Singilia Barba, ciudad citada por Plinio, todo hay que decir en un texto bastante confuso, donde se nombra una ciudad llamada Singili. Para la segunda parte de la nominia, podría tratarse de la Barba, Barlar o Balar citada por Ptolomeo; así como la Barba del itinerario de Antonino; o también como la ceca monetaria visigoda Barbe mencionada en el Concilio de Elvira y en las leyes Visigotorum XII, durante los reinados que transcurrieron desde Sisebuto a Tulga. Con el paso del tiempo se aceptó la denominación que hoy conocemos como Singilia Barba.
El origen de esta ciudad hispanorromana se remonta a la era neolítica, cuando grupos no establecidos sobre ninguna comarca, errantes de las campiñas y montañas de nuestras tierras, recorrieron los agrestes parajes en busca de un hábitat donde poder asentar definitivamente a los miembros de su comunidad. Así llegaron a las faldas de un cerro con aspecto piramidal que hoy se conoce con el nombre de Cerro del Castillón, en la actual Depresión Antequerana. Un lugar donde la climatología y las expectativas productivas conferían a sus nuevas gentes unas posibilidades de poblamiento bastante prósperas. Estas mismas condiciones se darían en la cercana y vecina Anticaria.
La continuidad de los distintos moradores perduraría durante toda la Edad de Bronce, llegándose a convertir en un importante oppidum ibérico allá sobre el siglo V a.C.
Su ciudadela ocupó las cotas más altas del cerro; lógicamente era la posición mejor protegida. El resto de la población fue distribuida a través de las distintas terrazas que constituyen el enclave. Tan importante llegó a ser el asentamiento que el propio Plinio lo llegó a definir como una de las Turres Hannibalis encargadas de delimitar la línea de penetración cartaginesa que conectaban Castulo con el puerto exportador de todo mineral extraído en Sierra Morena, es decir, Malaca.
Con la llegada de los romanos, a los pies del oppidum y en la falda del cerro, la población indígena quedó rápidamente asimilada entre los contingentes romanizados. Se adaptaron y reforzaron las antiguas murallas del recinto fortificado, aunque, realmente, el entramado de villae construidas en el ager de Singilia no se constituirá con anterioridad al cambio de Era.
Es a partir de época Flavia, ya en la segunda mitad del siglo I d.C, cuando se produce una ocupación intensiva de todo el territorio (comprendería la zona territorial dependiente de Singilia Barba y Anticaria) y la gran transformación de la urbe.
Y ya en tiempos del emperador Vespasiano, a Singilia Barba se le otorgará la condición de civitas libera (Municipium Flavium Liberum Singiliensis) junto a otras ciudadelas como Ostippo, Astigi Vetus, Cartima, etc., recogido este en la epigrafía hallada de las diversas excavaciones y que alude a su antiguo estado de ciudad libre: municipium Flavium Lib(erum) Sing(iliense). Con el nuevo status de municipio latino, a la población se la dotará de una gran autonomía legislativa y financiera.
Fue esta una extensión de derecho latino aplicado en Hispania que benefició, en particular, a la tribu Quirina, la cual habitaba en esos momentos el territorio. ¿Quién sabe si este cambio de situación se debiera al apoyo prestado por dicha tribu a las tropas romanas en las antiguas guerras libradas contra el ejército cartaginés?
«A Marco Valerio Proculino, hijo de Marco, nieto de Marco, biznieto de Gayo, de la tribu Quirina, duoviro de los Municipes del Municipio libre singiliense. Los ciudadanos y los residentes, por suscripción popular (le dedicaron esta estatua).
Éste durante su duovirato ofreció juegos públicos y durante el mismo número de días (juegos) privados. Del mismo modo, a la totalidad de los habitantes en el Municipio y a los residentes los convocó ofreciéndoles, de modo gratuito, baños y ungüentos. Así también, en el mismo día a los jóvenes les obsequió con juegos en el teatro (y) para los hombres y mujeres proporcionó gratuitamente (su entrada) al gimnasio y a los baños.
A éste, los ciudadanos y residentes, el día antes de las kalendas de Enero (31 de Diciembre), al finalizar su mandato como duoviro, por la buena administración de la gestión pública (en el Municipio), por acuerdo de todos, le manifestaron públicamente en el foro su agradecimiento y (le donaron) las víctimas para que hiciera los sacrificios. Del mismo modo, por suscripción popular, le dedicaron una estatua.
En el senado municipal mediante un decreto le permitió elegir el lugar.
Durante su duovirato fueron cónsules A. Cornelio Palma Frontiano (sic), por segunda vez, P. Calvisio Tullo (por primera).»
La ciudad como eje de comunicaciones >>
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iInteresantisimo!
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