Nerja, Málaga.
11 de enero de 1959. Cinco jóvenes de la pequeña localidad malagueña de Maro se adentran en los parajes conocidos como ‘la Mina del Cementerio’. En el transcurso de su recorrido advierten un profundo orificio por donde se filtra una fuerte corriente de aire; por su abertura huyen volando una nutrida bandada de murciélagos. No sin pocas dudas y temores, deciden penetrar finalmente en él y recorrer el oscuro y estrecho pasadizo que se abre ante sus pies. El 19 de abril de ese mismo año se daría a conocer a la opinión pública las Cuevas de las Maravillas, un extraordinario hallazgo de carácter geológico localizado a escasos kilómetros del pueblo costero de Nerja. Desde entonces, estas espectaculares cavidades naturales se han erigido como uno de los principales yacimientos arqueológicos prehistóricos del sur peninsular.
Si algún día optáis por visitar la Cueva de Nerja, lo primero que debéis entender es que su maravilloso interior, el cual tenemos la inmensa fortuna de contemplar y admirar (por supuesto que me estoy refiriendo a la zona denominada como Galerías Bajas o sector turístico y no a las Galerías Altas cerradas al público y reservadas exclusivamente al estudio científico), comenzó a formarse hace unos cinco millones de años, durante el denominado periodo del Plioceno y la primera época del Cuaternario, también conocido este último como Pleistoceno. Y lo que resulta más llamativo de todo su entorno es que su lento proceso cárstico continúa en curso a día de hoy gracias a que la cueva sigue recibiendo infiltraciones de agua de los cercanos manantiales.
¿Cómo acabó formándose este sorprendente paraje subterráneo? Resumiendo un poco, durante los periodos del Plioceno y el Pleistoceno el agua de lluvia circulaba a través de los mármoles de Sierra Almijara (la Cueva de Nerja se sitúa en sus zonas más bajas), generando la pertinente erosión y disolución de la piedra. El resultado final de esta continuada circulación de agua a través del subsuelo malagueño no sería otro que el de unos huecos cada vez mayores que acabaron moldeando las enormes salas y galerías.
Al inicio, las zonas más profundas de la cueva permanecieron inundadas. Con el paso del tiempo, la Sierra Almijara se fue elevando, lo que permitió que la cueva fuera perdiendo su agua. No sería hasta hace aproximadamente un millón de años (durante el Cuaternario, en los periodos de clima cálido) cuando empezaran a formarse los espeleotemas, es decir, el conjunto de formaciones sólidas acumuladas en el interior a medida que el agua goteaba: estalactitas, estalagmitas, columnas, tapadizos, banderas y coladas. A este proceso geológico se le conoce con el nombre de carstificación y su resultado no es otro que bellas y curiosas formaciones en las diferentes y grandes salas que tendremos la oportunidad de recorrer durante nuestra visita.
De los diferentes estudios llevados a cabo en el interior de la Cueva de Nerja se ha concluido que en ella quedaron registrados grandes cambios geológicos y climáticos de la Historia de esta región, como fue un intenso terremoto acontecido hace unos ochocientos mil años y que provocaría el desplome de grandes bloques en la sala que hoy día se denomina del Cataclismo. Ya durante la prehistoria, esta sala en cuestión quedará destinada a enterramientos colectivos. Y ahora os preguntaréis, ¿cuándo hace su aparición el hombre en esta cueva?
Se ha confirmado presencia humana hace más de 24.000 años. Su ocupación continuada abarcaría desde los inicios del Paleolítico Superior hasta alcanzar la cultura de la Edad del Cobre.
Coincidente con el avance del frente polar, las comunidades nómadas del Paleolítico Superior se expandieron por la costa y las sierras del interior del suroeste europeo a la búsqueda de unos territorios más cálidos. A su paso por las distintas regiones, estos grupos humanos se relacionarán con otros asentamientos e intercambiarán los conocimientos ya adquiridos, así como sus técnicas, estilos y gustos por determinados objetos. Los útiles de piedra serán alargados y aparecen los raspadores para el tratamiento de las pieles. También engomados de madera para que las puntas de piedra y hueso puedan ser lanzados o, incluso, adornos fabricados con dientes de animales y moluscos.
Estas comunidades primitivas, con bajos niveles de población, ocuparán grutas donde a sus entradas levantarán los campamentos habitacionales. Así ocurrió en la sierra de Almijara, más concretamente en la Cueva de Nerja, durante los periodos estivales. Otro ejemplo en la provincia de Málaga, no muy distanciado de la primera, lo tenemos en la Cueva del Boquete de Zafarraya (Alcaucín).
Tanto el homo neanderthalensis, como el homo sapiens sapiens (nuestro ancestro), buscarán cobijo en estas cuevas naturales con objeto de utilizarlas como refugio para la caza de cabras montesas, ciervos, conejos, además de recolectar piñas y recursos marinos con los que complementar su dieta. Son las salas de la Torca y la Mina, actualmente cerradas al público por la continuidad de los estudios arqueológicos, donde se sitúa parte de la entrada primitiva de la cueva; espacios donde los depósitos son más sobresalientes. La ocupación en la Cueva de Nerja se iniciará alrededor del año 27.000 a.C. con la cultura Auriñacense, aunque los restos encontrados relacionados con estas comunidades son los más escasos.
Durante el período del Paleolítico Superior conocido como Solutrense, entre el 18.000 y el 14.000 a.C., se asentaron en la entrada de esta cueva grupos humanos que han sido identificados como cazadores y recolectores.
A diferencia de los habitantes de la cultura Auriñacense, los Solutrenses se atreverán a penetrar en las zonas más profundas e inaccesibles de las cavidades y dejar plasmado en su interior testimonio de su presencia a través de un conjunto de arte rupestre. Así ha quedado constatado con la representación de una amplia variedad de animales como es el caso de la figura de un ciervo en la sala denominada Camarín de los Órganos o en la Sala de la Cascada con la imagen de una Capra Hispánica. Estas pinturas fueron aplicadas tanto en paredes, como en las formaciones estalagmíticas, mediante algún tipo de instrumento (hipótesis) o con el uso de los propios dedos y para los que se utilizaron el óxido de hierro para obtener el color rojo y el carbón vegetal o el manganeso para el negro.
Para adentrarse en las profundidades de la cueva fue preciso crear un sistema de iluminación con puntos fijos de fuego en todo su recorrido. Resulta muy significativo el hecho que para llevar a cabo este tipo de manifestaciones culturales, siempre se realizaran alejados del espacio designado como doméstico, es decir, distanciados de la entrada natural. Queremos incidir en la idea de que la Cueva de Nerja se ha convertido en todo un referente de la Cultura Solutrense en el sur peninsular.
Bajo la cuarta glaciación, alrededor del 15.000 a.C., el frío polar propició que las poblaciones primitivas europeas se desplazaran, preferentemente, hacia las regiones más meridionales por la necesidad de encontrar lugares con temperaturas más templadas y favorables a la subsistencia. La tendencia nómada, que se vivió en los periodos anteriores, cambiará a favor de una ocupación estable en asentamientos costeros durante, prácticamente, todos los meses del año. Así ocurrió en la Cueva de Nerja, la cual no se ocupará exclusivamente en periodos estivales y destinada a campamento de caza. En este sentido, los recursos marinos adquirirán una gran importancia para la economía de la cultura Magdaleniense que en esos momentos habitan los territorios peninsulares. Se potenciará la captura de peces, mariscos e, incluso, aves marítimas y mamíferos acuáticos como fueron las focas que poblaban las orillas de las playas y los cetáceos varados en ellas por el deshielo que se empieza a producir.
De esta forma se detecta que, durante el 14.000 y el 10.000 a.C., existe una evolución y un perfeccionamiento para la recogida de los frutos marinos de los que se alimentaron. No sólo en los útiles que fabrican, momento en el que se registran los primeros arpones de hueso o los anzuelos fabricados con sílex y huesos, sino también las técnicas de pesca que empiezan a practicarse desde las canoas construidas a base de troncos y los cercos para los que fue necesario el uso de nasas y redes.
Por su parte, el marisqueo se desarrollará de forma manual en los fondos arenosos de las amplias playas que dibujaban la costa o capturados directamente en los acantilados y zonas rocosas del entorno inmediato.
En la Cueva de Nerja fue descubierto un “conchero” donde se acumularon miles de restos de moluscos, erizos de mar y peces procedentes de las capturas en las zonas cercanas al sur de su entrada natural. Este hallazgo demuestra el notable incremento en el consumo de las especies marinas y, por lo tanto, un cambio radical en la economía de subsistencia con respecto a los pobladores anteriores; un cambio que, junto a los mamíferos marinos y otras especies el interior de la sierra, así como la recogida de vegetales, constituirían la dieta básica del hombre del Magdaleniense.
Otra evidencia de esta cultura a su paso por la Cueva de Nerja es el hallazgo de los restos de una mujer, de entre 18 y 20 años, localizados en la Sala del Belén que vivió hace unos 8.300 años. o, por ejemplo, el Camarín de los Peces, unas pinturas pisciformes que en algunos casos se han interpretados como delfines y en otros, hecho más probable, como focas, muy abundantes en la fauna de la región en ese periodo.
En torno al 7.500 a.C. se produce la llegada de nuevos grupos humanos y con ellos hace su aparición otras nuevas formas de subsistencia. Las sociedades cazadoras-recolectoras darán paso a unas comunidades productoras de alimentos que, a la vez de incorporar nuevas especies, también modifican las técnicas y útiles para su desarrollo.
Estas nuevas sociedades traerán consigo la actividad ganadera, enfocada sobre todo al pastoreo de ovejas y cabras, así como una evolución de la agricultura en la que destacan las recolecciones de trigo, cebadas y leguminosas. Será a partir de este periodo Neolítico cuando haga su aparición los morteros y los molinos con los que procesar el cereal. También son comunes las hoces para sesgar o las hachas y azuelas de filo cortante utilizados en la desforestación y el trabajo de la manera. Estas nuevas herramientas son el fruto de un avance en el pulido de la piedra, además del tratamiento del hueso como materia prima.
Durante los periodos del Neolítico (entre el 7.000 y el 4.800 a.C.) y el Calcolítico (Edad del Cobre), la Cueva de Nerja seguirá cumpliendo su función de hábitat, ampliándose la zona de ocupación hacia otras salas. Pero la cavidad también se utilizará como refugio del ganado, que se resguarda en las salas exteriores, y como espacio de enterramiento.
La cultura doméstica sufrirá una evolución con respecto al periodo del Paleolítico Superior. Aparte de la aparición de nuevos adornos y abalorios como fueron los collares y pulseras, la invención del telar supone toda una innovación. Su uso condicionará, por ejemplo, que los pobladores sustituyan las pieles de vestir por tejidos elaborados a mano.
La cerámica fabricada en arcilla es moldeada también a mano. La variedad en sus producciones nos proporciona una ligera idea de cuáles pudieron ser sus cambios en los hábitos y costumbres. Otro testimonio de la ocupación de la cueva durante estas nuevas culturas son las pinturas en su interior; grabados esquemáticos que representaban figuras humanas y que han sido relacionadas con los ritos funerarios como pudieron ser la práctica de danzas.
Finalmente, en torno al 2.000 a.C. las corrientes de agua provocarán el arrastre de rocas y sedimentos, colmatando y sellando la cueva hasta la fecha de su descubrimiento en el año 1959.
Como punto y final del artículo os puedo informar que la Cueva de Nerja es pionera en la investigación y desarrollo del entorno subterráneo y actualmente supone todo un referente para el resto de cuevas turísticas del mundo. Cuenta con un instituto para la investigación y conservación de la cavidad, encargado de medir y registrar, diariamente, parámetros como su temperatura, humedad, condensación de gases en el aire, la dirección y velocidad del viento, la presión atmosférica o, incluso, el goteo de agua. Además, periódicamente, se realizan análisis microbiológicos del aire, del agua y de la roca, datos que permiten conocer la calidad ambiental de la cueva. Está declarada Bien de Interés Cultural y lugar de interés geológico de ámbito internacional. En definitiva, todo un lujo que no debemos dejar escapar sin su visita. Un calificativo que bien la podría resumir es el de impresionante.
Autor: Javier Nero.
Enlace de interés:
- Vídeo oficial Fundación Cueva de Nerja.
Bibliografía:
- Guía oficial Cueva de Nera. P&M Ediciones.
- Cartelería Museo de Nerja.
- Cartelería Museo Arqueológico de Málaga.
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Excelente lugar para visitar, muy recomendable si te encuentras por la zona.
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