Cerro de Castro. Burgo de Osma, Soria
Esta es la historia de un pueblo arévaco que supo ver su enorme potencial dentro del proceso de romanización al que fue impuesto, sacar provecho del profundo cambio cultural sufrido, hasta convertirse en uno de los principales núcleos hispanorromanos de la actual provincia de Soria.
Desde la Edad del Hierro, sobre una amplia y elevada meseta, se emplazó una comunidad arévaca con el nombre indígena de Usama (latinizada como Uxamus). El baluarte celtíbero quedaba defendido por unas laderas bien escarpadas, además de permanecer flanqueado por dos caudalosos ríos (Abión y Ucero) que regaban su fértil vega circundante. Fue tal la confianza depositada en estas defensas naturales que la población nunca se preocupó por construir murallas que acordonaran el recinto.
Disfrutando de tan privilegiada posición en altura, sus defensores lograron dominar los campos de cereal y aquellos densos bosques de enebros que la ocultaban de toda presencia humana. Se trataba, pues, de un asentamiento indígena habitado sobre un cerro, espacio donde se erigió su oppidum, y las extensas tierras dependientes a esta ciudad.
Conforme fue avanzando la conquista romana (incursiones, destrucción de ciudades y expolios) en los territorios del norte peninsular, muchos otros pueblos fueron abandonando sus asentamientos nativos para reubicarse junto a otras comunidades con prestaciones defensivas más seguras. Esta situación dará lugar a que Uxama terminara organizándose en diferentes comunidades tribales.
A parte de la estructura militar, su población la constituían familias dedicadas a la agricultura, ganadería y artesanía, las cuales, en su inmensa mayoría, habitaron en viviendas semi rupestres aprovechando la roca caliza del entorno. Estos pobladores, de largas cabelleras negras y vestidos con piel de animal, se regían por una élite guerrera. Entre los grupos tribales de mayor peso se encontraban los Argailicos, de ahí la denominación como Argaela; los Argailicos de Uxama.
A estas inmejorables características geográficas habría que añadir una excelente ubicación estratégica en relación con los antiguos caminos que cruzaban a su paso y la conectaban con otras ciudades importantes de la Celtiberia. Fueron estas unas vías de comunicación que, durante el periodo romano, terminarán transformándose en algunas de las calzadas más importante de toda Hispania. Por ejemplo, sólo treinta y tres millas cubrían la distancia hasta la cercana Clunia y cuarenta y siete hasta Numancia. Un recorrido que, en su totalidad, permitía la conexión entre el noreste y el noroeste peninsular.
A parte de las vías principales, desde Uxama también partían dos caminos secundarios: uno que, desde Termes, comunicaba el valle del Duero (vía fluvial navegable con pequeños botes a vela) con la cuenca del Tajo y un segundo que conectaba con el territorio belo de Okilis. Los arévacos, grandes productores de cereal y carne, además de consagrados mercaderes, mantuvieron estrechas relaciones comerciales con los diferentes pueblos y culturas desde sus orígenes.
Esta excelencia en la producción local y el comercio con los pueblos vecinos motivará que, durante el transcurso de la Segunda Guerra Celtíbera, Uxama se convierta, también por su proximidad, en suministradora de víveres de la ciudad numantina. La posición adoptada por su élite guerrera provocará el intento de Quinto Fulbio Nobilior por conquistarla, aunque el ataque finalmente resultará fallido y el cónsul romano se verá obligado a retirarse.
Con la caída de Numancia se dio por concluida la contienda, pero las represalias de los romanos continuaron durante años. Así fue como, tras la sublevación de Sertorio ante el Senado de Roma, los arévacos se volvieran a enfrentar directamente contra el poder invasor, siendo uno de tantos pueblos indígenas que se unieron a su causa durante el siglo I a.C.
Muerto el rebelde, los partidarios hispanos mantuvieron la causa abierta. No será hasta la llegada del general Pompeyo, año 72 a.C., cuando el oppidum, protegido por infranqueables defensas naturales, fuera tomado al asalto y completamente devastado.
Roma lograba irrumpir en sus hogares y destruir el asentamiento que, hasta esa fecha, habían considerado como inexpugnable. Siguiendo las costumbres ancestrales, los cuerpos inertes de sus bravos guerreros se volvieron a ofrecer a las sagradas aves que facilitaban el tránsito al más allá; ellos serían los últimos hombres que recorrieran el largo camino hacia la nueva vida. A partir de entonces, no sólo los más débiles serán incinerados en sus funerales.
Porque no se pudo evitar la caída de la cercana Numancia, ni tan siquiera llevar a cabo la anhelada venganza tras su apoyo a Sertorio; en este sentido, Termes también quedará sometida. El pueblo celtibérico de Uxama se debatirá entre seguir resistiendo con sus aguerridos jinetes o bajar los brazos y aceptar la cruda realidad. Siempre llegarían más legiones, más ejércitos invasores.
En contra de lo que se pueda prever, y a diferencia de otros asentamientos celtíberos, Uxama quiso resurgir con mayor fuerza y firmeza. No sólo llegará a transformarse en un núcleo poblacional de cierto relieve, sino que pasará a convertirse en un verdadero centro político y económico cuya élite tuvo la voluntad innegable de incorporarse al sistema romano durante el siglo I a.C.
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Notas:
- Fue Okilis u Occilis el asentamiento de la futura ciudad romana de Medinaceli, la cual se ubicó en un cerro al Este de donde se asentó la ciudad celtibérica. Precisamente, en este territorio belo es donde se levantaría el castrum de campaña para la conquista de Numancia.
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