Acinipo. Capítulo V
Justo después de la designación de Augusto como emperador, ya con la dinastía Flavia en el poder, se inicia el proceso de monumentalización, o engalanado de obras públicas, en las distintas ciudades romanizadas. Acinipo sería una de ellas.
De las canteras del territorium anticariense (actual Torcal de Antequera), y gracias a su reducido costo, se transportaron bloques de calizas blancas y blancorojizas con las que se elaboraron las grandes losas para el pavimento de la ciudad, sus cornisas, columnas, pedestales, altares y demás.
Los evergetas se afanaban por complacer e impresionar al gobierno central de la gran metrópolis. Todo valía, al fin y al cabo era un buen pretexto para seguir manteniendo el status de poder o avanzar en la carrera política municipal. Con esta idea se acometieron restauraciones sobre las primeras construcciones; también se levantaron templos para la dedicación al culto imperial o se erigieron imágenes colosales y estatuas de los emperadores (vivos o divinizados) y sus familias, etc.
En este periodo de monumentalización es cuando intervendrán las familias béticas más importantes asentadas en el territorio, como fueron los casos de Servilii, Fabii o los Aemilii. Debemos de entender que sus miembros representaban a la gran élite durante esas fechas.
Pero no sólo fueron los edificios públicos los que cayeron bajo el influjo de este embellecimiento colectivo. El concepto de monumentalidad, junto a su deseo de integración en cada uno de los aspectos de la urbe, también cuajó en lo concerniente al plano privado. El número de domus construidas en Acinipo aumentó considerablemente, llegando a ocupar, incluso, los espacios del recinto murado donde anteriormente no se había edificado.
Motivo de este crecimiento fue la privilegiada situación con la que contaba la ciudad. El hecho de estar situada en un importante cruce de caminos, con respecto a otras poblaciones de la misma categoría, hizo que nuevos pobladores acudieran a ella en busca de mejores condiciones de vida. Las nuevas viviendas conllevaron la aparición de nuevas insulae y, por consiguiente, se tuvo que definir un nuevo trazado urbano.
Esta situación se daría con las nuevas viviendas construidas. En lo relativo a las domus existentes, se mejorarían el aspecto de sus fachadas y crecerían en altura. Finalmente, quedaron dispuestas a modo de terrazas escalonadas, sustentadas a través de grandes muros de contención para adaptarse a la superficie del terreno.
Junto a los clásicos atrium aparecieron los largos pasillos distribuidores en la planta inferior de estas viviendas. Siguiendo su recorrido se podía acceder al resto de estancias como eran la culina o las zonas de despensa. En cambio, las plantas superiores de estas casas, muchas venidas abajo por el derrumbe, se reservarán a las habitaciones para el descanso.
Los pequeños hortus traseros o estanques privados de las primeras viviendas romanas (aquellos donde el pater familias se refugiaba después de la dura jornada) pasaron a convertirse en lararium. Para que nos hagamos una idea, el lararium era el espacio de la domus, ricamente decorado con estuco de vivos colores y alegorías a los dioses, en el que se rendía culto a los lares y manes de la familia, símbolos todos ellos de la protección de la vivienda y de los que allí habitaban.
El fervor imperialista y la devoción al divus imperator llegó a tal punto que en muchas ocasiones, en lugar de lares y manes, el lararium fue utilizado para practicar el culto al emperador. Este fue el caso del miembro de la gens Servilii llamado M. Servilius Asper quien rindió culto al emperador de Roma mediante la imagen de un Genio Oppidi. Como él, tantos otros habitantes en Acinipo.
A parte de las domus, en las termas públicas también se acometieron obras de monumentalización. Más bien, una profunda reforma que conllevó una importante reestructuración del edificio. A la palestra inicial se le añadió un pasillo porticado o ambulacro, que recorría la instalación en forma de ‘L’ y desde donde se accedía a las nuevas dependencias construidas.
Sin saberlo, Acinipo había iniciado su declive.
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