Una abundancia de recursos hídricos obtenidos por los ríos y afluentes de la zona, así como los buenos accesos a sus depósitos arcillosos, contribuyeron a la proliferación de este tipo de instalaciones dedicadas a la producción alfarera durante los siglos I y II d.C. Hornos excavados en el subsuelo, de cámara circular y parrillados, producían la cerámica común utilizada en la vida cotidiana de los habitantes de Singilia Barba y su ager dependiente.
Los excedentes también serán destinados al comercio: vasos decorados con series lineales de pigmentación rojo / castaño (seguían los mismos patrones heredados de los gustos indígenas prerromanos), ollas, vasijas y recipientes de gran tamaño con asa, jarritos y pucheros.
La elaboración autóctona con el paso del tiempo se fue aproximando, cada vez más, a los exquisitos y refinados gustos de la capital del Imperio. Fueron estas unas tendencias importadas del sur de la Galia y basadas en las finas y elegantes cerámicas de barniz rojo con superficie brillante conocidas como terra sigillata. Eso sí, tales piezas presentaban calidades muy inferiores con respecto a las bellas cerámicas de barniz negro y tradición helenística, como eran las elaboradas en la ciudad de Castulo.
La transición o cambio de tendencia en la producción de cerámica indígena hacia la del tipo terra sigillata también tendrá su eco en los ajuares depositados junto a las urnas cinerarias, utilizados estos en las prácticas funerarias de la cultura romana.
E indudablemente, una de las grandes fuentes de riqueza de las familias nobles que habitaron estos parajes debió de ser la explotación de las cercanas canteras antequeranas, especialmente las relacionadas con la extracción y comercialización de calizas.
Por un lado, se trató el mármol blanco de la actual Coín que aparece abundantemente en Italia y que tuvo de tener su salida comercial por la cuenca del Guadalhorce. Por otro, las producciones más modestas y con menor coste que las anteriores, pero, sin lugar a dudas, de un gran atractivo: las denominadas calizas blanco-rojizas de la sierra del Torcal.
Con las piezas de mármol blanco se elaboraron una amplia variedad de elementos arquitectónicos: las enormes losas para el suelo, revestimientos, cornisas y columnas, tal y como sucedió en la zona pública de Singilia Barba. En cambio, el uso de la caliza blanco-rojiza quedará destinado a todo tipo de soportes epigráficos, basas, fustes, capiteles o para los monumentales peldaños de sus mausoleos.
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