Barbate. Cádiz
He aquí otro ejemplo de nuestro legado patrimonial que se resiste a desaparecer con el paso del tiempo, pero que, tal vez, los ojos de los andaluces no alcanzan a valorar como debieran. ¿Realmente somos conocedores de su existencia e historia?
En un fértil valle al oeste de la actual Barbate y muy próximo al Parque Natural de la Breña, (provincia de Cádiz), se levantará en origen, posiblemente sobre un asentamiento del Bronce Final, una villae rústica de época romana (siglos II a.C. – III d.C.) Esta fue una explotación agropecuaria de grandes dimensiones e importancia, tal y como evidencian los restos que han aparecido hasta la fecha. Cuando visitemos el lugar, aún podremos contemplar algunos de los muros de cimentación que delimitaban un patio y su pars rústica, así como otras estructuras murarias y un aljibe. De esta misma época también corresponden algunos de los elementos que fueron reutilizados en la construcción de la ermita, como son los fustes de las columnas y sus capiteles.
Parte de las estructuras de la villa fueron aprovechadas para erigir, con posterioridad, una basílica paleocristiana y ya en el siglo VII, en plena época visigoda, transformada en Iglesia por el obispo asidonense Pimenio (año 644). Así se desprende de la inscripción decorativa realizada en el dorso de un posible miliario romano, reutilizado como fuste de columna, y que hasta hace poco se conservaba en el edificio. Según parece, actualmente se encuentra en la Ermita de la Oliva y en ella se puede leer:
«En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Aquí están las reliquias de los santos mártires Vicente, Félix y Julián. La dedicación de esta iglesia (leído también como basílica) se hizo el día XVIII de las calendas de diciembre, año XVI del Señor Obispo Pimenio, 682 de la era.«.
Este obispo Pimenio, además de fundar la Ermita de San Ambrosio, también ordenó construir una iglesia en Medina Sidonia por el año 630 y otra en Alcalá de los Gazules en el 662.
Pero pocas son las referencias escritas que nos hablen de esta ermita. Una de ellas es aquella referida por Fray Gerónimo de la Concepción en su libro Emporio del Orbe (s. XVII), donde recapitula toda una serie de noticias relacionadas con la historia de Cádiz. Aunque esta información carece de cualquier rigor científico, en ella relata:
«En que teniendo el centro de España Teodosio el Grande, Gaditano, y aún antes que la ocuparan los todos, pasando desde Nola en la Italia a África S. Paulino a verle, y carearse con su grande amigo S. Agustín, que a la sazón era obispo de Hypona en África, y trayendo en su compañía algunos monjes solitarios discípulos suyos… llegó a Cádiz.
… Desde aquí discurrió el santo la marina, azia la parte de Levante orillas del río Barbate término de Bejer de la Miel, a quien Plinio, Pomponio Mela, y Antonino llaman Urbs. Mellaria. Aquí fundó S. Paulino algunas Hermitas, una la que llaman S. Ambrosio, y otra de S. Paulo: y de aquí pasaron a Medina Sidonia algunos monges discípulos suyos.
… la hermita de S. Ambrosio, dize el referido Capit. 46 de la Crónica de S. Agustín, averla edificado, y tomado su nombre de otro Discípulo de S. Agustín, que vino de Italia con S. Paulino, el cual se llamaba S. Ambrosio, y de el ay Autor, que diga ser aquel de quien haze mención D. Gerónimo en la Epístola que escrivio a S. Paulino, donde dice: – Frater Ambrosius tua mihi munuscula perferens. – . Refiere mas, que este Santo Varón queriendo edificar aquella Hermita se fue a un labrador, y le pidio prestado algunos bueyes, para acarrear la piedra necesaria para el edificio, y avilendole imbitado el dueño al que los guardava, y dichole el Santo lo que su amo le ordenava, le respondio haziendo donayre, y diziendo, que como podía ser, si eran unos toros muy bravos, los que su amo mandava le diese. El Santo replicó, que sin embargo, si gustava, no obstante su braveza los llevaria, y conociendolo el Vaquero, salieron los mismos toros mansísimos al encuentro, y los llevó y se sirvio de ellos hasta concluir la obra.«.
Relativo a la estructura del edificio podemos indicar que se trata de una basílica de planta única distribuida en tres naves y cabecera, dividida en altar, prótesis y diaconicon (sala custodiada por el diácono dedicada a guardar diferentes ofrendas junto al ábside en una basílica paleocristiana). El santuario quedó sostenido por cuatro arcos.
Puede que, originalmente, la subdivisión en dos o tres naves de la planta fuera con objeto de dedicarla a un santo, pero estas son suposiciones que tendrán que resolverse en futuros estudios arqueológicos, si algún día se vuelven a realizar.
El acceso a la ermita lo realizaremos a través de un arco de medio punto situado en el atrio o patio. A la iglesia se entra por otro arco de herradura donde aún podremos contemplar el escudo del obispo Pedro Fernández de Solís (s. XV) Sobre dicho emblema aparecen tres cruces: a la izquierda la de San Andrés, en el centro la del Calvario del Carmelo y a la derecha la cruz de la Orden de Malta.
Como ya nos hemos referido, el edificio irá sufriendo continuas reformas a lo largo del tiempo, tanto por la población visigoda, como por artesanos mudéjares (por ejemplo, mudéjar es la capilla de planta cuadrada y abovedada tan vistosa y llamativa que veremos adosada al lado Norte de la basílica). Es por ello que la estructura original se ha ido perdiendo por las sucesivas transformaciones realizadas entre las distintas culturas. Del obispo Solís corresponden las remodelaciones datadas en época más moderna.
Otro detalle interesante que tendremos la oportunidad de apreciar en el interior de la ermita, a parte de sus arcos y columnas, son las saeteras que aparecen en los muros laterales; elementos defensivos que encontraremos en muchas iglesias medievales. En el caso de la ermita de San Ambrosio, y dada su proximidad a la costa, lo más probable es que survuera de refugio para los campesinos del lugar ante los peligros derivados de la piratería.
Cabe señalar que en los alrededores de la ermita se ha excavado una necrópolis, cuyos restos coinciden con la época final visigoda. Aparte, también apareció la pila del posible baptisterio.
El santuario de San Ambrosio es uno de los pocos ejemplos de este tipo de ermitas que podemos encontrar en el Sur de la Península y uno de los testimonios visigodos más importantes de la provincia de Cádiz. Sinceramente, y desde un punto de vista personal, un verdadero lujo y orgullo para nuestra cultura e historia.
Fue declarado BIC con la categoría de monumento en el año 2004. Ya hace fechas desde que se realizaran los últimos estudios arqueológicos y se acometieran las oportunas reformas para su preservación y puesta en valor. Pero, en la actualidad, el Santuario de San Ambrosio continúa resistiéndose a desaparecer sin que los distintos organismos públicos pertinentes hagan algo para remediarlo. Y siguen pasando los días.
Para aquellos interesados en visitar los restos de esta ermita visigoda, sus coordenadas de localización son: 36.214939, -6.002634
Saludos
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