Yacimiento Arq. de Hijovejo (Quintana de la Serena, Badajoz)

<< Volver al principio

Una vez se accedía a la torre, la impresión que daba el interior del recinto era el de un espacio muy reducido. A la derecha del pasillo de entrada se encontraba la cámara principal adosada a la muralla Norte. Otras cuatro estancias anejas, estas de dimensiones más pequeñas, se añadieron frente a ella en la cara interna de la muralla Sur. Esta disposición da una ligera idea del escaso número de hombres que guarnecía la fortificación.

El bastión también contaba con braseros a través de los cuales se podían realizar señales de humo para comunicarse con el resto de fortalezas que formaban parte del cordón defensivo.

Algunas de las estancias estuvieron destinadas al almacenamiento de provisiones. En cambio, para el suministro de agua era obligado la salida extramuros hasta un manantial próximo y transportarla al interior. Resulta lógico pensar que su acopio constituía un gran problema para la guarnición, puesto que, en caso de ataque o asedio al fortín, los soldados se veían privados de un suministro normalizado.

Tuvo que ser en la segunda mitad del siglo I a.C., después de declararse un incendio, cuando se decide acometer la reconstrucción de la fortaleza y reorganizar su espacio interno al completo.

Para empezar, entre las medidas que se llevaron a cabo, se decidió por levantar una pequeña torre sobre la estancia que hasta la fecha había cumplido las funciones de cámara principal, aquella que quedaba ubicada en la cara Norte. Desde ella se vigilaría el acceso al recinto, ya que la entrada seguía quedando a la derecha. Desde la misma torre se distribuiría la circulación por el paso de ronda.

A la vez, la estancia principal de la fortaleza será trasladada al otro lado del pasillo. Se edifica sobre planta rectangular y en su centro se dispone una gran pilastra en la que quedaba apoyada la techumbre fabricada a base del material vegetal. Esta nueva habitación sería mucho más amplia y mejor acabada que las restantes.

Otra de las obras de gran trascendencia e imperiosa necesidad fue la construcción de una poza con la que suministrar agua sin el requerimiento de salir fuera del recinto. Para dar solución a dicho problema, se construyó un acceso desde el interior de la fortaleza que comunicaba con las proximidades del manantial. Para ello, abrieron un hueco entre dos de los enormes bolos que formaban parte de la muralla y, por medio de unas escaleras provistas de trece peldaños, se descendía al pequeño pozo. Eso sí, para bajar y obtener el agua era imprescindible el uso de lucernas debido a la oscuridad reinante. De esta forma, al menos, quedaba garantizado el suministro ante un posible ataque enemigo.

Por último, e independientemente de las reformas que se produjeron en el resto de habitaciones, el pasillo de acceso quedó dividido en dos puertas con sus correspondientes umbrales. Sería a través de este pasillo desde donde se evacuaran las aguas al exterior. Una zanja cubierta de tablas y lajas de pizarra sirvió para tal fin.

A partir del siglo I d.C., el recinto militar fue abandonado por las tropas. Sus estructuras, o parte de ellas, se reutilizaron para la construcción de un asentamiento rural. Parte de la nueva villa ocupó algunos sectores del antiguo bastión y, en el exterior, se levantaron nuevas dependencias.

Para los interesados en el yacimiento de Hijovejo, aquí os dejo el proyecto completo de fotografías publicadas en Flickr.

Saludos.

<< Volver al principio