Una visita a la collegia iuvenum

Si eres joven, atleta y vigoroso, puede que te guste el artículo que hoy publicamos. Si también tu familia forma parte de la clase senatorial o ecuestre, te recomendamos que le eches un vistazo, aunque sea de pasada. Pero si, además de todo ello, estás interesado en la actividad política y municipal de tu ciudad o aspiras a la elección de algún cargo público, sencillamente no te lo puedes perder.

Desde que el divino Augusto, a inicios de su reinado, tomara las antiguas y tradicionales efebías helenas como modelo para sus collegia iuvenum, sin olvidarnos, claro está, de las agrupaciones de jóvenes que ya existían por entonces, todos los municipios provinciales del Imperio, y siguiendo la estela de la ciudad madre, quisieron contar en sus ciudades con este tipo de schola elitista patrocinadas por algún ciudadano importante.

En sus orígenes tuvieron un sentido estrictamente religioso, orientado, principalmente, al culto del emperador. Esta práctica se conjuntaba con la formación moral, el estudio de la música, la filosofía y la retórica, además de la práctica deportiva.

Pero eso fue sólo al principio. Actualmente se han convertido en instituciones aristocráticas donde acuden los hijos de las clases más elevadas de cada municipium con objeto de ejercitarse física y militarmente, con independencia de seguir manteniendo el consiguiente culto a nuestros dioses. En la collegia iuvenum de cualquier ciudad se celebran juegos y espectáculos, lo que viene a denominarse como Ludi Iuvenum, donde no faltan carreras en el circo, demostraciones de equitación, competiciones de caza, lucha libre, combates con armas, etc. O, incluso, espectáculos escénicos en el teatro con representaciones de mimos y comedias de autores clásicos. Todo ello bajo las insignias de sus instituciones.

Para que nos entendamos, un buen ejemplo de este tipo de colegio es el que existe en Colonia Aelia Augusta Itálica, provincia de la Baetica. De dicha ciudad eran originaros dos de los hombres más grandes que ha visto nacer Roma: Marco Ulpio Trajano y Publio Elio Adriano. Muy posiblemente estas dos dignidades ejercitaran sus técnicas de combate en la palestra de la collegia iuvenum de dicha ciudad antes de ponerse al servicio del Imperio. También celebrarían reuniones y banquetes con el resto de los colegiados, disfrutaran de los baños en sus termas y, sobre todo, participaran en los ludi iuvenum de Itálica formando parte de los distintos espectáculos de exhibición realizados en la arena del monumental amphiteatrum.

Aunque bueno, tampoco es mi intención hablaros ahora del colegia iuvenum de Itálica. A lo que iba, después de tratar ciertos temas en la ciudad de Complutum, de los cuales ya comentaré a su debido tiempo, quise visitar su escuela de élite. Resulta que, cuando llegué a la urbs, andaba buscando algún importante ciudadano al que le pudieran interesar algunos de mis trabajos y fue un conocido mío, un pictor imaginarius que regenta el taller situado en el pórtico sur del forum, quien me comentó que, según el colegio de artesanos, tal institución solicitaba un maestro mosaicista para la decoración de una de sus piscinas. Mi amigo no pudo concretarme nada más en esos momentos, solo que insistían en la necesidad de encontrar algo completamente nuevo y distinto a las típicas decoraciones que se estaban practicando en muchas de las domus de la ciudad.

Para llegar hasta ella debía abandonar Complutum por una de sus puertas norte, concretamente la situada en la cara occidental del recinto amurallado, y encaminarme dirección a los suburbios siguiendo la vía que cruza todo el espacio sagrado de la zona. No muy distanciado del punto de partida, abandonaría la calzada para tomar un sendero que llevaba directamente hasta la prestigiosa villae.

El collegium se alza en unos terrenos flanqueados por dos caudalosos ríos, lo que implica una excelencia en recursos hídricos importantes para la riqueza de sus tierras. Su entorno permanece cubierto por una extensa vegetación y jardines, densamente poblados por mausoleos y monumentos funerarios. El camino que atraviesa estos parajes acaba en la misma puerta principal de la collegia iuvenum, justo al lado de una gran torre.

Tras llamar a su puerta, tuve que esperar algo de tiempo, no demasiado, mientras regresaba del esclavo encargado de comunicar mi visita a uno de los magistri; al parecer, esa mañana el praefecti iuvenum se encontraba ausente. Esta especie de magistrado era uno de los dos encomendados para dirigir las actividades de sus colegiados, así como administrar los bienes.

Ya en el interior, y aledañas a la puerta de acceso a la villa, varias tabernae aparecían instaladas en la fachada Norte del edifico. Entiendo que su cometido sería el de servir aquellas necesidades que los integrantes de la institución pudieran precisar durante su estancia. Pero no nos detuvimos ningún instante en este lugar, sino que cruzamos directamente el ostium de entrada y atravesamos el pasillo comunicador que llevaba hasta el interior del edificio. Sólo con contemplar los motivos empleados en la decoración de las paredes del acceso en fauces, pude deducir que este complejo no era un espacio residencial cualquiera; tuve la impresión que se trataba de algo más que una simple villae de descanso.

El pasillo daba paso a un gran patio principal, la verdadera zona de recepción de la schola. Se encontraba cubierto completamente, donde apenas penetraban los rayos de sol desde sus aberturas. A su vez, servía como elemento comunicador para el conjunto de estancias situadas en la cara norte y occidental del edificio, así como a las zonas termales y para lo que parecía ser una especie de enorme jardín. Obviamente se trataba del espacio principal de la villae, aunque el magistre me recibiría en una de las habitaciones asignadas con funciones de biblioteca.

Era esta una gran sala abovedada, decorada con suntuosas y exquisitas pinturas murales. Las paredes, amuebladas con estanterías, mantenían organizados los papiros enrollados para sus continuadas consultas. Y sobre el suelo, cajones de madera en los que guardaban los códices encuadernados. Entiendo que los pedagogos utilizarán todos estos textos en sus enseñanzas diarias, por lo que no deberían de faltar grandes obras de la talla de Ovidio, Tito Livio, Homero, etc., fundamentos todos de la cultura imperial. Aparte, una gran mesa presidía la habitación y en una de sus esquinas, junto a la imagen del emperador, las insignias y estandartes apoyadas sobre la pared. Estas últimas serían las que exhibirían en los ludi iuvenum celebrados en Complutum.

El magister se encontraba dentro de esta habitación, con la vista puesta en un dibujo que se extendía sobre la superficie de la mesa. Por el diseño trazado, debía de tratarse de alguna terma o balnea.

– El Praefecti Iuvenum me ha pedido que me encargue personalmente de este asunto – rompió a hablar si tan siquiera levantar la cabeza del plano – Le hubiese gustado estar presente, pero, un asunto de trascendental importancia, le obligan a permanecer esta mañana en el edificio basilical de la ciudad.

La cuestión es la siguiente – continuó el notable sin dirigirme la mirada – Estamos a punto de concluir las obras de rehabilitación del complejo termal para nuestros colegiados y aún no hemos encontrado un maestro musivario que nos ofrezca una decoración de calidad para una de las piscinas de agua fría, siempre acorde con los ideales de nuestro fundador y con la esencia de lo que representa la institución. Si lo que nos vienes a ofrecer es lo mismo que nos han presentado el resto de maestros mosaicista de la ciudad, es decir, algún tema alegórico o relacionado con la literatura y la mitología envuelto en figuras geométricas, le rogaría que no me hiciese perder más el tiempo y regresara por donde ha venido. Mi esclavo le acompañará, gustosamente, hacia la puerta de salida.

Ante tan contundentes palabras, quise intervenir en un tono que pareciera lo más pausado y cordial posible con idea de evitar erróneas conclusiones. – Para lo que mi señor requiere o la propia collegia precisa, me es imprescindible entender y comprender cuál es la filosofía de la institución a la que representa, así como la de sus solemnes miembros que la constituyen. Por ello, considero que la única forma de poderme acercar al objeto de sus honorables pretensiones es recorrer sus instalaciones, en la medida de las posibilidades, y comprobar por mí mismo si soy la persona idónea a la que confiar tan grato proyecto.

– Por mi parte no veo inconveniente alguno, siempre y cuando no sean importunados los pedagogos en sus tareas – contestó el magister incorporándose y, esta vez, mirándome fijamente a los ojos – Lo único que deberá evitar será el contacto directo con nuestros pupilos. Por lo demás, no veo razón alguna para que un maestro musivario logre entender la importancia que representa esta asociación para su ciudad. Al fin y al cabo se encuentra usted en una schola, el lugar idóneo para adquirir nuevos conocimientos. Calvo, nuestro servicial esclavo, puede encargarse de acompañarlo en su recorrido. El es la persona perfecta para este cometido, ya que lleva sirviendo en el collegium mucho más tiempo que cualquiera de nosotros.

Una vez terminó de pronunciar sus últimas palabras, el responsable en esos momentos de la collegia iuvenum enrolló el dibujo de las termas con suma delicadeza y procedió a guardarlo en uno de los cajones de madera que custodiaban en la biblioteca. Sin más, abandonó la estancia.

– Acompáñeme y le iré explicando conforme paseamos – rompió el silencio con sus palabras el esclavo – La collegia iuvenum de Complutum ya funcionaba antes del gran traslado de la población. Su fundación, de carácter benéfico, fue obra de una de las familias más influyentes del municipium: los Anios, una gens cuyos miembros de gran relevancia procedían del norte, de la ciudad de Clunia. La idea que tenían sobre este complejo siempre fue clara y precisa: levantar un colegio en Complutum para los jóvenes que en un futuro serían los encargados de gobernar y administrar la ciudad y todo su territorio dependiente. Un entorno natural y las relaciones con otros jóvenes de su clase, junto con la adquisición de conocimientos y ejercicios físicos, permitirían alcanzar ese fin.

– Deberíamos comenzar nuestro recorrido por los espacios termales que ha visto representada en el diseño del magister – Continuaba hablando Calvo el esclavo mientras intentaba no perder detalle alguno ni de sus palabras, ni de lo que allí estaba presenciando.

– Básicamente debe de entender que toda la villae gira en torno a sus piscinas y jardines. Ahora, simplemente y como le han comentado, estamos en un simple proceso de rehabilitación. Lo que aquí puede observar es una obra completamente nueva, finalizada casi en su totalidad a excepción del mencionado pavimento musivario de uno de los frigidarium.

Habíamos accedido a las piscinas a través de un gran patio, cuyo suelo se embellecía con sencillos mosaicos. Las primeras que visitamos eran las de agua fría, concretamente dos construidas en sus termas. Por un lado estaba la situada en la parte occidental. En ella se había construido un majestuoso frigidarium con tres secciones semicirculares que permanecía cubierta por una elegante cúpula. Este baño estaba completamente acabado. Tanto las paredes, como su cierre superior, habían sido forrados por un mosaico que recreaba un entorno natural. Además, con la mezcla de colores empleados en las paredes de la propia piscina se buscó emular la presencia de un estanque acorde con el ambiente representado.

En el área oriental de la villae se encontraba otro frigidarium con forma cuadrada, pero de dimensiones menores. Señalándomela con el dedo, Calvo el esclavo me hizo saber que esa piscina o, mejor dicho, su decoración, era el motivo de la audiencia con el magister. Quise observarla detenidamente, intentando que permaneciera en mi recuerdo el lugar que ocupaba en el complejo, la luz que se filtraba y se reflejaría en sus aguas, así como, en general, todo su entorno reconstruido para ese breve espacio.

Cierto es que en esos momentos pude extraer una primera conclusión: el tamaño de la misma no era comparable con el otro frigidarium tribulado. Ello me otorgaba cierta ventaja, es decir, para el mosaico que allí se representaría se generarían menos problemas de los que posteriormente debería resolver. Si la amplitud de la piscina era pequeña, no tendría la necesidad de rellenar espacios en la composición figurativa con las recurrentes formas geométricas o fondos lisos que el responsable de la collegia me había advertido. Aún no había dado con el motivo a recrear, pero sí entendía que todo el espacio quedaría perfectamente condensado.

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