Que cruel es la ignorancia cuando así lo pretende, momentos en los que uno tiene ante sus ojos una joya, un verdadero tesoro, y es incapaz de percibirlo. Claro, que si el elemento en cuestión da pie a confusas interpretaciones, nada se puede hacer para evitarlo. A decir verdad, esto lo llamo yo ‘consuelo de tontos’.
La extravagante tumba de un panadero
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