Una más que probable granja fortificada
Hoy me gustaría contaros cómo se puede convertir una mañana placentera de domingo, donde lo único que tenemos anotado en la agenda son unas tortillas de patatas y algunos filetes ‘empanaos’, en un día de enormes descubrimientos históricos y arqueológicos.
Resulta que a unos cuatro kilómetros del pueblo de Mollina, provincia de Málaga, se encuentra el Parque de Santillán. Son estas unas instalaciones, en mitad de un precioso arbolado, preparado para que las familias puedan acercarse hasta allí y disfrutar de un almuerzo campestre rodeado de naturaleza.
Si entre pinchos de tortillas y alguna que otra cervecita a alguien se le ocurre dar un paseo por sus alrededores, se puede encontrar con los restos del Castellum de Santillán. Esta es su historia:
Se conoce muy poco del Castellum de Santillán, también llamado Fortín del Capiruzón por el nombre del cerro donde quedó asentado, ubicado cercano a la mansio o civitas romana de la antigua Urgapa (Alameda, Málaga), de la cual ya hemos hablado en anteriores artículos.
Todo apunta a que los restos encontrados de este fortín, los cuales llegan a ocupar una extensión de casi mil cuatrocientos metros cuadrados, corresponden a una villae rustica de los siglos I y II d.C. Una villa romana de explotación agrícola que, en el siguiente siglo, se vería obligada a fortificarse debido a las invasiones y ataques sufridos (mantengamos esta nota en la cabeza). Fue en ese tiempo cuando el Imperio Romano era incapaz de defender sus fronteras y los territorios a los que gobernaba.
La primitiva villa de los siglos I-II quedó emplazada en un importante punto estratégico; en el centro mismo de un cruce de caminos que unía las cercanas y representativas ciudades romanas de Anticaria, Urgapa y Singilia Barba.
Esta villae debió de pertenecer a una de esas familia nobles y con cierto poder económico e influencia que en aquellos primeros momentos compaginaba su residencia habitual entre la domus de la ciudad y la finca de recreo donde también se practicaban explotaciones agropecuarias (costumbre esta muy imitada entre la clase social pudiente de todo el Imperio) Fue un periodo en el que las élites aún no habían abandonado definitivamente la ciudad, disfrutando todavía de los beneficios que le reportaba su status en la civitas.
La villa, aparte de disponer de una zona residencial o pars urbana, también contó con una zona de explotación. Así ha quedado atestiguado por dos aljibes con forma circular que pertenecen a un grupo de estancias articuladas en torno a dos habitaciones principales.
Muy probablemente, esta villae rustica, además de la producción agrícola que obtenía, aprovecharía su excelente situación geográfica para llevar a cabo los oportunos intercambios comerciales con aquellas ciudades romanas próximas.
Pero como indicábamos en líneas anteriores, ya en el siglo III d.C. la villa sería arrasada y sobre su antigua estructura se construyó una fortificación amurallada de planta cuadrada, con torres también cuadradas en sus esquinas, articulando todo el espacio en torno a un gran patio central.
El definitivo fortín o castellum que se levantó sobre las ruinas de la antigua villae respondió a las necesidades defensivas que la población rural de ese tiempo tuvo que adoptar. Esta fortificación, en mitad de los campos de cultivos de la Baetica, albergaría a una pequeña guarnición y, posiblemente, también serviría para proteger a los habitantes rurales de la zona. Contaría con silos para cereales, aljibes de agua y todo aquel elemento capaz de mantener una defensa ante un posible ataque. En resumen, estaríamos hablando de una más que probable Granja Fortificada, única en Andalucía con estas características.
Y llegamos al meollo de toda esta historia, lo que realmente me mataba de curiosidad: ¿cuáles pudieron ser esas necesidades defensivas que obligaron a reconstruir el primitivo complejo rural desde sus ruinas? Más aún, ¿cuáles fueron esas invasiones y ataques que sufrió el territorio hispano de la Baetica en ese periodo y que el propio Imperio Romano fue incapaz de defender? Aunque realmente no se trate más que de una hipótesis mía, y no siendo el que suscribe arqueólogo ni historiador, la respuesta a tales cuestiones podrían encontrarse en las desconocidas incursiones maurii que asolaron la provincia de la Baetica en la recta final del siglo II d.C. Hagamos, pues, un breve resumen para explicar en qué consistieron estas invasiones:
Los maurii fueron un conjunto de tribus que habitaron en las proximidades de las costas del Norte de África, allá por la Mauritania Tingitana. Aprovechando la debilidad romana de la época que nos ocupa, cruzaron las aguas de las Columnas de Hércules para llenar de razzias y rapiñas todo el territorio de la Baetica.
Se conoce que una de las ciudades hispanas que sufrió estas incursiones fue Baelo Claudia, cabeza puente con la provincia africana y puerto natural para el comercio e intercambio de esa zona. Por otro lado, también se tiene constancia que ciudades como Lacipo (próxima a la actual Casares, Málaga) y su vecina Oba (actual Jimena de la Frontera en Cádiz) formaron parte de un cordón defensivo para vigilar la posible entrada de estas tribus por las costas del Estrecho.
Los escasos estudios que se han llevado a cabo sobre estas incursiones en concreto concluyen que pudieron ser dos las invasiones llevadas a cabo por los maurii en territorio hispano.
La primera se ha podido precisar en torno al 171 d.C., la cual fue mitigada por la VII legión al mando del legado Aufinius Victorinus. De regreso a sus tierras, se presupone que los invasores irían bien cargados de cuantioso botín porque, sopesando las posibilidades, volverían a las tierras de las que fueron expulsados.
La misión de reprimir estos nuevos ataques fue encargada a Caio Vallio Maximiano, quien en esos momentos sustentaba el cargo de procurador de la Tingitania. Así, la inscripción de Italica corresponde a una dedicatoria para agradecer a C. Vallio Maximiano el haber restituido la paz y acabar con los enemigos (provinciam baeticam caesis hostibus paci pristinae restituerit)
Singilia Barba, por su parte, sería asediada por las tribus maurii. Entendemos que la población singiliense acabaría refugiándose tras las murallas del antiguo oppidum de la parte alta del cerro para defenderse de los invasores. Esto no ocurrió en la cercana ciudad de Aratispi (Cauche el Viejo. Villanueva del Cauche, Málaga), la cual quedó completamente arrasada por el efecto devastador de estos guerreros.
Pero en el caso de Singilia Barba, la actuación de Vallio Maximiano permitió que los maurii tuviesen que levantar su cerco (municipium diutina obsidione et bello maurorum liberatum). Ello resulta bastante lógico si se piensa que estos invasores eran unos excelentes soldados de caballería ligera, pero no dejaban de ser meras bandas de saqueadores sin disposición de medios necesarios para llevar a cabo el asalto en toda regla a una ciudad mínimamente amurallada.
Así pues, tenemos una villae rústica de los siglos I-II d.C. que es completamente arrasada y sobre sus cimientos, ya en el siglo III d.C., se levanta una especie de granja fortificada. Por otro lado, en la recta final del siglo II d.C. se producen las incursiones y razzias de las tribus maurii en esta parte de la Hispania romana. Ciudades próximas al Castellum de Santillán sufren de sus ataques, como fueron Singilia Barba que fue sitiada y Aratispi asolada. Entonces, ¿pudiera ser que la villa fuera también objeto de un ataque y destrucción por parte de estas tribus? ¿Qué sentido tenía construir un fortín defensivo desde las ruinas de una villa si lo lógico hubiese sido una simple reforma o ampliación? ¿Hubo otros tipos de ataques de gran magnitud? Lo que parece claro es que la villae se fortifica producto del miedo de sus pobladores a sufrir nuevos ataques tan depredadores.
Como indicaba, nada de la relación maurii y Castellum de Santillán encontraréis, aunque puedan existir elementos comunes en tiempo y espacio que den pie a una nueva revisión de las historia de estos restos. Pero no seré yo el que me pronuncie científicamente sobre tal cuestión. Aquí sólo podemos abordar la relación existente entre ir a pasar un día de campo con la familia y encontrarnos con unas interesantes ruinas históricas.
Por cierto, si a alguien se le ocurre una nueva teoría, que no dude en pronunciarse. Me muero de la curiosidad.
Saludos.
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Francamente bueno y con un tema poco tratado.
Un cordial saludo
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