“Pienso que es el resultado de un equilibrio entre lo que el mar entrega y lo que se lleva.”
“Un coido é o resultado do equilibrio entre o que aporta e o que leva o mar”. De esta forma tan poética, un cartel nos dará la bienvenida en el acceso empedrado que nos conducirá hasta las inmediaciones del yacimiento arqueológico Castro Baroña, del cual apenas conocemos datos.
Se sabe que su enclave tuvo un carácter eminentemente estratégico y defensivo, además de permanecer rodeado de un paraje natural incomparable definido por maravillosas playas e imponentes montañas.
Fiel al ejemplo de castro tipo de la edad del Hierro, el antiguo asentamiento castreño se sitúa sobre una pequeña península rocosa. Sus espaldas quedan resguardadas por un gran acantilado rocoso que ejerce como defensa natural ante los posibles ataques marítimos que pudieron sufrir; se valía, por tanto, de la protección natural privilegiada que le proporcionaba el propio entorno. Además, se levantaron unas murallas defensivas en el istmo de arena que ocupó como medio preventivo a los ataques terrestres.
El emplazamiento contó con dos líneas de muralla. En la extensión de tierra que une el poblado al castro se dispuso un foso de unos cuatro metros de ancho y tres de fondo, limitando así su primera defensa. A continuación aparece una segunda muralla formada por dos muros paralelos y construidos a base de piedras y arena. En resumen, antes de alcanzar la muralla principal que circunda el castro, se prepararon las primeras defensas del asentamiento.
El acceso al mismo se practicaba a través de una subida en rampa empedrada, hoy bastante deteriorada con el paso del tiempo; también existió una torre que flanqueaba la entrada. A partir de aquí se abre la zona residencial del asentamiento, unos espacios donde se pueden distinguir, claramente, dos zonas o barrios. En el yacimiento aún se conservan una veintena de viviendas de planta circular u oval, típicos de estos hábitats.
Serán en estas viviendas donde sus ancestrales habitantes desarrollaran las distintas actividades artesanales derivadas de su cultura.
El Castro de Baroña es un asentamiento eminentemente marítimo. Es decir, un poblamiento en el que sus habitantes debieron ser de los primeros marineros de Galicia. Su alimentación estuvo basada, principalmente, en los productos recogidos del mar (playa y acantilados), como fueron mariscos y pescado. Así ha quedado atestiguado por los distintos concheiros localizados en la zona. Además, se alimentaban de la carne obtenida de ovejas, cabras, etc., lo que cabe pensar que practicaran algún tipo de pastoreo. Y en su dieta también figuraba el consumo de bellotas.
Se cree que este poblado castrense era autosuficiente, aunque debió existir cierto comercio o intercambio de excedentes con otros castros próximos a la zona. Eso sí, no contaba ni con manantiales de agua dulce en las inmediaciones, ni de aljibes que permitiesen su almacenamiento. En este sentido se entiende que el recurso hídrico debía de ser transportado desde el exterior y recogido en algún tipo de envasado o cerámica.
Sus moradores pudieron haber trabajado también la minería y la metalúrgica, tal y como se deduce de un horno aparecido en la zona Norte. Extraerían, por tanto, bronce, oro, hierro y otros metales, como era común en otros castros del periodo en el que se enmarca su existencia.
En este sentido debemos señalar que su datación, generalmente aceptada, es entre un momento indeterminado del siglo I a.C. y finales del siglo I d.C., es decir, tuvo una vida excesivamente corta. ¿Pudo ser debido al problema del abastecimiento de aguas? Otros autores, en cambio, lo sitúan entre el siglo IV a.C. y el siglo I d.C.
Un saludo a todos.
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