La última partida de ajedrez (continuación)

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En el exterior, las cosas habían cambiado desde que Yusuf fuera apresado. Don Enrique III de Trastámara había fallecido y su hijo Juan II, el pequeño niño rey de tan sólo veintidós meses de edad, lo había sucedido en el trono. Para la regencia de Castilla se hicieron cargo la madre, doña Catalina de Lancáster, y su tío don Fernando I de Aragón. Este último protegía al heredero con arduos deseos de seguir conquistando nuevas tierras a los musulmanes.

PASAJE ABOVEDADO QUE COMUNICABA EL BARRIO DEL ALBAICÍN CON EL NÚCLEO DE LA ANTIGUA MEDINA

Pasaje abovedado que comunicaba el Barrio del Albaicín con el núcleo urbano de la antigua medina. Salobreña, Granada.

Los combates entre los dos ejércitos, las dos culturas, se sucedían; episodios de gran dureza se vivieron en las plazas de Baeza y Zahara de la Sierra. En unos casos, la balanza se inclinó a favor del bando nazarí, regresando los musulmanes victoriosos a la capital del reino. En otros lo hizo sobre el lado castellano, sobre todo desde que don Fernando comandara sus huestes.

PUERTA DE LA LUNA EN BAEZA

Pasaje Puerta de la Luna. Baeza, Jaén.

Pero se produjo la gran derrota musulmana en Jaén y, tras el desastre, Muhammad quiso enmendar tal afrenta. Personalmente dirigió sus tropas hacia Alcaudete, pero en estas tierras volvió a recibir un duro castigo. Humillado, regresó a la Alhambra y al poco tiempo caería enfermo.

Moribundo, Muhammad VII mandó llamar a su arráez, el caudillo Ahmed ben Xarac, al que le hizo entrega de un escrito. Debía partir, de inmediato, hacia el alcázar de Salawbinya y ponerlo en manos de su alcaide. El contenido del mensaje era de obligado cumplimiento.

El monarca nazarí sentía que se aproximaba el final de sus días y quería impedir que su hermano pudiera sucederlo en el trono. Sus últimos deseos, escritos de puño y letra en el manuscrito entregado al caudillo, eran que reinase en Granada su hijo. Por contra, Yusuf debía morir.

PUERTA DEL POSTIGO

Puerta del Postigo en Castillo de Salobreña. Granada.

Cuando Ahmed ben Xarac llegó a las estancias de palacio de Salawbinya, encontró al Príncipe jugando a una partida de ajedrez con la persona a la quien él debía hacer entrega del edicto real. Los dos contrincantes, con suma cortesía y desconocedores de la nefasta noticia, pidieron al emisario que se acomodase sobre uno de los cojines alrededor de la mesa donde se disponía el juego.

TORRE ACCESO AL CASTILLO

Torre de acceso al Castillo de Salobreña. Granada.

Pero, para sorpresa de los dos jugadores, el caudillo rechazó tal ofrecimiento. En su lugar, pidió al alcaide de la plaza que se presentara ante su persona y, en un lugar apartado de la estancia, le hizo entrega del mensaje emitido por el rey. Se trataban de las últimas palabras del monarca al que le debía obediencia, por lo que le recordó que debía cumplir con la orden real sin vacilación alguna.

El militar, dubitativo, no sabía cómo actuar en esos momentos. El emisario, en cambio, le apremiaba a ejecutar la orden con presteza levantando cada vez más la voz. Al otro lado de la habitación, sentado aún frente al tablero de juego, Yusuf contemplaba impasible la escena donde los dos hombres discutían acaloradamente.

RECINTO INTERIOR DEL CASTILLO DE SALOBREÑA

Recinto interior del Castillo de Salobreña. Granada.

Viendo el cariz que empezaba a tomar la conversación, y sobre todo por el tono empleado por el arráez, el Príncipe pensó ya en lo peor. Con gesto amable y tranquilo, se acercó a los dos militares para preguntarles si el rey, su hermano, había solicitado su muerte. En realidad, esa posibilidad siempre la había barajado desde el mismo momento en el que llegó como preso a Salawbinya.

28 - PUERTAS EN INTERIOR DEL CASTILLO

Puertas en el interior del Castillo de Salobreña. Granada.

El alcaide le hizo entrega del mensaje para que el propio Yusuf lo pudiera leer en persona. Rápidamente, el Príncipe reconoció la caligrafía de su hermano, por lo que no tenía ningún sentido continuar leyendo más líneas del edicto real.

El Príncipe alzó la cabeza y miró fijamente a los ojos de Ahmed ben Xarac. Previo a la ejecución de la orden, pidió poderse despedir de su familia y seres queridos, pero el emisario del rey le denegó la súplica. Las órdenes de Muhammad VII eran bien precisas: había que dar muerte a su hermano Yusuf en el instante en el que el alcaide lo tuviese en presencia. Esa era, precisamente, la cuestión por la que ambos militares estaban debatiendo antes de que él interviniera.

Resignado hacia donde le conducía su destino, pero manteniendo siempre la estricta gentileza y amabilidad que le caracterizaba, Yusuf pidió al arráez que, al menos, le permitiese finalizar la partida de ajedrez. Una vez ésta concluyera, él mismo facilitaría que el mandato real se ejecutara sin demora.

PATIO DE ARMAS AL FONDO TORRE VIEJA DEL ALCAZAR

Patio de armas y al fondo Torre Vieja del Alcázar. Castillo de Salobreña, Granada.

Fueron las palabras del Príncipe tan armoniosas que el emisario no opuso objeción alguna ante esta nueva petición. Con gesto afable, como si nada ocurriese, los tres hombres se sentaron en torno a las piezas de ajedrez y se dispusieron a continuar con la partida.

Yusuf se encontraba tranquilo, diríamos que aliviado al saber que por fin había llegado el día por el que tanto había temido. El alcaide, en contra, estaba nervioso, fuera de lugar. No alcanzaba a comprender aún la decisión tomada por su rey. Las gotas de sudor emergían de su frente como agua de rocío y le recorrían su oscura piel hasta perderse en la poblada barba blanca. Le temblaban las manos en cada uno de sus movimientos. Era incapaz de concentrarse en el juego, de mantener el ritmo de la partida.

VISTA DESDE EL CASTILLO DE LA TORRE ANTIGUA MEZQUITA MUSULMANA

Vista desde el castillo de la torre antigua de la mezquita musulmana, ahora iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Salobreña, Granada.

El que parecía que más disfrutaba con el juego y la situación era Ahmed ben Xarac, espectador de lujo y amante también de las grandes estrategias en las partidas de ajedrez.

El gobernador del alcázar se equivocaba una y otra vez en cada uno de sus movimientos, por lo que acabó siendo recriminado por el propio Príncipe. Yusuf le reprochó que no estuviera siendo el digno rival de anteriores ocasiones y con el que tanto le gustaba enfrentarse. Así, el máximo responsable de la fortaleza fue perdiendo, consecutivamente, cada una de sus piezas negras hasta que, sin percatarse, dejó desprotegida la figura del rey.

PATIO DE ARMAS ACCESO A TORRE NUEVA

Patio de armas con acceso a la Torre Nueva. Castillo de Salobreña, Granada.

Al pronto que Yusuf, consciente de que la partida tocaba a su fin, y armado de toda la fuerza posible, gritó: ¡Jaque al rey! Con esta frase concluía todo: la última partida de su vida, sus poemas, sus lecturas, sus paseos por los jardines, pero también, y lo más importante, su cautiverio. Con este grito de victoria acababan sus sueños y a la vez sus temores.

PUERTA LATERAL DE LA IGLESIA ANTIGUA MEZQUITA

Puerta lateral de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, antigua mezquita de manidat Salawbinya. Salobreña, Granada.

Al carcelero le temblaron las manos, aunque se había dispuesto no oponerse a la orden de su soberano. Miraba a los ojos del arráez y volvía la cara para mirar, seguidamente, el rostro imperturbable de Yusuf.

El emisario lo observaba inflexible mientras comenzaba a desenvainar su espada jineta. Si el alcaide dudaba, él, personalmente, daría muerte al Príncipe primero y, a continuación, acabaría con la vida del militar por no cumplir la última voluntad de su monarca.

Viendo Yusuf que la situación volvía a ponerse tensa, quiso no alargar más su agonía y facilitar el cometido a su amigo el alcaide. Pausadamente, transmitiendo paz con el semblante, se desabrochó el batín y puso su cuerpo al descubierto. Acto seguido, desvió la mirada y cerró sus grandes ojos almendrados para que el carcelero no tuviese miedo de enfrentarse a ellos y pudiera tomar la dura decisión.

El alcaide entendió el gesto de Yusuf. Se armó de fuerza y valor para alzar el brazo, puño en firme, sujetando la daga que por fin había conseguido extraer del cinto. Meditaba en asestar el golpe mortal en el corazón del Príncipe para que, al menos, no sufriera. Sobre esta cuestión había estado pensando a lo largo de toda la partida, motivo, por el cual, fue incapaz de concentrarse en el juego. Tenía que hacerlo, aunque su conciencia se lo negase.

CASTILLO DE SALOBREÑA

Castillo de Salobreña. Granada.

Pero, de repente, dos jinetes procedentes de los palacios de la Alhambra interrumpieron en la estancia. Sudorosos, por la celeridad del fatigado viaje, se postraron ante los pies de Yusuf. Allí mismo, con el pecho al descubierto y a la espera de su último aliento, le anunciaron que Muhammad VII, duodécimo rey de Granada y hermano menor del Príncipe, había fallecido. El pueblo entero lo aclamaba por las calles de Granada como su nuevo soberano.

Fin.

Notas:

Tras la subida al trono del decimotercer rey de Granada, Yusuf III, el alcázar de Salawbinya (Castillo de Salobreña) siguió cumpliendo la función de prisión real. Varios fueron los monarcas nazaríes que acabaron confinados entre sus muros. En el año 1489, la fortificación cayó en manos castellanas que sería el encargado de reestructurarlo y readaptarlo a las nuevas necesidades y circunstancias de la época.

TORRE DE LA CORACHA Y TORRE NUEVA (CIRCULAR)

Torre de la Coracha y Torre Nueva de forma circular. Castillo de Salobreña.

La torre de la coracha (qwaraya), de planta cuadrangular, fue construida con posterioridad a una anterior. Según se piensa, en ella fue donde se encontraba el palacio en el que mantuvieron preso a Yusuf III.

Espero que hayáis disfrutado con esta preciosa historia que forma parte de nuestro legado.

Saludos cordiales.

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