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Resulta que en tales circunstancias, a finales de 1157, habían llegado a Toledo don Raimundo, abad del monasterio de Santa María de Fítero, y fray Diego Velázquez, ambos religiosos del Císter. El abad se había hecho acompañar del hermano Diego para disponer de una mayor facilidad a la hora de acceder al rey, al cual pretendía solicitar confirmación de los privilegios concedidos por Alfonso VII en su abadía. Tiempo atrás, Diego Velázquez fue amado del anterior monarca y amigo en la infancia del Deseado.