras Civiles. Pero insisto, son puras conjeturas como resultado de la escasa documentación que ha llegado hasta nuestros días.
Situada en un punto determinante del río Ebro, la ciudad sedetana de Kelse (muchos autores la relacionan con el pueblo de raíz ilergeta) cobraría cierto protagonismo gracias a las propias prestaciones que ofrecía la gran vía fluvial, además de sus relaciones con el resto de asentamientos cercanos situados en la orilla izquierda del río.
Entre los años 74-73 a.C., durante las guerras sertorianas, la élite de Kelse se mostrará contraria a dar su apoyo al insurrecto Sertorio, lo que le conducirá al enfrentamiento directo con otros pueblos peninsulares que, por contra, sí decidieron defender su causa.
Retornándonos a estos acontecimientos históricos, Cneo Pompeyo Magno era gobernador de la Hispania Citerior en esas fechas. Su objetivo marcado fue el de acabar con las sublevaciones sertorianas, motivo por el cual intensificaría la política de acuerdos y lealtades con los distintos pueblos del territorio hispano: creará nuevas ciudades, estrechará lazos con las estructuras clientelares existentes y desarrollará relaciones de fidelidad con nuevas élites nativas.
Es precisamente en esta esfera de estrategias y acuerdos políticos donde habría que enmarcar a nuestra ciudad sedetana como punto de partida. Pompeyo pudo convertirla en una de sus plazas militares más importantes debido a esa inmejorable posición estratégica de la que disfrutaba, tierras donde dejaría establecida una abundante clientela. Esta nueva situación política de fidelidades condicionará, irremediablemente, el destino de la ciudad.
Estos pactos de fidelidad y clientelismo entre las élites de Kerse y Pompeyo cobrarán gran protagonismo durante la segunda guerra civil, cuando entre en conflicto el gobierno de la República romana entre Julio César y la facción pompeyana. Hispania será testigo directo del conflicto militar librado entre los años 49 y 45 a.C. y, más concretamente, los asentamientos íberos del valle del Ebro involucrados en un hecho histórico específico: la Batalla de Ilerda.
Tras el asedio y conquista de Brindisi (Italia), Cneo Pompeyo consiguió escapar a Epiro (Grecia) gracias a la ayuda de su flota. Julio César, por el contrario, no contaba con naves suficientes para emprender su persecución, por lo que primero debía esperar a reunir una armada suficientemente importante si quería impedir que el Magno lograra concentrar sus legiones de Macedonia y Oriente. Fue entonces cuando el Dictador decidió acabar con la resistencia pompeyana asentada en la Hispania Citerior, originaria de las guerras sertorianas – tropas, clientelas y recursos – para evitar un posible ataque a sus posiciones de retaguardia establecidas en la Galia y el norte de Italia.
A su marcha a tierras hispanas, respaldado con los veteranos de las Galias y a las fuerzas militares de aquella región, César dejó a cargo de Roma al pretor Marco Emilio Lépido, dependiente directo de Marco Antonio y magistrado de más alto rango que aún permanecía en la península itálica tras la huida del resto de magistrados romanos.
En esta zona de la Provincia, Julio César contaba con pueblos íberos también aliados y afines a su causa. El propio general romano mencionará a los oscenses, tarraconenses, iacetanos, ausetanos e ilercavones. De manera deliberada omite a los sedetanos y a los ilergetes, posiblemente, uno de sus grandes problemas durante el transcurso de la contienda.
Decimos posiblemente porque el Ebro se convertirá en la vía de suministro principal (auxiliares, jinetes, comida, etc.) para el bando pompeyano y la emisión de monedas bilingües acuñadas en Kelse utilizadas para el pago a sus tropas. Julio César no logrará derrotar y hacer huir a los legados de Cneo Pompeyo – Afranio y Marco Petreyo – hasta que no logró cortarles esta vía de acceso y controlarla de forma efectiva. Como consecuencia de la victoria en la Batalla de Ilerda, la ciudad sedetana será tomada e incendiada y la contienda en la provincia se desplazará hacia el sur, a la Hispania Ulterior, concluyendo con la victoria en la Batalla de Munda.
A partir de estos acontecimientos es cuando el antiguo asentamiento íbero de Kelse sufre la deductio romana, un tipo de damnatio memoriae destinado a borrar de la memoria colectiva su nombre de ciudad original. El castigo impuesto por su fidelidad hacia el bando pompeyano vendrá en forma de fundación colonial: Colonia Victrix Iulia Lepida, donde el nuevo nombre aludirá a la victoria cesariana en la reciente batalla librada (Victrix), al propio Julio César (Iulia) y a Marco Emilio Lepido, procónsul asignado por Julio César para el gobierno de la Hispania Citerior y encargado de su fundación (Lépida)
Existen discrepancias acerca del periodo en el que Lépido pudo haber fundado la primera colonia romana en el valle del Ebro, única durante treinta años. Para algunos autores, la fecha de esta fundación vendría dada entre los años 48-47 a.C., momento en el que el procónsul cumple su cargo como gobernador en la Hispania Citerior, fechas próximas a la victoria del Dictador. Otros autores, en cambio, lo sitúan durante el segundo triunvirato (44-42 a.C.), después de la Batalla de Munda y fechas en el que a Lépido se le otorga el gobierno de la Gallia Narbonensis y la Hispania Citerior.
En mi opinión, considero que la fundación de la Colonia Lépida debió producirse en el primer gobierno de Marco Emilio Lépido, es decir, durante los años 48-47 a.C. Los motivos que me llevan a esta conclusión son varios: en primer lugar, en estas fechas el gobernador se encuentra en Hispania y entre los años 44-42 a.C., aun siendo también gobernador, la Citerior es controlada a través de sus legados mientras él permanece en Roma.
Otro motivo es que en el año 47 a.C. Lépido regresa a Roma, donde Julio César le otorga un triunfo. En palabras de Dion Casio, «el exgobernador sólo pudo ofrecer como tesoro las monedas robadas en la provincia«. Recordemos que el emplazamiento de Kelse se constituyó como ceca para proveer de denarios a las tropas pompeyanas.
En tercer lugar, no debemos olvidar que esta fundación colonial no es del tipo laudatio, en el que Roma recompensaba a un determinado pueblo por la ayuda y el apoyo prestado. Se trató de un verdadero castigo, una deductio como represalia al apoyo pompeyano. Este hecho hace muy verosímil que la fundación tuviera lugar justo a continuación de la victoria en Ilerda y no transcurridos cinco años.
Por último, y en relación con lo anterior expuesto, la promesa que César realiza a los veteranos de las Galias y a las fuerzas militares de aquella región cuando, tras cruzar los Pirineos para intervenir en la Batalla, les asegura unas tierras dignas donde asentarse. Puede que la ocupación, o buena parte de ella, se realizara después de la Batalla de Munda, pero la fundación colonial cobra un mayor sentido justo a continuación de la contienda en la Citerior.
Como se ha adelantado, la colonia romana inicia su nuevo ciclo de ocupación con la llegada de los veteranos de las Galias y las fuerzas militares de esa región que habían combatido al lado de Julio César. Se mencionan seis mil hombres de todas las clases sociales, con sus respectivos hijos y esclavos, transportando carros y bagajes (Caesar Bellum Civite 1,51,2) Resulta obvio pensar que los nuevos magistrados incorporados desplazarán a las antiguas élites o clientelas establecidas por Pompeyo en años anteriores.
A partir del 45 a.C. se iniciará la reorganización del territorio en el valle del Ebro. Núcleos urbanos como Bilbilis, Osca, Osicerda o Arcobriga comenzarán su proceso de reestructuración. Con el control sobre Hibera Iulia Ilercavonia Dertosa (actual Tortosa, Tarragona), situada en la desembocadura del río Ebro, se revitaliza el circuito fluvial a su paso por la Colonia Lépida, navegable desde Vareia (Logroño) hasta la salida hacia el Mediterráneo.
La colonia romana seguirá manteniendo su condición de ceca. Sus tierras se irán ocupando de viviendas con patio, típicas del periodo, y tabernae adosadas, abiertas estas últimas a las calles en pendiente. Se iniciará, por tanto, un urbanismo creciente que acabará ocupando las terrazas más bajas próximas a la vía fluvial.
Con la muerte del Dictador César se producirá un hecho trascendental que tendrá sus repercusiones en la situación política de la colonia. En el año 44 a.C., Julio César es asesinado y Roma, finalmente, quedará representada por la formación de un segundo triunvirato que se acabará constituyendo en el año 43 a.C. En esta ocasión, los triunviros que se repartirán el gobierno de las distintas provincias romanas fueron Octavio, sobrino de César y futuro Augusto, Marco Antonio y el ya mencionado Marco Emilio Lépido.
Tras una disputa con el primero de ellos, en el año 36 a.C. Lépido será acusado de traición y obligado a entregar su título de triunviro. De esta forma concluirá la carrera política del que fuera pretor de César y fundador de la única colonia romana en el valle del Ebro, exiliándose al retiro de una villa hasta el final de sus días. En relación directa a este último episodio, Colonia Lepida volverá a cambiar de nombre sólo unos años después de su fundación, recuperando la denominación indígena ya latinizada: Celsa.
A raíz de estos sucesos, la colonia romana también cambiará de nombre de magistratura suprema, pasando a convertirse en Iluviri. Sólo a parir de entonces es cuando la clientela pompeyana exiliada reaparezca entre la élite de la ciudad, manteniendo, sin complejo alguno, sus nóminas originarias.
Desde el 36 a.C. al 15 a.C., fecha esta última en la que se funda Colonia Caesaraugusta, Colonia Celsa disfrutará de los momentos más álgidos como asentamiento hispanorromano en la Hispania Citerior. Pasará a convertirse en el centro administrativo del valle medio del Ebro, conservando con Agripa su condición de ceca imperial para el pago de soldadas. Se acometerán tareas urbanísticas de enorme riqueza y relevancia, presentando sus domus, en fechas tan tempranas, los primeros elementos de importación en la península que hacen pensar de la presencia en la ciudad de cargos públicos de gran importancia.
Asistiremos, entonces, a la presencia de domus con atrium, vestíbulos, oecus y hortus que formarán parte de la nueva reorganización urbanística, junto a otras viviendas de gran planta y prestigio con peristilos ajardinados y triclinium. Mientras, la población indígena o menos favorecida será obligada a abandonar sus espacios habitacionales para reubicarlos en ínsulas de varios pisos.
Hasta Colonia Celsa llegaron maestros musivarios, pictóricos y talleres de estucadores procedentes del centro y sur itálico, contratados para decorar las distintas estancias de estas importantes viviendas residenciales que se habían empezado a construir en la ciudad. Su ornamentación se caracterizará por el estilo e influjo helenístico y la corriente neoática.
La comunicación con las ciudades hispanas más importantes de la zona también se verá potenciada. Por un lado, con Tarraco a través de Ilerda. Por otro, paralelo a la orilla derecha del Ebro y atravesando inicialmente un puente, con el territorio de la que será la futura Colonia Caesaraugusta. Partiendo de Celsa, en el arranque de esta segunda vía, se ubicará su necrópolis y uno de los castella aquae con el que abastecieron de agua la colonia.
Pero, prácticamente de la noche a la mañana, la ciudad de Celsa será abandonada; aquella que llegó a convertirse en el centro administrativo del todo el valle medio del Ebro quedará ensombrecida por la ya citada Cesaraugusta en el año 15 a.C., fundación que se realizará sobre el territorio de la antigua ciudad íbera sedetana de Salduie.
Puede que el motivo principal viniera derivado porque Agripa adscribiera a la nueva ciudad hispanorromana de la Citerior la ceca imperial. Es caso es que la creación de Caesaraugusta, íntimamente relacionada con Augusto y con el importante auge económico con el que inició su vida, conllevará al decaimiento inexorable de Celsa y su posterior abandono en tiempos del emperador Claudio.
La antigua colonia Lépida nació motivada por su gran valor estratégico, cabeza de puente sobre el Ebro y dominio organizativo de su valle. A partir de la fundación de la nueva colonia romana, Caesaraugusta acabará reemplazando a la anterior en sus aspectos políticos, estratégicos y comerciales a través de la gran vía fluvial, una actividad esta última que habría quedado completamente asentada con Celsa. Sus habitantes poco a poco irán abandonando la primera colonia, buscarán fortuna y porvenir en la incipiente y pujante ciudad hispanorromana engrandecida por Augusto.
Enlaces externos de interés:
- Si quieres disfrutar del reportaje completo del Yacimiento Colonia Celsa y del Museo de la Colonia Victrix lulia Lépida Celsa en Velilla del Ebro, pulsa aquí.
- Aquí os dejo una historia novelada fantástica de mi gran amigo Iber el Mercader Salluitano. Se encuentra ambientada en este periodo, tomando como principales protagonistas a la misma Colonia Lépida-Celsa y a Marco Emilio Lépido. Pulsa aquí para leerla.
Bibliografía:
- Cartelería del yacimiento.
- Historia de Roma. El Imperio Romano (Jose Manuel Roldán, Jose María Blázquez y Arcadio del Castillo)
- Del imperium de Pompeyo a la autoritas de Augusto (Mari Paz García-Bellido, Antonio Mostalac y Alicia Jiménez)
- La historia de la Colonia Lepida-Celsa según sus documentos numismáticos: su ceca imperial (Mari Paz García-Bellido)
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Excelente post, amigo. Enhorabuena!
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Me alegra que, personalmente, te haya gustado. Sobre todo, por el gran apego que le tienes. Un saludo.
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