Esclava, liberta y matrona. Nacida en el municipio Flavio de Singilia Barba durante el siglo II d.C, bajo este nombre encontraremos un ejemplo excepcional de ascenso meteórico en la sociedad hispanorromana. Pero no solo a nivel municipal o provincial como cabría suponer, puede que, incluso, a nivel imperial. Su historia nos enseña cómo una simple esclava puede llegar a convertirse en una de las personas más importantes e influyentes de la Hispania romana de ese periodo.
Acilia Plecusa nació esclava, hija de un matrimonio de esclavos y propiedad de uno de los aristócratas locales más importantes de toda la provincia Baetica, Manio Acilio Fronto. Este noble caballero, miembro de la gens Acilii apodado el de la frente amplia, llegó a alcanzar la magistratura de prefecto de ingenieros, con plenos poderes, cargo al cual sólo tenían acceso los miembros del Ordo equester (equites)
Transcurrido el tiempo, la esclava quedó embarazada de su patronus. Según las disposiciones legales de la época, un hijo engendrado entre un amo y su sierva debía nacer bajo la misma condición social que la madre. Tal disposición, que daba solución al problema legal del recién nacido, generaba, a su vez, otro de carácter aún más íntimo: la esclava propiedad del prefecto cuidaría de un hijo natural suyo dentro de su propia servidumbre. Para impedir este tipo de situaciones incómodas, que podían acabar afectando al prestigio familiar, se tendía a vender a la madre, al hijo o a ambos. Otra solución era manumitir a los esclavos, recurso que terminó adoptando Manio Acilio Fronto concediéndo la libertad a su esclava, la cual tomaría su nombre: Acilia.
Altar dedicado por Acilia Plecusa a su amigo Publio Magnio Rufo Magoniano: A Publio Magnio Rufo Magoniano, hijo de Quinto, de la tribu Quirina, Tribuno militar de la legión IV, Procurador de Augusto para la vigésima de las herencias en Hispania: Bética y Lusitania; igualmente Procurador de Augusto en la Bética para el Kalendarium Vegetianum, y también Procurador ducenario de Augusto en la provincia de la Bética. Acilia Plecusa a su gran amigo y siempre benemérito de la provincia, donó (el monumento).
Pero lo que nadie sospechaba era que Manio Acilio, en realidad, estaba completamente enamorado de esta mujer, por lo que decidió ir más lejos que todo ello y contrajo nupcias con Acilia Plecusa. Este nuevo estado civil de la antigua esclava le supondría un vertiginoso impulso social dentro del municipio de Singilia Barba.
La manumisión no era un proceso legal tan rápido como cabría pensar. Para su ejecución y efecto, el hijo del aristócrata y la liberta también fue manumitido y honrado con el nombre de la familia paterna: Manio Acilio Phlego, cognomen de origen griego y relacionado con la manumisión de su madre. En el futuro, el hijo de Acilia y Manio será honrado con la dignidad de decurión, máximo honor al que podía aspirar un liberto, lo que le permitía formar parte de la aristocracia local. Por contra, este derecho no era extensible a la magistratura, el cual era denegado a cualquier liberto, pero no así a sus descendientes (se trataba de una fórmula de la Antigua Roma utilizado para perpetuar el apellido de una familia a través de los hijos). Manio Acilio Phlego también será ornamentado con la augustalidad en la vecina Osqua.
Altar con inscripción de Acilia Plecusa y su hija Acilia Septuminia: A Acilia Septuminia, hija de Manio, de Singilia Barba, por decreto de los decuriones del municipio de Singilia Barba. Acilia Plecusa, su madre tras aceptar el honor, devolvió las costas.
Cuando nace Acilia Septumina, su madre ya era una respetable matrona romana. La niña vendría al mundo con plenos derechos, a diferencia de su hermano que había nacido esclavo. Con el paso del tiempo, el senado local de Singilia Barba la homenajearía mediante una estatua financiada por su madre. Su cognomen, Septumina, está muy relacionado con el orden séptimo de su nacimiento, lo que ha hecho pensar que fueran más de dos los hijos nacidos de la unión entre M. Acilio Fronto y Acilia Plecusa.
Fallecerán su marido e hijo y, tras la muerte de ambos, la curia municipal decretará que los dos puedan ser honrados públicamente en el foro con sendas estatuas y distintivos homenajes, gastos los cuales se encargaría de costear la propia Acilia Plecusa. En ese periodo, la matrona de Singilia Barba ya disponía de recursos más que suficientes como para costear los gastos de la ornamentación decurial; algo insólito, puesto que ningún hijo de esclava podría llegar a obtener ornamentos decurionales, según se expresa en la Lex Malacitana. De esta forma ha quedado registrado en la epigrafía: M. Acilius M.f. Quir. Phlegon, decurio, hijo del patronus M. Acil(ius) Fronto y de su liberta-uxor Acilia Plecusa; un ingenuus honrado por el ordo sanctissimus Singiliensium Barbesium con los ornamenta decurionalia.
Acilia Plecusa estaba enamorada de su marido, de eso no hay duda. Le estuvo eternamente agradecida y fue un sentimiento que nunca quiso ocultar. Ella le sigue denominando “patronus et maritus”, tal y como deja constancia en la epigrafía del pedestal. Se observa perfectamente su verdadera intención, anteponiendo el gesto de la sumisión al del nuevo estado civil y social.
De Manio Acilio Phlego se conocen dos hijos, que se identifican como nietos de Plecusa. Llama muchísimo la atención que estos dos descendientes, Manio Acilio Fronto y Acilia Sedata (la sosegada, la tranquila) Septuminia, fueran conocidos y recordados por su abuela y no por su abuelo, quien había ostentado uno de los rangos más altos dentro de la aristocracia hispana. Este hecho nos puede dar una idea de la relevancia que podría haber alcanzado la matrona tanto en su ciudad origen, Singilia, como en el ámbito provincial. M. Acilius Fronto especifica que es nieto de Alicia Plecusa y Acilia Sedata Septumina lo explicita del mismo modo como nieta de Acilia Plecusa. En ambos casos se persigue subrayar la relación con su abuela. Las esculturas de los dos nietos fueron erigidas también en la plaza pública de la ciudad.
Con el paso de los años, Acilia Plecusa se convertirá en una de las figuras más queridas y respetadas en los ambientes sociales de la Baetica; una mujer que sigue sufragando gastos honoríficos en sus distintas acciones evergéticas. Dedicará una estatua al magistrado y procurador provincial, miembro del ordo equestre, Publio Magnio Rufo Magoniano y a su esposa y querida amiga (“amica optima”) Carvilia Censolina. Este Publio M.R. Magoniano era el encargado de supervisar toda la administración financiera de la provincia hispana. Desempeñó, entre otros puestos, las funciones de proc.aug.xx.her.per Hisp.Baet.et.Lusitan. (procurador augusto en la provincia de la Baetica y en la provincia de la Lusitania)
Altar con inscripción dedicado por Acilia Plecusa a su amiga Carvilia Censonila: A Carvilia Censonila, hija de Publio y esposa de Magnio Rufo, Procurador de Augusto para la vigésima de las herencias en Hispania para la Bética y Lusitania, igualmente Procurador de Augusto en la Bética para el Kalendarium Vegetianum, y también Procurador ducenario de Augusto en la provincia de la Bética. Acilia Plecusa a su mejor amiga donó (el monumento)
Llegados a este punto, podríamos plantearnos la hipótesis de que existieran relaciones de interés entre la familia singiliense y la provincia de Lusitania. No olvidemos de la importancia de los Acilii y del propio Manio Acilio Fronto. Son evidentes las relaciones entre su marido, ya fallecido, y este personaje de peso muy vinculado a la capital de Corduba. Acilia Plecusa y su relación con este personaje público, rompería de alguna forma el marco de las estrechas relaciones municipales para enlazar con elementos fundamentales de la administración provincial y para quien la amistad de un antiguo miembro del ordo equester supondría el respaldo definitivo a su activa labor de promoción social.
Existe también una posible relación entre los Acilii singilensis y el senador L. Fabius Cilo Septimus Catinius Acilianus Lepidus Fulcinianus, de posible origen bético. Este vínculo viene dado por los cognominia Acilianus, que tan bien ya conocemos, y Septimus que aparecen entre los Acilii singilenses como la hija y la nieta.
Se da la circunstancia que existe una inscripción en Roma que cita a este personaje honrando por M. Vibius Maternus Ilurensis, a militis candidatus Zeus, originario de Iluro (Álora, Málaga), ciudad muy cercana a Singilia Barba en la ruta hacia Malaca. Una gens muy bien atestiguada en la mencionada Iluro, a parte también en Osqua (Cerro del León en Villanueva de la Concepción, donde el hijo de Acilia Plecusa fue ornamentado con la augustalidad) y Cartima. Si fueran ciertos estos vínculos, la familia Ascilii singilensi habría trascendido el marco municipal y ecuestre provincial para relacionarse con otros personajes de la más alta aristocracia del Imperio.
¿Qué hilos pudo haber movido Acilia Plecusa en su incansable tarea de matrona y con objeto de garantizar el prestigio, honor e influencia de su familia? Sólo tendríamos que seguir la pista de la gens Acilii procedente de la Baetica que hace su aparición en Roma a partir de los emperadores hispanos Trajano y Adriano. Fascinante el mundo de la Historia, ¿no es cierto?
Notas:
Acilia Plecusa aparece hasta en nueve de las epigrafías encontradas en este municipio romano, lo que nos da una idea del tipo de personaje en el que se convirtió. Pero no por la epigrafía en sí, sino por la actividad evergética tan importante que llegó a realizar esta dama siendo viuda; un ejercicio social que se extendió ininterrumpidamente durante tres generaciones.
La familia Acilia es predominante en Singilia Barba a lo largo del siglo II d.C., aunque también se constatan en otras ciudades hispanas formando parte de la aristocracia local. Su gentilicio es muy frecuente dentro de la epigrafía bética.
Tras fallecer, sus restos fueron depositados en un mausoleo de planta rectangular y cubierto por una bóveda de medio cañón construido a base de sillares procedentes de las canteras cercanas. En él se encontró una inscripción funeraria que identifica a la persona allí enterrada: Acilia Plecusa. En su interior aparecieron restos de una mesa funeraria como complemento de los bancos corridos. Las patas felinas finamente talladas en mármol blanco deben interpretarse como una mesa funeraria, independientemente del rico ajuar de sus propietarios.
Con este artículo damos por finalizadas las publicaciones relacionadas con la ciudad hispanorromana de Singilia Barba. Esperamos que con ellas hayamos colaborado un poco más en su difusión y conocimiento.
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Hola, precioso relato que nos sumerge en la Hispania romana perfectamente, ideal para una visita arqueológica a Antequera y alrededores. Gracias por hacernos disfrutar con la historia y la cultura. Saludos.
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Gran trabajo de investigación y difusión. Una Hisoria (con mayúsculas) fascinante y que merece más de una lectura. De nuevo felicidades!
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Gracias a ti por palabras tan bellas. Un saludo.
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Hola Javier, no sabes la ilusión que me hecho encontrarte en una búsqueda en internet, para completar un recensión que estoy haciendo para una trabajo de la UNED. Gracias!!!!!
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Espero haber sido de ayuda. Un abrazo.
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