B.H. Capítulo I
Vencido Farnases II y reconquistado el territorio africano, los que pudieron escapar de las derrotas infligidas, cruzaron las aguas para penetrar en tierras hispanas a las órdenes de Cneo Pompeyo. Este se encargaría de ocupar la provincia Ulterior mientras César disfrutaba de sus victorias e iniciaba el gobierno de Roma. El Sur de la Península Ibérica se había convertido en el último bastión de la resistencia anticesariana, su última esperanza.
El objetivo del hijo del Magno era evidente, quiso demandar la fidelidad de las civitates de la provincia y, lo más rápidamente posible, armar un ejército con el que enfrentarse a las legiones del Dictador con ciertas garantías.
Apelando a sus fides, muchas de las ciudades apoyaron de buena gana la causa pompeyana; hasta la fecha, las estructuras clientelares bien asentadas con su padre continuaban vigentes y la aristocracia local respondía enviando voluntariamente hombres y recursos con los que engrosar las tropas auxiliares. En cambio, hubo otras que, contrarias al bando de Pompeyo, se resistieron a tales peticiones y acabaron cerrándole las puertas. En estos últimos casos, el reclutamiento se llevó a cabo forzando la situación, después de devastar los campos y las ciudades de todo aquel que se le opusiese.

Vista campiña cordobesa desde paño muralla medieval del lado este del oppidum Ategua y al fondo la futura colonia Ituci Virtus Iulia o también posible Bursavo
En esta estrategia de terror consumada era habitual que, si se tomaba un oppidum por la fuerza y en él hallaba algún notable miembro de la élite que se había beneficiado de los favores de su padre en el pasado, Cneo Pompeyo el Joven hiciera lo posible para quitarlos de en medio y, a la par, apropiarse de sus riquezas. Con estas argucias y artimañas sacaba provecho de sus contrarios, obteniendo grandes provechos para la nueva causa iniciada.

Vista campiña cordobesa desde la espalda de la futura colonia Ituci Virtus Iulia o también posible Bursavo
Cada día que pasaba, aumentaba más y más su contingente. Este fue el motivo por el que muchas ciudades como Ulia, Gades, Malaca y Sexi, por citar algunas, se opusieran a las demandas de Cneo y acabaran enviando embajadas con misivas de socorro a Roma, solicitando en ellas que César les prestase ayuda.
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