El principio de todo
Puede que tan solo veas en esta imagen una simple roca. No te preocupes, a mí me sucedería lo mismo. Pero puede también que…
… este peñasco y altozano formara parte de algún asentamiento indígena. Más concretamente podría tratarse de un oppidum de origen bástulo, enclavado en la cumbre más alta de la sierra. Un territorio donde su población, de espaldas al mar, controlara las vías terrestres que por el lugar se utilizaran.
Tal vez se tratara de una posición estratégica desde la cual se dominaran los valles y ricas tierras que lo rodearan. De esta forma ejercería una vigilancia territorial desde sus alturas, constituyéndose como uno de los principales asentamientos humanos de la zona.
Quizás la fase inicial del asentamiento se produjera entre los siglos X y IX a.C., aprovechando las características propias del terreno y las defensas naturales que proporcionara. Puede que entonces se definiera un urbanismo basado en un amplio pasillo o corredor, protegido por las profundas e inescrutables paredes verticales que lo componen. También que se levantaran robustas murallas ciclópeas únicamente en aquellos espacios donde, realmente, hicieran falta.
Además, tal vez la abundancia de agua procurada por un manantial cercano garantizara su suministro continuado. Podría ser, por tanto, el espacio perfecto para la cría de ganado y el trabajo de la tierra con la que subsistieran estos primeros pobladores.
Debido a las proximidades de la costa, a lo mejor los viajeros fenicios, que desembarcaran en las playas cercanas al enclave y se dirigieran hacia el interior peninsular, mantuvieran contactos frecuentes con la población nativa en el transcurso de sus rutas comerciales.
Muy probablemente las relaciones continuadas con los comerciantes orientales acabaran estrechándose hasta tal punto que llegasen a influenciar en su cultura y formas de vida. Si fuera de esta manera, pudiera ser que se plasmara en la redistribución de los espacios habitables a través de la construcción de viviendas rectangulares o, quizás, de disponer de una acrópolis en la parte más alta del poblado donde se levantaran algunos edificios de carácter público.
Es muy posible que, al final, el asentamiento de origen bástulo terminara rindiendo culto al dios fenicio Baal, divinidad de la lluvia, el trueno y la fertilidad.
Quién sabe si tras la irrupción púnica en la órbita hispana, la nueva cultura encontrara en este territorio turdetano el enclave idóneo para controlar, estratégicamente, las entradas por mar y el tránsito por los caminos del interior. En tal caso, puede que los nuevos colonizadores cartagineses reforzaran las defensas del oppidum con la ampliación de nuevas murallas y la construcción de algunas torres de vigilancia, tanto en sus accesos, como en la posible acrópolis que existiera.
Es probable también que reestructurara el entramado urbano aprovechando las paredes del corredor o calle principal para levantar viviendas de varias plantas y, debido al aumento de la población, edificaran otras nuevas en espacios aterrazados no utilizados con anterioridad.
Acaso, ya en tiempos de la República romana, y una vez expulsados definitivamente los cartagineses de la península, el asentamiento fuera aprovechado por las legiones llevando a cabo una nueva reestructuración de las defensas militares y una redistribución de los espacios habitables.
Por otro lado, y tratándose este de un periodo tan convulso, puede que también el viejo oppidum fuera testigo, en primera persona, de las guerras civiles libradas entre el general Sertorio y las tropas del dictador Sila, allá por el 80 a.C. Quizás, bajo la protección que concedían su recinto fortificado, el primero de ellos se reuniera con sus aliados lusitanos con las intenciones de trasladar la guerra desde África hacia la Ulterior y fuese este el Mons Belleia donde se acuñaran las famosas monedas con la leyenda latina de Bailo.
A lo mejor, ya en época de Augusto, la población indígena fuera obligada a descender a las zonas llanas de la costa y, como costumbre romana, evitar que su ciudad continuara sirviendo de lugar para el resguardo y cobijo de sus habitantes.
De producirse este hecho, probablemente, los nativos no abandonaran sus antiguas prácticas y costumbres al inicio de los tiempos del Imperio, manteniéndolas intactas hasta que quedaron plenamente romanizados.
Quizás, tal vez, a lo mejor o puede que esta población nativa de descendencia bástulo-púnica, obligados a bajar a la costa, fuera la encargada de refundar, a orillas del mar, una nueva ciudad hispanorromana que se conocería a lo largo del tiempo con el nombre de Baelo Claudia.
Nota
Debido a la amplitud del contenido y a la abundancia de material gráfico, se hace imprescindible un nuevo artículo, a modo aclaratorio, que explique los resultados de las últimas investigaciones llevadas a cabo en el yacimiento Silla del Papa.
El presente artículo está dedicado a mi mujer, la perfecta acompañante y apoyo ideal a la hora de localizar los vestigios enterrados bajo la naturaleza.
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Hola Javier, soy Paco del grupo que compartió con vosotros la visita a la Silla del Papa, me ha gustado mucho lo que escribes. ¿Como terminasteis la bajada?. ¿Donde aparecisteis?. Me interesa para otra próxima visita porque nuestra vuelta no era la correcta. ¿Encontrasteis la fuente?.
También he de decirte que disfrutamos mucho tanto de vuestra compañía como de las explicaciones con las que enriquecías la visita.
Un abrazo para ti y tu mujer.
Paco Merino, mi correo es:
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Estimado amigo Paco.
Esta próxima semana dejaré aclarado algunas cosillas y, por supuesto, tengo una sorpresilla para tí. A veces es muy gratificante encontrarse en las saludas con gente como vosotras.
Sobre la fuente, no la encontramos. Yo sigo manteniendo que estaba hacia el norte, pero el camino se complicó y el sol daba fuerte. Decidimos invertir los últimos esfuerzos en localizar el otro punto de interés.
Por otro lado, cuál es el nombre de tu encantadora esposa y la pareja que os acompañara. No sería de justicia que solo te mencionara a tí. Jajaja.
Por ultimo, si os sigue interesando el yacimiento de Sierra de Aznar en Arcos, házmelo saber y te envío las coordenadas. Sobre este yacimiento puedes leer en mi blog.
Saludos.
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Mi mujer se llama Ana y la otra pareja: Marisa y Miguel Angel. Estaremos atentos a la «sorpresilla».
Si, mándame las coordenadas de la sierra de Aznar.
Tengo un par de fotos que me gustaría enviarte, dime como hacerlo.
Un abrazo para los dos.
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Te he enviado un correo a la cuenta que me indicaste.
Por otro lado, si te interesa visitar alguno de los yacimientos que ves en el Blog (o que pueda conocer), házmelo saber.
Decirte que me queda un yacimiento en tu provincia que quiero visitar. Te avisaré con tiempo, por si os interesa.
Saludos a todos.
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Me parece estupendo.
Saludos
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