Arrepentimientos

Ermita de San Mamés. Aroche, Huelva

Arrepentimiento: sentimiento de la persona que lamenta haber hecho una cosa o dejado de hacer.

Arrepentimiento: Pentimento en su forma italiana. Corrección o enmienda realizada por el propio autor de una obra, manifestando con ello un cambio de idea al pintar encima de la composición y modificar, parcialmente, el dibujo o pintura inicial

TESORILLO

Tesorillo compuesto por 376 denarios de plata y encontrados en las excavaciones de Turobriga. Actualmente se exponen en Museo Arqueológico Municipal de Aroche, Huelva.

Visitar la localidad de Aroche en la provincia de Huelva no es sólo visitar los restos de Turobriga y el espléndido Museo Arqueológico Municipal, centro donde se exponen las piezas de la antigua ciudad hispanorromana. Visitar Aroche es también descubrir uno de los más fantásticos y enigmáticos ejemplos de arte cristiano realizado tras la conquista castellana en tierras de Al-Andalus. Hablamos, sin lugar a dudas, de los frescos de la ermita de San Pedro de la Zarza, más conocida popularmente como Ermita de San Mamés.

Como decíamos, la historia de esta ermita se remonta a los periodos de ocupación de los reinos cristianos sobre las tierras del ‘infiel’, como ellos la llamarían. En el siglo XIII, el reino portugués, con ayuda de la Orden del Temple, se adentra en el Llano de la Belleza, entorno a los años 1230 – 1251, para conquistarla. Dos años después, serían entregadas al reino de Castilla, según se ha publicado en relación a la historia de Aroche.

La ermita, en cuestión, es de las denominadas de Repoblación. El reino de Castilla, para repoblar este nuevo territorio recién arrebatado a los musulmanes, decide ofrecerlas a gentes venidas del norte peninsular y establecer aquí una nueva frontera. Estos nuevos colonos traerán consigo sus propias costumbres y necesidades religiosas, de ahí esa estrecha relación con San Mamés.

Ermita de San Mamés en el foro de la ciudad hispanorromana de Turobriga. Aroche, Huelva.

Entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, el santuario cristiano será erigido sobre los restos de la antigua ciudad hispanorromana. De estilo mudéjar en sus orígenes, fue construida reaprovechando las piedras de la vieja Turobriga como materiales de construcción. Por citar algunos ejemplos, actualmente podemos contemplar las columnas romanas del ábside, el ara reutilizada como soporte del púlpito o los propios sillares de talla también romana aprovechados para levantar los porches exteriores. Todo ello sin tener en cuenta que el propio templo religioso se asienta sobre la planta de la antigua basílica.

Este santuario cristiano sufrirá notables ampliaciones hasta el siglo XV, momento en el que se construyeron las distintas naves. En este mismo siglo se decorarán sus paredes con unos magníficos frescos que reproducirán distintas escenas religiosas como la Santa Cena, San Cristóbal con los peregrinos en el cinto y el Niño al hombro y la Anunciación. Además, en otra de las paredes se debió ilustrar una escena relativa a la conquista cristiana de Aroche, en la cual aparece la imagen de Santiago a caballo guerreando contra ‘el moro’ y tras de ellos una fortaleza musulmana donde se aprecian mujeres llorando mientras se despiden de su ejército. Si esto fuera así, la ilustración de Santiago matamoros, con el castillo detrás, podría corresponder a la primera y única imagen relacionada con la reconquista de Aroche al día de hoy.

INTERIOR ERMITA

Decoración del interior de la ermita. Al fondo el presbiterior con frescos en la parte superior del arco. En el centro, la imagen de San Mamés adorado en la localidad. Aroche, Huelva.

Durante el siglo XVII se documentan en la localidad numerosas epidemias en la villa, bien pudieran tratarse de la peste. Estas desgracias obligarán a utilizar la ermita como hospital y, por motivos de salubridad, encalar todas sus paredes, ocultando los magníficos frescos hasta nuestros días. Pero, a raíz de una restauración llevada a cabo en los años 80 sobre la cubierta de la ermita, volvieron a salir a la luz las preciosas pinturas tras las capas cal.

Imagen de Santiago Matamoros a caballo, portando una espada y enfrentándose al enemigo infiel. Ermita de San Mamés. Aroche, Huelva.

Detenerse en los frescos del siglo XV que embellecen las paredes y observarlos con total detenimiento es descubrir como, en nuestro país en general y en Andalucía en particular, contamos con un maravilloso exponente de la pintura tardogótica española de la que no conocemos casi nada.

Detalle de fortaleza con mujeres llorando despidiéndose del ejército andalusí, formando parte de la escena de Santigo Apóstol. Ermita de San Mamés. Aroche, Huelva.

Ante la carencia de información y de análisis realizado hasta el momento, el razonamiento del saber popular ha intentado cubrir esas carencias y buscar una explicación a una serie de detalles que aparecen claramente expresados en las pinturas que ilustran el muro norte de esta ermita, las cuales son dignas de mención. Según se cree y se cuenta, pudiera ser que el encargo de estos frescos fuera aceptado, en su momento, por un maestro pintor. Pero, desconociendo el motivo, parece como si las pinturas de esta pared, finalmente, las hubiesen realizado sus pupilos sin supervisión alguna.

En realidad, suena un poco a que el maestro, después de aceptar el encargo para decorar la ermita, cogiera el dinero y se fuera a la taberna más cercana dejando a sus alumnos solos, quienes ilustrarían las paredes del santuario sin supervisión alguna. ¿No es cierto?

Bien, ¿en qué se basan para haber llegado a esta sencilla conclusión? La primera pista la tenemos en la representación de la Santa Cena. Todos los apóstoles alrededor de Cristo y este impartiendo el Sacramento de la Comunión. Se observa con total nitidez como uno de los apóstoles, Juan, aparece recostado literalmente sobre la mesa.

Santa Cena en la pared norte de la ermita de San Mamés con el apóstol Juan, al lado de Cristo al centro, tumbado sobre la mesa. Aroche, Huelva.

Este detalle de Juan tumbado sobre la mesa ha hecho conjeturar sobre la falta de previsión y proporcionalidad de las manos que lo pintaron, es decir, de unos aprendices sin la experiencia necesaria para afrontar este tipo de proyectos en un lugar sagrado. Es como si se hubiesen quedado sin espacios en el ancho de la pared e improvisaran una solución para dar cabida a todos los apóstoles en la escena.

Otros detalles a tener en cuenta para intentar dar veracidad a esta teoría de la ermita de San Mamés son el codo del mismo Cristo con el que alza la mano y la escena de San Cristóbal, típica imagen de los templos que acogían a peregrinos durante la Edad Media. Si los observamos bien, parecen algo toscos. Un codo casi irreal e imposible, mal definido y que suscita falta de conocimientos sobre anatomía y un personaje, San Cristóbal, que podría estar pintado por la mano de un niño. Si ambos elementos los comparamos con el minucioso detalle de Santiago Apóstol pintado en el muro contrario, donde se pueden apreciar a las mujeres llorando y despidiéndose de sus soldados, parece evidente que las técnicas y los conocimientos son muy distintos.

SAN CRISTOBAL

San Cristóbal con los peregrinos al cinto y el Niño en el hombro, típica imagen de los templos que acogían a peregrinos durante la Edad Media. Ermita de San Mamés. Aroche, Huelva.

Y finalmente la imagen de la discordia, aquella que con toda mi buena voluntad quise dar a conocer y compartir hace ahora dos años, pero que, como hay de todo en la viña del Señor, se acabó montando la ‘mariamorena’ al publicarla y yo arrepintiéndome de ello. Esta imagen no es otra que la mano del propio Cristo, aquella alzada al bendecir el cáliz ante los apóstoles y donde se puede contar, perfectamente, seis dedos. Sí, la mano de Cristo parece que fuera pintada con seis dedos en total.

Cristo bendiciendo el cáliz ante los apóstoles, donde se le puede contar seis dedos de la mano. Ermita de San Mamés. Aroche, Huelva.

¿Y por qué se montó tal trifulca que duró casi tres días y registró más de un centenar de comentarios? Sencillamente, porque hay gente que confunde la historia y el arte con sus sentimientos y creencias religiosas. Yo que siempre me aparto de este tipo de reacciones, me vi soportando lindezas del modo: este mundo es como un jardín donde cabemos todos, nosotros (refiriéndose a los creyentes) somos sus flores y el resto (los no creyentes) el abono necesario para que crezcan.

El resto, ya os lo podéis imaginar. En mi caso, me lamenté de compartir con los demás esta joya de nuestro patrimonio y guardarla para no volver a hablar nunca más de ella. Ha sido un amigo, al que de vez en cuando recurro para consultar y pedirle su opinión, el que me animó a mostrarlas nuevamente.  Estos frescos son una maravilla de nuestra historia y pasado y se merecen ver la luz para que todos sepáis de ellas.

Pero bueno, por la parte que nos toca, intentemos aclarar estas conclusiones en la medida de lo posible y dar alguna explicación a esta curiosa hipótesis que se ha elaborado sobre los frescos de la ermita.

En el caso de la Santa Cena, deberíamos retomarnos a los referentes bizantinos y románicos para comprobar como la figura de San Juan no descansa sobre el hombro de Cristo, a su regazo, sino que lo hace sobre la misma mesa. Existen varios precedentes que se podrían tomar en consideración para este modelo compositivo. Uno es la Cena del refectorio del Monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce (Sevilla), fechados a mediados del siglo XIV (datación coincidente) Otro sería la “Última Cena” de Jaume Serra datado también en el siglo XIV (Museo Nacional de Palermo) o el Retablo de la Virgen de Sigena procedente del monasterio de Sigena (Aragón), obra realizada también en el siglo XIV, de estilo gótico y que se expone en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

La Última Cena, Monasterio de San Isidoro del Campo (Santiponce) Imagen tomada de la Wikipedia.

En todos estos ejemplos, la imagen de Juan aparece reclinada o recostada directamente sobre la mesa donde se lleva a cabo la celebración litúrgica. Siendo las pinturas de San Mamés casi contemporáneas a estas obras, elaboradas sólo unos años después, parece evidente que imitara o estuviera influenciada por el modelo iconográfico de alguno de los tres autores; por su proximidad, tal vez a la de San Isidoro del Campo.

También nos puede llamar la atención la eliminación de uno de los Apóstolos, Judas Iscariote, separado del resto de apóstoles, que fue pintado de frente a Cristo y, por ende, de espaldas al espectador de la obra. Esta supresión premeditada del personaje en la escena puede estar justificada por la ira popular que hubo en contra del supuesto ‘traidor’ de Cristo y las tradiciones de algunos pueblos de la Península por linchar o quemar al muñeco que lo representaba.

En relación a la posibilidad de que los frescos fueran pintados finalmente por los pupilos y no por su maestro, cabe precisar que, lo más normal era que en los templos cristianos trabajasen equipos compuestos por maestros y aprendices. En este sentido, si el maestro detectaba algún error de sus pupilos, lo más lógico fuera que estos últimos acabaran repitiendo su trabajo.

Anunciación. Representación sencilla de esta iconografía cristiana, sin elementos decorativos excepto la Virgen y el Arcángel San Gabriel.

Un maestro pintor se debe a su fama, prestigio que es extrapolado también a todos sus discípulos o taller. Por lo tanto, un maestro nunca realizaría o daría por buena una mala obra cuando su sustento y reputación dependieran directamente de su trabajo y el de su taller.

Cosa bien distinta sería que, en la elaboración de frescos de San Mamés, no hubiese existido un maestro como tal, sino simples cuadrillas. Pintores que imitaban modelos preexistentes, utilizando variedad de patrones, y donde cada artista realizaría parte de la obra sin que interveniera la figura de un supervisor final. Puede que, en el caso de la ermita de Aroche, fuera el caso y que esos modelos fueran tomados del cercano Monasterio de San Isidoro del Campo.

Por último, los seis dedos que presenta Cristo en la escena central de la Santa Cena, es bastante probable que se debiera a una corrección del autor y que el dedo corregido volviera a surgir después de la limpieza y eliminación de las capas posteriores de cal. La rectificación o cambio de idea inicial del autor podría haberse fundido con el resto de la composición al perder los colores originales gran parte de su viveza. Es lo que en el argot del arte se denomina “arrepentimientos”.

Representación de Cristo con seis dedos. Ermita de San Mamés. Aroche, Huelva.

Tampoco debemos desechar la posibilidad que la cuestión de los seis dedos de Cristo se encuentre enmarcada dentro de una simbología y que tal vez fuera pintada de forma intencionada, con idea de expresar una idea o corriente de la época. Por ejemplo, el pintor Rafael Sanzio (1483-1520), en su obra La Madonna Sixtina (1516), pintó a San Sixto con seis dedos en su mano derecha o en Los Desposorios de la Virgen (1504) hizo lo mismo, pero con los dedos del pie izquierdo de San José. En la época en la que pinta Rafael estas obras se pensaba que la ‘polidactila’ era una anomalía que otorgaba un sexto sentido al individuo, capaz, entre otras cosas, de interpretar los sueños de carácter profético (¿Profecía de la muerte de Cristo después de celebrar la eucaristía con los apóstoles?)

Lo que sí es seguro es que siempre debemops realizar estudios e investigaciones previas antes de adelantar cualquier tipo de conjetura e hipótesis. Es como el Santiago Matamoros portando una enorme espada que dibujada en el templo parecería que está trayendo más la guerra que la paz. La simbología cristiana en ese periodo es muy complicada, por lo que se debe analizar y estudiar con detenimiento y sin precipitación alguna. Considero que las pinturas de San Mamés lo están demandando desde su descubrimiento.

El mayor de mis agradecimientos a José Montesinos Moreno, amigo que me proporcionó sabios consejos sobre las pinturas cristianas de la época y me animó a mostrar las de Aroche para que viesen la luz.

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